El brujo de las ilusiones

Capítulo 9. Dolor roto.

 

Oliver se paró junto a Danner y lo ayudó a parar.

—¿Qué debemos hacer?

—Necesito que lo mantengan fijo en un solo punto.

—Eso no es precisamente lo más fácil ahora mismo.

—Sé que no, pero es lo que requiero.

—Está bien, allá voy —declaró y tomó impulso.

Corrió pisando algunas flores del jardín y sus pies emitieron un impacto azul en el último paso antes de saltar, sus puños se rodearon de runas mágicas, las cuales estrelló contra la criatura.

La magia de fuerza bruta sacudió al ser de fuera hacia adentro, obligándola a trastabillar.

Danner supo que la criatura realmente era muy nueva, era torpe, si bien, no desmeritaba su poder, pues la magia de ataque a largo alcance no le hacía efecto.

Danner puso una palma encima de la otra, a diferencia de las otras brujas, él no podía acceder a la magia de la naturaleza libremente, sin embargo, su poder provenía desde su interior. Pasó años controlándola, controlándose, entendiendo el origen de su don.

Sus emociones eran el arma más poderosa que tenía, entre más bondad sintiese, más podía canalizar las emociones ajenas. El sonido del violín que tocaba de niño le acarició los tímpanos, las brujas continuaron luchando aguerridamente para retener a la criatura, esta quiso regresar por donde vino, pero Elena provocó un derrumbe interno, sellando la entrada.

La bestia se agitaba violenta, quería usar sus garras, pero los aquelarres no le daban descanso, en su torpeza era incapaz de responder con prontitud a los que intentaban someterla, si había asesinado a otros indiscutiblemente fue por su tamaño e inmunidad.

Las corrientes luminosas comenzaron a crearse, yendo a los dedos de Danner, su energía mágica chispeó con la fuerza del sol, su cuerpo exudó mero maná blanquecino. Elena se lo quedó viendo, era diferente, la sensación de su magia era diferente al pasado, no estaba cundida de furia y dolor, en su lugar, había una extraña calidez.

Sin quererlo, las ilusiones se fueron haciendo presentes cuando su poder tocó las emociones ajenas. El primero en emerger entre el humo luminoso fue el conejito blanco que Danner creaba de niño, este corrió por la pradera, saltando de un lugar a otro, ignorando las flechas de viento y las brujas que se esforzaban.

—Magia infinita, ilusiones del corazón —susurró Daven, la esfera de energía quedó hecha en medio de sus manos.

La criatura se molestó por la luz y se sacudió, reventó todas las retenciones, entonces él le sonrió y estiró su brazo derecho. El túnel de luz golpeó la cabeza del ser, agitándolo bruscamente.

—Seguramente estás sufriendo mucho —dijo, sin saber que su magia afectaba todo alrededor, pero no estaba enseñando miedos, en realidad, las ilusiones también muestran cosas hermosas, anhelos del alma—. Días oscuros y grises, hacen parte de la vida, lo importante es entender que la lluvia no dura para siempre y que el sol no alumbra todos los días, la magia en sí depende del usuario, si es fuerte como una risa o débil como la tristeza.

Hizo un círculo con su dedo, el ser tembló.

—No importa si eres humano, brujo o demonio, en ocasiones solo debes extender una mano a quien lo ayuda, es todo cuanto se pide para vivir en armonía.

La criatura estiró bruscamente su garra para intentar atraparlo, nadie lo detuvo, porque todos estaban presas de los recuerdos más hermosos que guardaban en su alma.

La criatura se detuvo de sopetón a causa de un recuerdo.

Era su madre, de hermosos rulos castaños y piel canela, quien le cantaban canciones tontas para hacerla reír cuando estaba en el hospital. Entonces, recordó su nombre, Andrea Castillo, una inmigrante como cualquier otra, que había llegado a un país desconocido, aterrador y donde se enfermó gravemente. Todos los días eran una lucha constante, un esfuerzo para ver otro amanecer.

El dolor en su cuerpo no fue soportado fácilmente, las facturas médicas eran altas y la vida de su madre era complicada; tenía cuatro trabajos y aun así le costaba llegar a fin de mes. Todavía así, siempre iba en las noches al hospital, le ayudaba a ducharse, le peinaba el poco cabello que tenía, le sonreía como si no estuviese pasándolo mal, como si no tuviese que comer una sola comida al día o no estuviese harta de patalear contra la corriente, aguantando clientes clasistas y despectivos.

El sufrimiento de su madre se volvió suyo al crecer y entonces, un profundo resentimiento se coló en su corazón.

¿Por qué ellas? ¿Por qué no otros? ¿Por qué el mundo era tan injusto?

—No es que el mundo sea injusto —dijo Danner, sonando medido y capaz—, ahora estás sana, puedes usar eso que aprendiste para ayudar a personas que están en la situación que estuviste, eres una sobreviviente, fuiste dotada con el don de inspirar a otros, aunque, probablemente no lo sepas; pero si cuentas de ti, nadie podrá ignorarte, si abres tu mundo hacia el mundo mismo, encontrarás que ese dolor fue tu maestro y que, pese a no ser una bruja, podrás hacer magia en otros.

Andrea se estremeció ante la cálida voz, entonces, recordó a aquel hombre que le dijo la haría la persona más fuerte de todas, que tonta había sido por creerle, si todo lo que ella quería era tener una vida feliz junto a su preciosa madre.



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En el texto hay: demonios, magia, brujo

Editado: 12.08.2023

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