El café de los disfraces

Capítulo 6.- La despedida de los hermanos Bracamonte y el nuevo inicio.

Después de aquella inesperada noticia, a la mañana siguiente cancelé una ridícula lista de lugares que según Carlos Fray debía visitar, seguía molesta por lo que me había hecho y esa excusa me función pese a que María y Lucia pusieron todo de su parte para convencerme, pero no lo lograron.

 

Ahora mi prioridad debía ver a mis dos queridísimos amigos de la infancia, ellos habían llegado desde tan lejos solo para visitarme, nada era más importante que ellos y claro, el contrato no los mencionaba, porque el señor Fray no sabía nada de su existencia.

 

Con ayuda de mi madre, los cité en el mall de la ciudad a la una de la tarde, me arreglé de lo más sencillo, no quería que ellos notaran de inmediato la diferencia, usé un pantalón de mezclilla, unos tenis color blancos y una playera blanca con conejos en ella, tomé una mochila y una gorra para completar mi atuendo. Lucia me acompañó pese a mi renuencia en ir sola y Adrián condujo hasta allá, ambos dijeron que era algo a lo que debía acostumbrarme pronto.

 

Cuando llegué, pedí a Lucia mantenerse a la distancia, no quería que Anthony o Karla lo descubrieran, ella aceptó mi egoísta petición y yo me acomodé en una de las mesas que quedaban a las afueras como ella me dijo mientras, Lucia estaba de pie a unos tres metros de mí.

 

Me mantuve viendo el horizonte, tratando de descansar mis pensamientos, especialmente la parte de mí que abandonó a sus amigas en un abr de la ciudad dejándolas con un mensaje de texto cruel, talvez en el fondo, si era muy parecida a Carlos Fray y los sentimientos de los demás no me importaban, aquella idea me hizo sentir realmente mal, mis ojos se humedecieron.

 

Me sentía tan miserable, viendo a las personas que venían y se marchaban dentro de aquel enorme lugar lleno de música accesorios caros y gente ostentosa.

 

Mientras estaba distraída, un par de zapatillas color rosa hicieron ruido al tocar el mármol debajo de mi mesa.

 

  • ¡Hola! — aquella hermosa voz, pertenecía a la chica rubia que ahora estaba tocando mi hombro, apareciendo desde atrás de mí, luciendo un bello vestido rosa llamativo típico de ella y su rubio cabello atado en una coleta, detrás de ella, su hermano apareció con una sonrisa discreta.
  • ¡Cuánto tiempo! — dijo con su característica forma de hablar.
  • ¡Chicos! — chillé en cuanto los vi.
  • ¡Muchas felicidades por tu graduación! — dijo Anthony viéndome con aquellos ojos azules que reflejaban ternura.

 

Él vestía una camisa celeste, pantalón blanco y zapatos celestes, llevaba consigo un ramo de rosas que colocó frente a mí a modo de regalo y su sonrisa se asomó.

 

  • ¡Muchas gracias Anthony! — de un salto me puse de pie, los tres nos abrazamos con fuerza y al sepáranos lentamente, vi mi rostro en aquellos ojos azules que hacía tanto no veía.
  • ¡Disculpa por llegar hasta ahora, has pasado por mucho! — dijo juntando las manos en sobre su pecho a modo de disculpa Karla — Debes pensar que soy muy mala amiga. – dijo apenada ella.
  • ¡Claro que no! Muchas gracias por venir —la envolví con mis brazos de nuevo, pesé a que nos habíamos visto poco en persona, ellos siempre respondían mis mensajes y cuando era posible hablábamos por teléfono o por video llamada.
  • Queríamos venir antes, pero hemos tenido asuntos de urgencia que nos lo han impedido, la salud de nuestro padre no ha sido buena — se excusó Anthony — Aunque sé que esa no es excusa para venir hasta ahora, tienes derecho a estar molesta — dijo condescendiente como de costumbre “el príncipe”.
  • Tranquilo, ahora entiendo perfectamente la situación. — dije con pesar para mí misma. — estas aquí, eso es suficiente — le sonreí antes de tomar asiento y eso lo confundió.
  • Siempre estaremos para ti — dijo Karla con sinceridad y ante aquellas palabras no pude más que sonreír, luego ella se sentó junto a mí, indicándole con la mano a su hermano que se nos uniera y él lo hizo a su debido momento.
  • Karla mencionó esta mañana que estabas quedándote en esta ciudad y me sorprendió. — dijo Anthony.
  • Es una historia larga de contar — dije tratando de restarle importancia.
  • También me pareció extraño que no respondieras tú teléfono ¿de verdad cambiaste el numero? — dijo dubitativo.
  • Sí, mi madre y yo decidimos vivir aquí un tiempo y cuando llegué, cambié de numero — dije a medias, evitando su mirada.
  • ¿Desde cuándo? — preguntó tomando mi mano — Pensé que querrían quedarse cerca de tu padre — mis ojos volvieron a él cómo imanes ante sus palabras. Al notar su imprudencia, Anthony comprimió sus labios y frunció el ceño ante sus propias palabras. —¡Perdona, no era eso lo que… yo no quería! — balbuceó apenado, fue cuando su melliza habló.
  • ¿Qué tal si lo hablamos después de comer algo? — sugirió oportunamente Karla para cambiar el tema incomodo acariciando el cabello de Anthony, era sin duda la mayor de los dos.
  • Claro — respondí conflictuada y él joven de cabello rubio se mantuvo en silencio.
  • Anthony, que tal si vas a ver que hay en el menú — dijo señalando el restaurant con las mesas al aire libre en el que ya estábamos sentados, ante la petición de su hermana, el joven se puso de pie sin objetar y mientras se alejaba con expresión de culpa ella agregó — y tomate tu tiempo hermanito — dijo con algo de burla disimulada y su hermano se deprimió un poco más, en cuanto estuvo lejos, ella me miró a los ojos y dijo. — Disculpa a mi hermano Nue, tu sabes que él es incapaz de decir algo para herirte deliberadamente — sus palabras eran de genuina amabilidad, luego su tono cambió. — ya estoy hablando como el, con sus palabras raras — dijo haciendo muecas graciosas y eso me hizo reír.




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