El Bufón del Rey Demonio

Servicio y Reprimendas


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Al contrario de las descripciones lúgubres y sombrías que había en los libros que leía sobre el "Reino Demoníaco" todo era bastante asombroso y exorbitante.

Grandes edificios con vidrios en todas partes se erigían orgullosos reflejando la luz del sol, los caminos, largos y limpios de un color gris platinado dividían la ciudad de forma ordenada y los habitantes de todas las especies, paseaban sin reparo alguno en lo demás.

Para Biel, era una ciudad más parecida a "Ciudad esmeralda" de Lyman Frank Baum que a un reino Demoníaco, especialmente por el castillo, una estructura monumental de colores crema y terracota que se podía admirar desde cualquier parte de la ciudad.

Fueron llevados en silencio y a prisas por el orco mal educado y con algunos chistes malos de parte del hombre lagarto, hasta lo que podía ser la parte trasera del castillo pues era una puerta menos a lo que se esperaría de la entrada principal, y los guardias apresuraban a los seres atados hasta una mesa donde un ¿Demonio? Les tomaba sus datos y daba el dinero pertinente a los "contribuyentes"

 

— Un Elfo, bastante atractivo, pero tiene cara de estúpido ¿En serio es elfo? 

— Si, quizás no sirva para ser parte del grupo de estudio, pero es mejor que tenerlo solo por allí, está algo loco.

 

El rubio no sabía si ofenderse por lo de estúpido o lo de loco, pero cuando el demonio le tomó de la mandíbula y empezó a inspeccionarlo olvido todo, tenía miedo de él, de hecho, le aterraba todo su entorno, pero empezaba a acostumbrarse.

 

— Bien, ¡Con los de limpieza! Denle uniforme.

 

Miro hacia atrás algo perturbado, no tenía nada de conocerlos, pero tampoco le resultó grato separarse de aquellos con quien compartió el viaje y fueron considerados en explicarle su mundo.

El uniforme, una simple toga blanca que llevaba un cinturón rojo atado para ajustar no era cómodo, tampoco lo fue el baño frío que le obligaron a tomar antes de vestirse, y menos lo fue cuando le presentaron a sus compañeros de trabajo.

Sra. Escoba y Sr. Sacudidor.

¡Él no limpiaba ni su casa! ¿Cómo es que en su "mundo soñado" debía vivir limpiando y quitando polvo? Maldecía a "Dios" haberlo engañado así.

 

— Si limpias enojado tendrás que volver a hacerlo, relaja tu mente ¿Primer día?

 

Tembló un poco ante el desconocido dando un paso hacia atrás, tenía un par de cuernos sobresaliendo su cabeza, escamas en los brazos y una cola larga y puntiaguda, un "dragón humanoide" dedujo al ver sus características, los libros no hablaban mucho de ellos, por lo que no sabía si tener la guardia alta o no.

 

— Si, no fue... Agradable.

— Bueno, pero estarás aquí un tiempo así que acostúmbrate, soy Iñaki, un gusto — La mano tendida era grande y fría, pero amable, y aunque su mano se veía pequeña en comparación no sintió miedo, más bien alivio, de poder llevarse bien con alguien.

— Biel, el placer es mío.

— Vamos hombre que resultaste amable, los elfos normalmente son soberbios por creerse más inteligentes que el resto... De hecho ¿Qué haces aquí? Normalmente, a los elfos que entran los mandan al círculo de estudios del Rey — Quizás no era un hombre con una gran inteligencia, pero Iñaki confiaba en su instinto y en su experiencia, por ello sabía que el lugar del elfo no era junto a él limpiando, pero le veía algo diferente a la vez, el chico tampoco encajaba con los elfos.

 

Biel no quiso decir que había sido mandado por su "cara de estúpido"

 

— Larga historia supongo, pero no soy tan inteligente, estoy de acuerdo en que seré de más ayuda aquí — "Además así no tendré contacto con el tenebroso Rey Demonio" Pensó con una sonrisa tranquila mientras empezaba a ayudar a Iñaki a limpiar.

 

Todo hasta que una especie de hombre con cabeza de anfibio tiró la cubeta de agua del dragón.

 

— ¡Estúpido! Te haré pagar por el costo de mi traje, ¡Los sirvientes sí que son inútiles hoy en día! —

 

El mal genio y el golpe que le fue dado en la cabeza eran algo que Iñaki sabía no debía impedir, pues estaba prohibido responderle a un noble, en especial a ese, pero el rubio no tenía la menor idea de ello y tampoco le importó cuando le arrojó una cubeta de agua a la cabeza.

 

— El estúpido eres tu cara de sapo, tú eres el que no mira por donde va ni teniendo ojos tan grandes —

 

El dragón no creía en dios, pero no supo a quién pedirle piedad por la cabeza de su nuevo compañero.



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En el texto hay: comedia, amistad, boyslove

Editado: 12.11.2022

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