El café de los disfraces

Capítulo 5.- La heredera

Fuera del local, inhalé y exhalé con calma para tranquilizarme, el tibio aire nocturno ayudó a refrescar mi mente, pero mi rostro seguía hirviendo y de ninguna forma pude calmar los furiosos latidos de mi corazón.

 

No acababa de entender cómo es que las cosas habían terminado de esa manera, en mi aturdimiento escuché una voz que reconocí de inmediato.

 

  • Buenas noches, señorita Fray — dijo el hombre frente a mi haciendo uso de un tono amable.
  • ¿¡José!? — no pude ocultar la sorpresa.
  • Felicidades por usar su nombre por primera vez — sonrió y aquella acción hizo que me diera cuenta de lo que significaba su presencia fuera del bar.
  • Sabe que estoy aquí — me limité a decirle. — ¡es demasiado pronto, aún me queda tiempo! — protesté, pero mi queja fue ignorada.
  • Apreciaría que me acompañara, su padre desea verla, hay asuntos de urgencia que atender. — señalo el auto en el que había llegado un Chevrolet Traverse de color negro en el que viajaba solo.
  • No es lo que acordamos, ¿por qué te envió realmente? — pregunté. — mis amigas siguen ahí dentro — traté de excusarme.

 

El silencio del hombre ante mi pregunta y el acto de abrir la puerta del auto para mí, me dio la respuesta.

 

Sabía lo que esa orden significaba, según nuestro contrato, Desde el momento que me identificara como Nue Fray había ciertas clausuras con las que debía cumplir, una de ellas era mi circulo social.

 

  • La señorita Fray no tiene amigas… — susurré, luego tomé el teléfono en mis temblorosas manos, vi al hombre junto a mí a los ojos y su mirada delataba lástima por mí.
  • Usted decidió asumir su cargo antes, cuando hizo uso legal de su nombre. Usted sabe lo que eso significa, lo lamento — dijo con pesar.
  • Mis cosas… — alcancé a decir antes de que mi voz se rompiera.
  • Han sido trasladadas a la residencia, mañana por la mañana enviaremos un juego nuevo de todo lo que usted lleva puesto a quien se lo prestó y cubriremos los gastos de las jovencitas, incluyendo su pasaje de avión en primera clase. — dijo tratando de hacerme sentir mejor, pero no funcionó. — pero usted debe terminar su relación con ellas pronto y de forma limpia. — condicionó.
  • ¿Qué hay de mi madre? Ella aún me espera en casa. — dije desanimada.
  • La señora llegará en una hora a la residencia — dijo viendo su reloj.
  • ¡No escuche nada sobre eso! — chillé, pero no hizo que José se inmutara en absoluto.

 

No podía creer lo que estaba diciendo, ella había acordado vivir en la residencia conmigo y no me lo dijo, la situación estaba resultándome desesperante. Di un suspiró que me rompió el alma y escribí un mensaje cruel en el grupo de conversación que contenía el número de todas:

 

“¡Gracias por invitarme, esta noche ha sido divertido!

 

Lamentablemente debo irme antes; sin embargo, he dejado la cuenta abierta para que ordenen lo que quieran, también he cubierto todos los gastos durante su estancia y su traslado a casa.

 

Con esto queda concluido cualquier lazo que hayamos tenido y cualquier deuda moral, por favor no vuelvan a llamarme.

 

Cordialmente: Nue Fray”

 

Cuando la alerta me indicó que el mensaje había sido entregado, salí del grupo de mensajería, miré a José con lágrimas en los ojos y le entregué mi teléfono antes de subir la camioneta.

 

Tragándome la pena, abordé el auto con José como se me había ordenado, el trayecto fue largo y ya no estaba disfrutado de esa noche, durante el viaje el sonido de la música clásica que llevaba me relajo, José no dijo nada, solo condujo.

 

Al llegar a nuestro destino, una punzada de nerviosismo me despertó súbitamente cuando el motor dejo de hacer ruido.

 

  • Hemos llegado señorita — anunció abriendo la puerta trasera el hombre de piel morena.

 

Cuando descendí del auto, mi madre estaba ahí de pie afuera de aquel portón color oro, llevaba un vestido color rojo y su cabello estaba arreglado, parecía de la realeza.

 

  • Es verdad estas aquí — dije sorprendida.
  • Supongo que usaste tu nombre antes — dijo con pesar.
  • ¿No soy la única que cometió ese error verdad? — tratando de disimular mi estado de ánimo, bromee con ella, pero su mirada me dijo que no podía engañarla.
  • Carlos me explicó el acuerdo legal sobre la casa, dijo que ahora está a tu nombre — dijo seria. — Después de que llegaras aquí, me llamó y envió por mí. — su mirada quedó varada en el horizonte.
  • Lamento interrumpirlas, pero sería mejor continuar la conversación en la residencia — dijo José acercándose a nosotras.




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