Capítulo 11: Fuerza del Alma
Aquello que su mujer le acababa de anunciar no podía ser, no tenía lógica, era imposible.
- No puede ser - exclamó con la garganta anudada - esto debe ser un sueño...
La mujer llamó al niño con un gesto de la mano, pero él se quedó mirando con recelo.
- Ven Andrew, acércate - dijo su amada - él es tu Padre, de quien tanto te hablé, el gran Guerrero Balthazar Galanth, te dije, él regresaría, algún día.
- Él nos abandonó - dijo el niño fríamente - sufriste por él, llorabas porque no estabas.
- Lo extrañé, pero ya volvió - respondió triste - no seas muy duro con él.
Padre e Hijo mirándose mutuamente, en sus ojos reflejaba una gran furia, molestia, incluso desagrado, pero detrás de todo ese rencor, había un espíritu valeroso e indomable oculto, pues frente a él, estaba el responsable del dolor de la persona que más amaba, su madre.
- A este señor no lo conozco - comentó - para mí, él es un desconocido.
- Perdonenme - exclamó - traté de venir más rápido… que ..
A cada segundo su cuerpo se estaba adormeciendo más, al punto que dejó de responder.
- Pude …. - continuó - solo deseaba verlos y conocerte, hi.. jo..
La armadura se desprendió y ocultó.
Balthazar cayó al suelo sin poder hacer nada.
- AMOR, que te ocurre - escuchó de fondo - Amor!!
Todo se volvió oscuro.
Al abrir los ojos, estaba en una cama, pero algo no estaba bien, debajo de sus sábanas no podía notar su cuerpo, trató de levantar un brazo, pero no podía su propio cuerpo.
- maldición, me duele el cuerpo - comentó.
A su lado estaba Andrew. A quien le dió una sonrisa, pero este no respondió.
- Madre siempre me decía que eras un hombre grande y fuerte - exclamó - pero no eres nada de lo que ella dice, incluso podría decir, que no eres nada, de la figura contada, comenzando con que pareces un saco de huesos.
El hombre miró al niño, esto ya le estaba molestando.
- Conozco a Aislinn mejor que nadie en su vida - respondió - sé que no te enseñó a ser una persona sin educación, como lo estás mostrando ahora,si dices quererla y respetarla, deberías actuar como el caballero que fuiste criado.
Se levantó con todas sus fuerzas, solo para ver que su cuerpo estaba completamente destruido, la mano derecha rota, el torso con moretones, levantó apenas la sabana, sus piernas estaban quemadas, pero lo más chocante, era ver su cuerpo, no era fornido, sino que era como dijo su hijo, un verdadero saco de huesos, su carne se había consumido por completo.
- Esto no puede ser - exclamó exaltado - así no podré hacer nada, es imposible.
Con la vista en el vacío, miraba las sábanas.
- Mamá siempre estuvo extrañándote - continuó - y yo… deseaba conocerte.
REcordó las palabras del Ulhmur, este era el sacrificio que debía dar por su cuerpo “Por volver a ver a mi mujer y conocer a mi hijo, habría regalado mis brazos y piernas, esto es poco, con tal de conocerlos”
- Me voy a recuperar - concluyó - no voy a quedarme en cama por siempre, mi lucha no termina, debo cuidar una familia, además deseaba tanto.
- Ya te has perdido todos estos años - exclamó el niño - que tanto puedes hacer.
Balthazar respiró profundo.
- Sé que debí faltar en tu vida - comentó - lo lamento, sabes lo que pasó?.
- Mamá me dijo algo que en verdad no puedo creer - respondió - pero es ridículo, me dijo que te fuiste a matar a un dragón, suena a una excusa, como dijo un vecino, Darien Dankworth, quien dice que su padre fue a comprar o eso le contó aquel hombre, pero él aceptó que se marchó.
Aquel apellido, se preguntaba cómo se había degradado tanto.
- Debe ser nieto o bisnieto del general Albert Dankworth, era un gran sujeto - comentó - pues si, fuí a luchar contra un dragón, pues eso pasó cuando en el primer mes de embarazo de tu madre.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
- No sabes cuando deseaba volver y verte crecer, hijo mío - dijo lagrimeando - pero ellos me retuvieron..
- Cómo es posible que te fueras tanto tiempo - exclamó molesto, su rostro representaba tristeza - he tenido que defender el honor de mi madre, los otros niños se burlan de su historia, por favor padre, explicame, porque te demoraste tanto en venir, estuviste prisionero, te atraparon, dime.
El niño rompió en llanto, apoyando su cabeza en la cama.
- Espero que creas - explicó - fui secuestrado a un mundo donde el tiempo corre de manera distinta, allí los días no avanzan, mientras que aquí pasan meses, estuve como un minuto y fueron tres meses en este mundo.
- Otros mundos, es lo mismo que dice el Tío Paralio - respondió - me dijo que tenía un maestro, que viajaba por otros mundos, con solo caminar, Der Geher, lo nombró.
- Acaso conoces a ese estafador? - respondió - bueno, al menos te dijo algo útil.
El pequeño lo miró extrañado, luego se puso a reír.
- El tío es muy extraño, pero es agradable - comentó - por lo general me hace reír siempre o entretenerme, desde siempre.
- Le tengo que agradecer eso - comentó molesto - al menos cuando lo vea.
En ese momento escuchó pasos que se dirigían a la habitación.
La puerta se abrió, mostrando a un visitante: Paralio.
- Hola viejo amigo - exclamó alegre el mago - tanto tiempo que no nos vemos.
- Desde cuando somos amigos - respondió secamente - aun así, por lo visto te acercaste mucho a mi familia.
El hombre respondió con una sonrisa burlona.
- Espero que no te hayas tratado de sobrepasar con mi mujer - dijo en tono amenazante - Sino, verás las consecuencias de aquello.
- ¿Como cuales ? - respondió burlista, luego rió - siempre eres tan gracioso.
- Así es (?) - dijo fingiendo una sonrisa - porque no me das un abrazo después de tanto tiempo sin vernos, al menos para ti, mago mediocre.