Capítulo 9: Anomalía
El tiempo comenzó a pasar, para la pareja era extraño, pues crecieron y se desarrollaron, Balthazar en poco tiempo ya con veintidós años, tenía un cuerpo macizo, pues constantemente lo entrenaba, lo cual hizo de pequeño,pues él al ser el príncipe, con su padre el Rey que hacía muchos males al Reino, al gente lo tachó com la desgracia al ser el treceavo de su linaje, muchos hombres del castillo lo golpeaban, aprovechando que su padre no lo protegió al estar en su fiestas, por lo tanto, tomó la decisión de entrenar a los cuatro años de edad, cuando su esposa se enteró de esto quedó impactada, pero le quedó claro el por qué, tenía tantas capacidades físicas, además que gracias a esto desarrolló un prominente cuerpo, a su veintiun, que fue la edad hasta la que creció, alcanzando además los dos metros y cinco centímetros de altura, por lo cual tomó la decisión de usar solicitar otra espada, una mas grande, gruesa y poderosa, que seguía usando con la misma agilidad, en especial con la escama de Dragón, que se adaptó a su cuerpo.
A pesar que estaba casado, viviendo hace muchos años con Aislinn, teniendo una buena situación económica, ellos aún no tenían un hijo, de hecho les costaba avanzar más allá de besos, abrazos y caricias, pues la primera vez que trataron de ir más lejos, a Balthazar le saltaron los recuerdos de aquella vez cuando la mujer demoníaca abusó de él, en especial porque usaba el rostro de su amada esposa, pero a su vez el rostro de ella misma, la que le dio tranquilidad, al tener diecisiete años, concluyendo los actos carnales, uniendo su cuerpos en un solo.
Un dia cuando era todo normal, estando en patrullaje, junto a Sir Albert, quien cada vez se le notaba mayor de manera muy apresurada, lo conoció a los treinta y tres, pero actualmente representaba unos sesenta y cinco aproximadamente volvió a ver a aquel sujeto encapuchado por las calles, se le acercó, este no detonó ningún temor.
- Buenas tardes - dijo tranquilo el hombre - es un gusto conocerlo, Sir Balthazar.
Lo miró fijo, tratando de ver a través de su capucha.
- Hola - respondió - hace un tiempo que no lo veo, ¿quién es?
- El tiempo pasa de forma curiosa - comentó - ese hace un tiempo, cuánto cree que ha sido, ¿exactamente?.
Lo miró extrañado.
- Tiene razón, han sido como un par de años - respondió Balthazar - lo vi en el mercado, pero luego se me perdió de vista.
- Yo también lo vi aquel día - comentó riendo - hace quince años, para ser exacto.
Quedó impactado ante aquella declaración.
- De qué estás hablando - exclamó extrañamente nervioso - he vivido en este pueblo por casi diez años, es imposible que hayan pasado quince años desde nuestro último encuentro.
- Te has dado cuenta que el pueblo ha cambiado - comentó tranquilo - que las personas han envejecido mucho en poco tiempo.
- Ahora que lo mencionas - dijo pensativo - el general ha envejecido mucho y muchos soldados que conocí cuando llegué, se han retirado, pero debió ser por los combates tan complicados que hemos tenido.
- Tu llegaste a éste lugar hace treinta años - exclamó - pero tu tiempo de vida corre de una manera distinta, pregúntale a cualquiera, hace ciento ocurrió la guerra contra Litero, joven guerrero, digma, los años transcurridos desde que fue nombrado héroe.
- Hace dos años ocurrió - respondió con tranquilidad - actualmente tengo veintidós años, en esa época tenía veinte recién cumplidos.
El hombre encapuchado dio una sonora carcajada, se dio una media vuelta y tomó a una mujer mayor que transitaba sosteniendo una canasta con verduras.
- Buenos días, mi bella dama, lamento interrumpir su caminar - exclamó interceptando el paso, pero la edad me ha llegado a una gran altura que me cuesta recordar bien los sucesos ocurridos.
La mujer sonrió sonrojada, lo cual para su edad se veía muy tierno.
- Señor brujo, tan atrevido como siempre - comentó - desde aquellos tiempos, donde era una niña ha tenido esa dulce personalidad, dígame, en qué puedo ayudarle.
- Conversaba aquí con Sir Balthazar - explico - pero no recordamos exactamente, hace cuanto ocurrió,
La señora miró con melancolía.
- Mi hermano luchó en aquel combate, murió en el campo de batalla - respondió con tristeza - mi esposo pudo sobrevivir, aunque ya murió - regresó su vista a ellos - lo siento, divagué en mi mente, pues eso ocurrió hace veinte años, lo recuerdo, pues mi hija, soñaba con casarse con Sir Balthazar, pero se le rompió el corazón cuando se casó con la señora Aislinn.
Lo miró fijamente, luego sonrió.
- Menos mal que no lo hicieron - comentó - actualmente ella ya a sus treinta y nueve, se vería muy mayor para ti, podría darme su consejo para mantener su juventud eterna, a esta anciana - se puso a reír - lo siento, ahora con su permiso, me retiro.
- Muchas gracias bella dama - exclamó - su ayuda fue muy grande.
Esbozó una sonrisa y continuó su camino.
- Esto tiene que ser una broma - exclamó - es imposible que haya transcurrido tanto tiempo, no lo creo - lo miró enojado - di de una vez quién eres, extraño hombre.
Se sacó la capucha, mostrando a un hombre de apariencia joven.
- Mi nombre es Teocelsio, el brujo - se presentó - soy el creador de esa poderosa armadura que tienes junto a ti siempre.
Aquel nombre resonó en su mente, llegando hasta lo más profundo de sus pensamientos.
- Esto tiene que ser una broma - comentó - una maldita broma.
- Si usa esa armadura debe ser descendiente de Einer - comentó - un gran amigo, con el cual crecí, hace alrededor de ochocientos años.
Miró hacia abajo, sintiendo una presión en la cabeza, no pudo aguantarlo y lo tomó del cuello sin decir nada, algunas personas que estaban cerca se alejaron atemorizados.
- Deja de molestarme extraño - exclamó - ¿eres uno de ellos, me estás persiguiendo?.
- ¿Con ellos te refieres a quienes destruyeron Galdared? - su tono era triste - cuando me enteré de lo que ocurrió, sentí mucha tristeza, era mi hogar de origen, cuando fui a ver qué ocurrió, no encontré más que una barrera mágica, no me atreví a tocar.