El Caballero Negro

Parte 2

— Debe ser un desperfecto en los registros... además te insisto, yo puedo saber quién es quién.

— Llevas mucho aquí para ya poder distinguirlos — lo miro fijamente — ¿Qué hiciste?

— Ella es muy dulce.

— Es tu preferida.

— Dile así... lo siento, la traslade al refugio C ¿Me reportarás?

—No, pero no lo hagas más. Creo que llevas mucho con esos humanos, ya le estás tomando cariño y le pones hasta nombres, recuerda solo son nuestro trabajo, nada más.

— Estoy seguro que ella será feliz con Onti... quiero decir con 6238c, él la protegerá de cualquiero peligro, algunos de los animales son muy peligrosos, por suerte ya hace un mes que están en un grupo de adultos, y ya se están consolidando como pareja.

— ¿Mandaste a los dos juntos? Solo debe ser uno a la vez, esas son nuestras instrucciones.

— Tuve miedo que ella fuera unida a otro, o que él tomara a otra si no iban los dos en el mismo envío.

— ¿No hiciste eso porque ella fue una de las elegidas para ser de las primeras que se queden con sus crías luego de parirla? — miró a unas incubadoras donde estaban los bebés que tenían menos de tres meses, luego pasarían a una guardería, al cumplir un año eran enviados con los infantes mayores — por eso la pusiste con un mejor espécimen que el qué podría haber tenido.

— Si ella, como las otras elegidas logra llevar a su cría a la adultez, a las demás se les permitirá intentarlo... ¿Eso quieres o no? 

— Sabes que quiero volver a casa, pero nuestro deber como seres más avanzados es evitar que se extingan, y si los dejamos a su suerte todos morirán como casi pasó milenios atrás.

— Sé que si no hubiéramos intervenido su especie ya estaría extinta. Quedaban muy pocos cuando tomamos el planeta bajo nuestro cuidado... hace 5.000 años.

— Ahora que lo recuerdo, tu fuiste el primero que llegó, intercediste mucho por este planeta, aunque eran demasiado salvajes. Lo mejor fue cuidar a los pequeños, y que a la edad justa se unieran a las tribus de los adultos. Recuerdo cuando llegue... incluso se comían a los más débiles, era como los demás animales del lugar.

— Pero las cosas cambiaron, su hábitat mejoró, la radiación que no pudimos eliminar ya casi ha desaparecido, lamentablemente tuvimos que destruir a todos los seres contaminados, incluso derribamos sus construcciones. Por suerte pqra ellos ahora los animales son abundantes, y no cambiaron mucho con la radiación que recibieron. Ellos son su mayor fuente de comida, el error que cometieron sus antepasados ya termino, por fin la atmosfera está perfecta para ellos, estoy seguro que podríamos dejarlos solos para que por fin se desarrollen sin ayuda de nadie.

— Eso espero, sino seguiremos por otros 5.000 años de su mundo cuidándolos... ya quiero volver a nuestro mundo.

— En cambio yo pediré quedarme.

— ¿Serás su vigilante?

— Sí, les he tomado cariño a través de este tiempo.

— Allá tú si quieres perder algunos de tus miles de años de vida con estos primitivos, yo apenas pueda pediré mi traslado.

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En la Tierra, años después, Flor de 17 años, se había unido hacía un año atrás con Onti, en una linda ceremonia. Ahora que estaba embarazada, pensó que todo sería alegría, pero pronto sintió una gran angustia.

— No puede ser cierto, entonces.... ¿Mi bebé...?

— Así es, apenas nacen se los llevan, yo tendría una hija de tu edad, pero no era como tú, su cabello era rubio, y de ojos claros — la mujer miró melancólica al cielo, rezó una plegaría para que su pequeña estuviera bien.

— Que horrible, ahora entiendo todo, los dioses se llevan a los bebés, los cuidan donde estuvimos y nos regresan con los adultos cuando ya somos más grandes... pero lo que no entiendo es para qué.

— No hay que cuestionar a los seres superiores, es como debe ser, ellos nos dan los niños para cuidarlos cuando ya podemos hacernos cargo de ellos. Aunque no sabemos de quienes son hijos.

— No les daré a mi bebé, si debo luchar contra ellos lo haré, ya les ganamos una vez.

— No digas eso, los dioses no deben ser cuestionados.

Los meses pasaron muy rápido, produciendo una gran angustia en Flor y Onti.

Hasta que por fin llegó el día, la bebé nació.

— Por favor dioses — el padre rezaba afuera de la tienda, de rodillas — han sido tan buenos conmigo, me unieron a mi amor, nos han cuidado siempre ¿Podrían dejar a la niña conmigo? Flor y yo prometemos cuidarla, nada le pasará.

La mujer recién parida salió de la choza de parto con la pequeña en brazos, cayó también de rodillas y rogó hasta que su voz se volvió ronca, toda la tribu se unió a su petición, las mujeres lloraban para que la recién nacida se quedará en los brazos de su madre, una hora después, al ver que no apareció la luz para llevarse a la bebé, toda la tribu saltó de alegría.

— Lo hicimos mi amor, los dioses nos premiaron dejando a nuestra hija con nosotros.

— Dioses, prometo cuidarlas, seré el mejor padre, gracias.

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Diez años después, en la nave que rodeaba al planeta, un ser humanoide estaban feliz, de todos los bebés que habían nacido en ese período, más del 90 por ciento estaba con buena salud, los que habían muerto fue por accidentes, o ataques de animales. Los niños que vivían ahora con sus padres eran atendidos por robots que les daban medicinas o les ponían vacunas en la noche, para lo cual dormían a toda la aldea, así la raza mejoró muy rápido, los cuerpos producieron anticuerpos que los hicieron muy resistentes a las enfermedades. 

El Consejo Estelar decidió que ya no se llevarían a los recién nacidos, y que los que todavía estaban en el refugio de niños serían enviados con sus padres, quienes en "sueños" recibieron la noticia, al otro día la luz dejó a los pequeños con sus progenitores, todos estaban felices en las aldeas.

"Espero que esta vez hagan las cosas mejor".



#1167 en Ciencia ficción

En el texto hay: esperanza

Editado: 30.05.2023

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