El café de los disfraces

Capítulo 4.- El chico del café

Durante el vuelo, las chicas estaban entusiasmadas, platicaban sobre lugares y comidas, Lidia y Susan compartían asiento, Laura y yo estábamos en el asiento detrás del de ellas yo estaba un poco preocupada y para que no se dieran cuenta, trate de dormir como me lo habían sugerido antes.

 

No sé cuánto tiempo transcurrió desde que dejé de escuchar sus voces, el ruido también dejó de escucharse a la distancia, luego mi nombre resonaba en mis oídos, al principio era un susurro, después un grito desesperado.

 

  • ¡Nue!! — gritaba Susan — ¡despierta! — repetía dándome ligeros golpecitos en el rostro.
  • ¡Al menos una de nosotras si durmió — dijo Lidia divertida a lo lejos,

 

Después de varios intentos, me enderece sobre mi asiento.

 

  • Perdón chicas, estaba algo cansada —me excusé apenada.
  • Hora de bajar bella durmiente — dijo Laura ayudándome a levantar.
  • Vamos directo a la casa, quiero darme un baño — pidió Lidia oliendo su blusa.
  • Creo que deberíamos ir a cenar — siguió Susan y las demás la vimos confundidas. — ya tengo hambre, ¿ustedes no? — preguntó en un tono serio y eso hizo que todas riéramos al unísono.
  • ¿No sería mejor dejar el equipaje antes? — pregunté al aire y las chicas asintieron en respuesta.
  • Entonces tomemos un taxi, dejemos las maletas, y vayamos por algo de cenar ¿Qué les parece? — preguntó Laura con una sonrisa a todas.
  • ¡Hagámoslo!, me daré un baño después de cenar — dijo convencida Lidia y con eso estaba decidido.

 

Tan pronto bajamos del avión, tomamos un taxi para ir a dejar las maletas a casa de la prima de Laura, el trayecto fue tranquilo, reíamos y admirábamos la gran ciudad, era preciosa, los edificios eran enormes, las luces iluminaban cuanto había a nuestro paso, pese a que los habitantes aún seguían yendo por sus calles, el tráfico había disminuido considerablemente.

 

Al llegar a la dirección que Laura tenía en su teléfono, nos topamos con una casa de dos pisos de color ladrillo con ventanas amplias y luminosas. Al frente podía verse un modesto jardín, entonces me pregunté cómo sería la casa del señor Fray.

 

  • Aquí es chicas, bajen sus maletas — dijo Laura descendiendo primero del vehículo y detrás de ella el conductor quien abrió la cajuela.
  • ¡La casa es enorme y muy bonita! — chilló Susan en cuanto se bajó del auto.
  • ¿Puede llevarnos a otro sitio chofer? No tardaremos mucho en esta parada — al bajar su maleta, Lidia pidió al taxista.
  • Si, por supuesto — dijo amable el hombre, antes de verme de reojo. — déjeme ayudarle — sugirió cuando me vio tratar de bajar mi equipaje.
  • Muchas gracias — le dije cuando me entregó la maleta.

 

Laura abrió la puerta con destreza, el vestíbulo estaba oscuro por lo que no pude ver nada, ella tomó las maletas de todas nosotras y las arrojó dentro al azar.

 

  • Las acomodaremos más tarde — dijo antes de cerrar la puerta, luego todas volvimos al taxi.

 

Laura escogió cenar en aquel sitio sencillo en el centro de la ciudad, después de que todas habíamos coincidido que queríamos algo casero. Se veía acogedor decorado con colores rojizos, cortinas blancas y luces sobre las mesas, creo que también le daba un toque romántico.

 

Una señora de amplia sonrisa que usaba un uniforme rojo, se acercó a tomar nuestra orden.

 

  • Buenas noches, aquí tienen el menú. — dijo acomodándolo frente a cada una. — llámenme cuando estén listas para ordenar. — dijo amable, pero Laura soltó de repente.
  • Pediré tacos, tráigame 4 de carne asada, una soda de cola light — dijo Laura dejándonos sorprendida y tuvimos que ordenar de inmediato.
  • Quiero espagueti y un jugo de Naranja — dijo Lidia.
  • Yo quiero arroz, pollo y verduras, con una cola también — dijo Susan, luego todas me vieron fijamente.
  • Dos quesadillas especiales y un agua de horchata — dije apenada.
  • Enseguida — dijo la mujer antes de marcharse contenta.
  • Cuando tenga un novio la traeré a cenar aquí, es tan hermoso — dijo suspirando Lidia y las demás fingimos que no la escuchamos para que no se sintiera apenada.

 

Al terminar de cenar, volvimos de inmediato a casa de la prima de Laura, el tiempo se nos estaba acabando, llegamos apresuradas, subimos las maletas al piso superior, Laura y yo dormiríamos en el cuarto de su prima, Susan y Lidia dormirían en el cuarto de huéspedes.

 

Tras acomodarnos, procedimos a darnos un baño.

 

  • Nue ¿te molestaría darte un baño primero? — se giró hacia mí. — debo hacer una llamada antes — se excusó.
  • Claro, no hay problema. — le sonreí mientras tomaba mi ropa interior y la dejaba sobre la cama.
  • ¡Eres un amor! — dijo guiñándome.




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