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Estuvo esperando el momento adecuado para ir a hablar con Eider, no se sentía cómodo con ese tipo de vestimenta para un baile real, pero por más que lo buscaba este tenía demasiado trabajo últimamente y terminó antes dormido que poder encontrarlo.
Despertó en medio de la noche, un poco adolorido por la mala postura y lo primero que pensó es que finalmente era un momento oportuno, Kanu dormía profundamente en su "lugar" que consistía en un pequeño tapete cerca del librero, él insistió en que como aventurero estaba más acostumbrado en dormir así ¿Cómo? A él le dolía todo y dormía en una gran cama ¿Cómo es que Kanu dormía como una roca allí?
Otro que parecía acostumbrado a dormir donde sea era Iñaki, dormido en la silla junto a la puerta "montando guardia" sujetando fuertemente la lanza que le habían dado con el uniforme.
Se había tropezado con uno de sus cascabeles que quien sabe de dónde se cayó y ni de esa forma reaccionaron los dos, salió sin que le vieran y al estar los pasillos solos solo se escuchaban sus pasos.
Eider no estaba en la oficina, dudó un poco, pero fue a su habitación, aunque tenían tanto tiempo trabajando juntos jamás había ido debido a la alta seguridad, pero ahora con la guerra los pasillos principales estaban abandonados, pues los soldados dormían en el ala de entrenamiento.
Sabía cuál era el cuarto, el rey era alguien más de comodidad que extravagancia así que su habitación por fuera se veía igual a todas las demás habitaciones del pasillo, solamente que sus sirvientes se habían encargado de colocarle piedras preciosas en el marco para distinguirlo.
Tocó suavemente, no hubo respuesta, entró en silencio y primero se tuvo que acostumbrar a la falta de luz. El cuarto real estaba cubierto de cortinas rojas en todas las paredes y ventanas, impidiendo cualquier entrada de luz, todo el piso estaba alfombrado. Pese a lo ostentoso que se veía eso se sorprendió un poco por la poca cantidad de muebles que tenía.
Nada más un ropero, un pequeño buró en la esquina junta a la cama, un espejo de gran tamaño en una de las paredes, y la cama, una cama simple, pero enorme donde las sábanas blancas escurrían a montones.
— ¿Su majestad?
Se acercó poco a poco esperando no molestarlo, hasta que algo crujió bajo sus pies, al darse el tiempo de mirar encontró hojas, y no era una, muchísimas hojas esparcidas por todo el piso, quizás era por la falta de luz, pero únicamente podía deducir que eran mapas, reconocía algunos de los territorios, pero también había mapas humanos, los levantó con cuidado hasta poder finalmente quedar junto a la cama.
Allí estaba, dormido, con los largos cabellos rojos esparcidos por las mullidas almohadas y marcas bajo los ojos por falta de sueño.
— ¿Terminaste de husmear, Biel?
Casi le da algo, aunque debía predecir que ya sabía que estaba allí, el rey era demasiado intuitivo para su bien.
— Venía a hablar contigo, pero no quería despertarte Eider.
El rey le indico que se acercara, dejándole tomar asiento en la cama mientras se levantaba con algo de pesadez. Biel noto que su majestad se tapó el rostro con frustración, se talló los ojos un par de veces como los niños y finalmente su par de ojos rojos lo vieron. Pese a que era el gran Rey Demonio, el rubio lo sintió como un igual en ese momento al verle tan fatigado y con los cabellos revueltos, podía jurar que maldecía en sus adentros de lo cansado que estaba.
— No creí que su majestad fuera tan desordenado — Empezó la charla riendo suavemente mientras señalaba todo el desastre de papeles, Eider se rió un poco aceptando que no estaba en sus mejores condiciones.
— Eso es algo que a ti no te interesa — Suspiro profundo dejándose caer de nuevo en la cama mirando el techo, necesitaba dormir un poco más.— Ahora dime la razón de tu repentina visita.
— Sobre el traje...
— Denegado, te ordené algo en específico ¿Quieres irritarme? — Cambiado de humor Eider se levantó sobando con sus dedos parte de su frente molesto — Creo que te estoy consintiendo demasiado— Ahora ya no tenía sueño... Maldición.
Sintió que había arruinado todo al mencionarlo, quizás Iñaki tenía razón y no debía preguntar, Eider se levantó con brusquedad empezando a acomodarse la ropa y atándose el cabello en su coleta, las cadenas resonaron al arrastrarlas para ponerlas.
Y él solo se sintió pequeño, esperando que el rey dijera algo para no morir pensando que había hecho algo mal, pero no lo hizo, pasó sobre los mapas en el piso y salió de la habitación dejándolo solo en aquella oscuridad.
Recogiendo el poco ánimo que le quedaba, se bajó de la cama y cuidando de no pisar nada se dirigió a la salida.
— Biel ya está... — Al salir chocó contra su rey, que venía de regreso y se mostró extrañado porque estuviera allí — ... En fin, ya está terminado el salón de baile real, ya que mi pequeño canario no puede dormir ¿Quieres ir a verlo?
El elfo se sintió animado de nuevo asintiendo efusivamente, dejando encerrada en aquella habitación aquella sensación tan incómoda, nuevamente se la pasó jugueteando alrededor de su rey mientras se dirigían al edificio donde se llevaría a cabo el baile.
Allí sí se encontraban varias personas, unas desde paseando hasta otras aún trabajando o entrando en turno. La gran puerta del salón era intimidante y el sonido que causó al abrirse quizás podría despertar a todo el castillo, al entrar todo era... Perfecto.
Quizás era porque era un baile demoníaco, pero la mayoría de tonos eran oscuros, desde el cereza de las cortinas, hasta el verde enebro de las alfombras en las orillas del salón, el piso era un espejo perfecto, el cual absorbía el color negro del techo con simulaciones de estrellas.
— ¿Y? ¿Qué te parece el salón de tu primer baile real?
Editado: 12.11.2022