El brujo de las ilusiones

Capítulo 3. Acuerdo.

 

Danner se mudó a la granja de gatos familiares de su tía abuela cuando un sentido desacuerdo marcó su vida en el aquelarre. No podía quedarse, no después de sentir que todos ponían tierra de por medio con él, el único que no lo hizo fue Olli… Oliver, pero Danner lo amaba, lo amaba tantísimo que no se hubiese perdonado herirlo bajo ninguna circunstancia.

Siendo así, encontró refugio en seguir con el legado de su tía.

Estudió veterinaria y se dedicó a vivir una vida pacífica, solo con los gatos.

No eran gatos normales, eran familiares para las próximas generaciones de brujas. Usualmente, una bruja madura entre los dieciséis a los dieciocho años, antes de eso necesitaba un acompañamiento y cuidado, es ahí donde entran los familiares entrenados, protegiendo a la joven o el joven hasta que cumple su mayoría de edad, entonces los familiares entrenados se alejan y permiten que el familiar nacido de la magia de la bruja ocupe su lugar por el resto de su vida.

Una vez acabado su trabajo, los gatos familiares retornan a la granja donde nacieron; sin embargo, como todo animal necesitan cuidado cuando no están en su labor, es ahí donde entró Danner, cubriendo a su difunta tía, encargándose de mantener sanos a los mininos, cuidándolos y entrenándolos dos veces por semana para afrontar ataques mágicos.

La camada lo veía como un hogar, no era un humano, un brujo o un demonio, Danner se había convertido en la casa de los gatos y un gato jamás perdonaría a un fétido intruso que quisiera lastimar su morada.

Los hombres de Lorah apuntaron a los gatos, pero eran demasiados, no sabían a cuál de ellos disparar, fue cuando Danner se sentó en el borde de la baranda, mirando a la protectora de su hermana con un movimiento de cejas.

—Me pregunto qué harás ahora, cachorra —se sonrió, echando su cabeza hacia atrás—, es un delito lastimar a los familiares.

—Este maldito.

Danner estiró su brazo con el dedo índice erguido, pero Lorah gritó y Oliver lo sostuvo ligeramente de la muñeca.

—¡Basta ya, por el amor de Dios! —Los hombres y mujeres a su servicio se encogieron—. ¡No he venido a luchar con Danner, vine porque necesitamos su ayuda!

Se sostuvo la sien derecha, ah, iba a darle una migraña.

Danner la miró de soslayo, pero no pudo mantener su mirada por mucho tiempo, estuvo más concentrado en Oliver. Sus ojos eran tan azules como lo recordaba, siempre se le escapaba un mechón en su frente de su cabello pulcramente recogido, así mismo, se dio cuenta que esas manos grandes cambiaron con el paso de los años.

Eran más toscas, tenían callos en la base de los dedos y sus uñas no estaban tan bien cuidadas como antes, se notaba que solo las cortaba sin usar alguna lima para pulirlas. Oliver fue siempre de esa manera, sencillo y despreocupado, muy tranquilo, de personalidad reservada y también un hombre dedicado en sus planes.

Danner nunca había conocido a alguien tan disciplinado como Oliver, era una de las cualidades que más admiró.

Oliver apretó sus labios con una cierta incertidumbre, lentamente lo liberó como si nunca se hubiesen tocado, pero… la piel de Danner quedó caliente ante su contacto.

Encantada de sentirlo otra vez.

—Si querías hacer negocios conmigo deberías haberlo dicho, Lorah.

—Bueno, no eres precisamente la persona más cándida cuando estás de mal humor.

Hacía más de cinco años que Lorah no veía a su hermano menor, no lo hubiese contactado de no ser necesario, se dijeron cosas muy desagradables la última vez que se vieron, por otro lado, no se trataba de resentimiento hacia él, sino de vergüenza.

De muchas formas, la familia había fallado a Danner y él no las perdonaba por ello, si bien, él no entendía que todas estaban muy dolidas tras la muerte de sus padres.

Danner echó una mirada a los gatos. Pandeoro no había cambiado su postura y miraba con recelo a los no invitados, de igual modo, los gatos todavía mantenían sus colas esponjadas en disgusto.

El brujo agitó una mano con tranquilidad, los gatos se echaron y solo agitaban sus colas.

—Todos retrocedan y esperen en el perímetro —ordenó Lorah, Samantha la observó insegura, pero la mujer negó con su cabeza.

Solo así tuvieron privacidad.

—No pensé nunca que te dedicarías a cuidar familiares.

Danner observó a Oliver, no esperó que le dirigiera la palabra.

Él no había tenido el más mínimo valor para conectarse nuevamente con Oliver, aunque, admitía ocasionalmente entraba en sus redes sociales para mirar qué hacía, aunque, era tiempo más bien perdido; Oliver no era de subir mucho contenido, lo que lo dejaba igual de ignorante que antes. Entonces, Danner había optado por la opción dos: chismear en el perfil de Jasson, el hermano menor de Oliver y así, poder ver una mínima fracción de la vida de Oliver sin él en ella.

—Tampoco lo imaginé, pero acabé tomándole gusto —admitió el brujo, sonriendo sin mucha gana.

Oliver debía de resentirlo mucho y, consecuente a eso, Danner sentía culpa. Tenía razones de peso para irse, pero… le había prometido a Oliver estar siempre a su lado, aunque, por temor no pudo mantener aquel infantil promesa.



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En el texto hay: demonios, magia, brujo

Editado: 12.08.2023

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