Capítulo 12: Inevitable
El tiempo avanzaba muy rápido, para lo cual el pequeño Andrew ya era todo un joven que rondaba los dieciocho años, el mayor inconveniente era que para ese momento, tanto Balthazar como Aislinn, no habían envejecido absolutamente nada, teniendo una apariencia de veinticinco años, no aparecían padres, sino hermanos, entre la gente que no los conocia esto era una extrañeza, pues estos seguían tratándolo como un niño pequeño, lo cual incluso podía darle ciertas incomodidades, pero no le molestaba.
Un día común mantenían su entrenamiento como era regular.
- De acuerdo pequeño, ven una vez más - exclamó Balthazar - ¿acaso te cansaste?.
Andrew de rodillas en el suelo respiraba agitadamente, mientras sostenía una espada de madera en sus manos, frente a él tenía a su padre, quien le miraba de una gran altura, con su imponente cuerpo.
Durante estos seis años se dedicó a estar con su familia a vivir en tranquilidad, mientras su cuerpo recuperaba más y más masa muscular, lo cual tardó unos largos siete años, esto gracias a los consejos de su amigo: Paralio.
Quien dentro de sus conocimientos tenía el cuidado del cuerpo y cómo mejorarlo, esto lo tuvo que aprender a la fuerza, pues el propio Balthazar lo amenazó amablemente que encontrara la manera de ayudarlo.
- Padre, eres muy fuerte - exclamó el joven aprendiz - no puedo contra tí, creí que lo lograría por un momento, pero cuando recuperaste tu cuerpo, ya fue imposible,
- Vamos, tú puedes - exclamó sonriente - solo debes encontrar mi punto débil, como lo hago contigo, ¿no querías ser más fuerte que yo?.
- No la tienes - respondió sentándose - no tienes abertura en tu defensa.
- Balthazar, no abuses del niño - dijo Aislinn mirándolos - debes ser más delicado.
Ella a su vez dedicó a mejorar su habilidades con el arco y flecha, aprovechaba de entrenar mientras ellos lo hacían, se acercó a su hijo, le ayudó a levantarse, luego le sacudió.
- Mi pequeño, mira cuanto has crecido - comentó - me pareciera que fue ayer, cuando llegó tu padre y ahora entrenas con él. - miró a su esposo - eso sí querido, sea más amable con él, se lo vuelvo a repetir.
- No soy pequeño, mamá - comentó - ya soy un hombre grande.
Le apretó las mejillas, extendiendo sus manos.
- Dónde está mi niño hermoso - exclamó jugando - si es tan bonito mi niño.
- Tengo cuidado con el pequeño Andrew - comentó el padre - por eso usamos espadas de madera, y bueno ya viste lo hice cuando era niño y luché contra los soldados.
- Lo diría pero sería muy fuerte para Andrew - comentó Aislinn preocupada - mejor para más adelante, cuando sea mayor.
El joven le miró con la boca apretada, dejando los labios como una línea fina.
- Madre ya soy mayor - respondió - incluso ya superé su altura.
Recibió un golpe en la cabeza, emitiendo un chillido de dolor.
- Esa no es manera de hablarle a su mamá - criticó Balthazar - sea más respetuoso.
Se sobaba la cabeza.
- De acuerdo - comentó - entiendo, lo siento.
- Tampoco te sobrepases con el niño - comentó Aislinn - en fin, les traigo algo para que coman, deben estar agotados.
- Muchas gracias - dijo Balthazar - siempre tan atenta mi amada.
Aceptó una manzana que estaba junto a un bollo de pan que había preparado.
La mujer tomó un paño húmedo, para pasarlo por el rostro de su esposo, luego a su hijo quien se acercaba empapado en sudor.
- No quise ofenderlos - dijo Andrew - pero es que la situación es cada vez más extraña, ustedes manteniendo una juventud, mientras que las personas de mi edad, sus padres se ven muy mayores.
- Acaso, deseas verme vieja? - increpó Aislinn - tienes la suerte que tu madre se vea tan jovial como en sus mejores años, en los cuales sigo.
- Comprendo tu inquietud hijo - comentó - deseas saber el por qué parecemos de veinticinco años, cuando tu tienes ya diecinueve.
- Exacto Padre, no entiendo la razón - comentó - se que hablan con el tío Paralio acerca de esto, a lo cual nunca escuché, pero siento que tengo la edad de saber.
La pareja guardó silencio y asintieron al mismo tiempo.
Fueron a su casa, mandaron a llamar a Paralio, conversaron el resto de la tarde, todo lo ocurrido, desde que ellos se conocieron, pasando por el arduo entrenamiento de Balthazar, hasta el día que comenzó el eclipse eterno, que hasta el día de hoy continuaba, como escaparon, vivieron, hasta encontrarse con su actual amigo y médico.
- Osea que ustedes han vivido ya en este reino por más de cien años, pero a su vez nacieron hace más de doscientos - comentó Andrew sorprendido - por eso su conciencia del tiempo es distinta, aunque de hecho, a mí me afectó, la heredé.
- ¿A qué te refieres hijo? - comentó Aislinn - has crecido muy rápido, mis amigas me dijeron que era así, pero en tu caso fue demasiado.
- Las personas con las cuales jugaba o peleaba cuando era un niño - comentó - tienen una edad cercana a los treinta años, mi tiempo pasa más lento, pero no como ustedes, por eso en poco tiempo los alcanzaré y por último…
La madre tomó la mano del joven.
- No importa lo que ocurra - comentó - tu siempre serás mi niño chiquito.
- Pero cómo será todo si termino siendo mayor que ustedes? - exclamó nervioso - que pasaría en ese momento, que pensará la gente.
- Lo que opine el resto del mundo no es importante - respondió su madre - estaremos para ti, en ese momento.
- La gente los mirará extraño - dijo triste - los apuntarán de monstruos, que ya lo han dicho anteriormente y bueno, he tenido que callarlos.
- Has hecho bien hijo - comentó su padre - pero nosotros no somos inmortales, seguimos siendo humanos y en algún momento tendré que volver a enfrentarme a esos supuestos dioses - pausó - los mataré y volveremos a ser como otros humanos y retomaremos la existencia.