"El Cadàver De Lo Que Amè"

PARTE 2: "PISTAS FALSAS, UN VIDENTE Y LA APARICIÒN DE ZAMORA"

- ¿Sí?

- Creo que hallamos a Zamora…

- ¿En serio?- inquirió dudando, Mìchel.

- ¿Evidencia?…

- Cutis trigueño, ojos marrones, tiene harapos con manchas… de lo que sería sangre.

- Además, tiene cicatriz en el cuello, en forma de estrella, similar a…

- ¡Rayos! ¡Debe ser Zamora! Aunque, de veras me sorprende que lo hayan atrapado tan fàcil…

- Sí, es cierto.

- Pero las descripciones son tales…

- ¿Y si no es él?- dijo el jefe, con un gruñido.

- Es posible- espetó Navarro.

- “¡Hay que averiguarlo!”…

- ¿Posición?

- Trece grados:(latitud: este- oeste), veinte grados: (latitud: norte-sur).

- De acuerdo.

- ¡Enviaré a mis fuerzas ya!

- ¿Dónde hallaron a Zamora?- dijo el jefe.

- En Morelos, a cien kilómetros, del C.M. de Sinaloa.

- ¡Muy bien!

- ¡Gracias por el dato, agente Machado!- concluyó Alba.

- ¡Cambio y fuera!

- ¡Hasta pronto!

 

Y luego, ambos, cortaron llamada. De inmediato, una tropa versada en tácticas de combate, explosivos y negociación de rehenes, partió con rapidez, rumbo al destino. Las Fuerzas Especiales, eran escoltadas por tropas de militares y francotiradores. Llegaron al lugar. Bajaron de los autos.

A pocos metros, había un gran bosque. Y, el rojizo crepúsculo ardía en el firmamento como un volcánico corazón, a punto de volar en pedazos.

 

Las coordenadas marcaron el corazón de una cueva. Las patrullas, miraron la zona. Los perros recorrían la zona, buscando pruebas. No lo sé, algùn, algún indicio que delatara la presencia de Zamora. Y de repente, se oyó un disparo:

 

- ¡Cuidado! ¡Nos disparan!- alertó Alba, en tanto, uno de los peritos, fue asistido de urgencia, por un disparo. Y en ese momento, uno de los perros, halló un extraño pozo, el cual fue cubierto de césped artificial.

 

Además, yacían plantadas en el césped, coloridas flores, las cuales viraron su tono al negro a medida que los policìas se acercaron a ella. Y lanzaron por sus hojas, un curioso líquido rubì, el cuál coronó al césped. Y en ese instante, uno de los canes, mordió sus hojas.

 

Y, tras escupir sangre y perder con rapidez, sus cinco sentidos, Alba, notò, como en sus lechosos ojos, creyó ver a lo lejos, una imagen divina. Al parecer, una virgen. Luego, el perro bamboleó los ojos y estalló de repente, dejando la hòrrida postal de huesos, vísceras y sangre, tiñendo de carmín, la pastosa tierra.

 

- ¡Oh, por Dios!

- ¿Qué rayos es esto?

- Uno de nuestros canes ha muerto- espetó Alba, mientras se sacaba los restos de sangre, que yacían letales, sobre su cara.

- ¡No toquen las plantas! ¡Parecen venenosas!- advirtió Alba, a sus dirigidos.

- ¡De acuerdo!- gritaron todos. En tanto, los peritos analizaron las cosas halladas, tras quitar la gran capa de pasto, que las cubría…

 

Había restos de dientes, (al parecer, de animales), una camisa blanca, con una extraña sustancia, un gran libro, sellado con candado, con raras inscripciones en antiguos dialectos, y un curioso cristal celeste, de forma ovalada. Juntaron los objetos, y la primer partida de peritos, tras clasificar las muestras, se dirigió rumbo al laboratorio. De repente, se oyó un disparo, al tiempo que una cegadora luz, nos quemó los ojos. Cuando por fin logré abrir los ojos, me topé con el horror en carne propia. Al menos, veinte de mis hombres, yacían moribundos, mientras, muchos, tenìan extraños síntomas, como alucinaciones, enrojecimiento cutáneo y vómitos. Además, de llamativos desprendimientos de partes de sus cuerpos: y a la mayoría, arrancaron los ojos y el corazón.

 

Sólo sobrevivieron Valencia, yo, y tres hombres de la milicia. Intrigado, pregunté a Valencia, sobre lo sucedido. Me dijo, que no recordaba nada. Sólo recordaba la dudosa imagen de una virgen, dàndole un bastón alado. - ¡Fue como un terrible sueño!-añadió luego.

 

- “Supongo que fue ella, quien nos salvó”- agregó.

 

En ese preciso instante, sonò el teléfono…

__ ¿Quièn es?

__ El hermano de Zamora.

__ Èl no se halla en Morelos.

__ ¡Èl se halla en la Basìlica San Padio!

__ Acaba de comulgar.

__ ¿Dònde està ubicado ese sitio?

__ En Leòpolis, Ucrania. Frente a un puesto de bebidas famoso.

__ ¡Vengan ya!

 

Y luego, enviamos fuerzas hasta el lugar citado. Ni rastros de Zamora. Entre el gentìo, nos topamos con un viejo de gafas negras. Nos parò. ¡Era un vidente natural! ¡Y nos dio las coordenadas correctas!

__ Muchas gracias, Monsier Dufraut.

__ Adièu.

A todo esto, un vagabundo con caperuza, comía restos de carroña en el interior de las sábanas de un bosque. El viento, soplò deprisa, y la temperatura,bajò, hasta los doscientos diez grados bajo cero. A pocos metros de allí, un hospital de neonatología de Sinaloa, se consumía, bajo la diabólica sinfonía de las llamas. Tras la ingesta de carroña, el vagabundo, extrajo sangre, y, luego, se la bebió, mercerd a la ayuda de un cuenco de madera.




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