"El Cadàver De Lo Que Amè"

PARTE 1: ¿EL CADÀVER DE ZAMORA... DESAPARECIDO?: (CONCURSO LITERARIO: NAVIDAD PARA TODOS)

“EL CADÁVER DE LO QUE AMÉ”

AUTOR:_KRYST C. LYONELS

 

Esa Navidad de 2054, Ernesto Zamora, un joven asesino mexicano, de veintitrés años de edad, estaba preso en EE.UU. Fue apresado en un hospital, tras matar un bebé, y acribillar a los policìas, quienes lo detuvieron.

 

 

Ellos dispararon, hasta conseguir abatirlo.

 

 

- ¡Muere!- chilló uno de los agentes, mientras el sádico asesino, cayò con violencia, a causa de una herida. Al mismo tiempo, que un reguero de sangre, tiñó de rubí locura, los blancos mosaicos de la sala.

 

Y, a unas salas de allí, su mujer, Lina, daba a luz al hijo de ambos. En ese mismo momento, los policías me llevaron a la Sala de Urgencias. Un doctor de pocas arrugas y largo mentòn, Foxwill, me mirò de arriba abajo y tras indagar sobre lo que pasò, dijo, en mal español: «Hay que operar urgente".

Fue peor mi malaria, cuando aún bajo los efectos de las heridas, y producto de mareos, me desmayè en brazos deFoxwill. Y, Foxwill y su equipo, me inyectaron sangre…

 

Pero de repente, el aparato, que marcaba el número de pulsaciones por minuto, emitió un hòrrido chillido.

 

 

¡Se muere, Foxwill!- alertó una de las mèdicas.

¡Lo sé!. Y apurò a su equipo, a que sacara la bala de mi cuerpo.

¡Apúrense!

 

 

Y asì, la Dra. Halley, tras previa incisión en abdomen, logró quitar, un

Sanguinolento objeto de metal: ¡La bala!

 

 

 

Todos los médicos, se alegraron. Pero, de repente, mi cuerpo convulsionó con violencia, como un epiléptico…

 

 

En tanto, el odioso aparato medidor de pulsaciones, emitió de nuevo, ese pitido, mientras, en la pantalla, se notaron irregulares gráficos, que decían solo una cosa: yo, Zamora, estaba entre la vida y la muerte.

 

 

¡Rápido!

¡Usen ondas de electrochoque!

 

 

¡Ahora!

 

No funcionó. Mis signos vitales bajaron con rapidez..

 

¡De nuevo!- aulló Foxwill, desesperado..

 

Repitieron el proceso..

 

Lo mismo. Mi cuerpo, parecía no poder zafarse de las garras del infierno. Y Foxwill, dictò que me pusieran sangre y probar otra vez.

 

El cuerpo quedó apenas en el aire, para caer luego con pesadez contra la camilla.

 

Y todo fue en vano. El puto asesino, no pudo despertar de su sueño mortal. Era como si el mismo diablo se estuviese fumando el habano del pobre rocío que tenìa de vida.

 

No obstante, Zamora, no volvió en sì. Y, tras media hora, sin mostrar signos de vida, Foxwill y su cuerpo médico lo dieron por muerto. Y de inmediato, se trasladò el cuerpo, rumbo a la Sala de Autopsias, donde un perito, fijarìa, las posibles causas del deceso. Y, luego, se informaría a familiares y allegados. Además de firmar y autorizar, el certificado de defunción post mortem.

 

Tras hacer la autopsia, el perito aclarò, que Zamora, pereciò, por “muerte súbita”: (por una enfermedad del músculo del corazón. La primer persona, en saber del deceso de Zamora, fue Lina. La que, afectada por el choque de la noticia, se descompuso, y se la internò de urgencia, a raíz de una depresión aguda. Además, Lina, estuvo dos semanas internada y bajo el efecto de fuertes antidepresivos, los que la dejaban como drogada. Y, pese al gran cuidado y custodia, en varios momentos, los médicos debieron encerrarla y sacarle toda cosas punzante, como cuchillos y navajas, dado que se la vio, en una ocasión, con varios cortes en cuello y espalda, además de intentar suicidarse, por falta de alimentos. Sumado a que se negò a amamantar a su bebé, y en general, su estado era pèsimo.

 

Y luego de un mes de cuidados médicos, Lina y su bebé, volvieron a casa de los padres de Lina, ubicada en Sinaloa. Cuya ciudad más poblada, se llama: Culiacán. Allí, Carlos y Yuliza, cuidarían de su hija y del bebè, de nombre: Eliàn. Carlos, vendìa semillas agrícolas, y tenía una pequeña empresa a su cargo. Y Yuliza, vendìa artesanías aborígenes mexicanas. Y ademàs se ganaba la vida, como maestra en un instituto para niños sordomudos, allí, en Sinaloa. En tanto, en el hospital de Houston, el cuerpo médico, trasladò el cadáver de Zamora, rumbo a la funeraria más cercana. Una antigua, de capital judío, a kilómetro y medio de distancia del hospital. Su nombre, era: Saint Lucy´s Hospital. Tiempo después, tras hacer un íntimo velorio, para allegados y familiares, y, tras despedirse del difunto, èstos , dijeron que no tenían intención de exponer el cuerpo a cremación, y optaron por un entierro íntimo en el antiguo “Cementerio Municipal de Sinaloa”.

 

 

Además, la empresa funeraria Hodysse, se haría cargo del traslado internacional, como ademàs, de proveer un buen ataúd, hecho de las más nobles maderas de robles y cerezos de la zona.




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