Capítulo 12.- Mala suerte, trae más mala suerte
Al verme a mí misma en el reflejo de la camioneta en la que llegué, fui consiente de como mis manos y piernas temblaban, mi corazón latía como loco y mi cara estaba totalmente roja, no podía creer que me había puesto así por aquel chico y me disgusté conmigo misma por eso, mientras tenía un debate interno José salió a toda prisa y me encontró en aquel lamentable estado.
- ¡Señorita! — dijo. — ¿¡Se encuentra bien!? — Repetía al tiempo que buscaba con la mirada si había algo mal en mí. Ante la lluvia de preguntas, incliné mi cabeza para esconder mi estado, luego me limité a responder.
- Estoy bien — dije. — Yo, me demoré en el baño pensando muchas cosas, luego me asusté de volver a la mesa y salí corriendo, eso es todo — mentí, los ojos de José dejaban en claro que no creía nada de lo que yo estaba diciéndole,
- ¿Está segura? — insistió.
- De verdad estoy bien — repetí, pero esta vez más serena. — lo resolveré después, ahora solo quiero ir a casa. — Pedí
- Como ordene — dijo, luego abrió la puerta del vehículo para mí y condujo de regreso en silencio.
Insistí para que José no le dijera nada a mi padre, prometí que le contaría yo misma cuando estuviera lista, en tanto José me dio su palabra, dijo que investigaría ese tipo del bar y me haría saber quién era.
Aquella noche me fue difícil conciliar el sueño, estaba asustada, preocupada y agitada. Solo deseaba que el tiempo retrocediera y borrara todas mis malas decisiones hasta esta noche, lástima que aquello sea imposible.
Por la mañana, una de las muchachas del servicio, me dijo que Carlos Fray había pedido que atendiera una reunión durante el desayuno con él, la idea de que sospechara algo de lo que había pasado anoche me aterró, pero no podía escapar, así que obedecí a su llamado.
- Nue — dijo en cuanto me vio bajar las escaleras. — Te ves cansada. — acertó, mientras bebía su café.
- Buenos días — dije a secas mientras el personal servía mi desayuno — He estado algo ocupada con la escuela, eso es todo — me limité a responder, luego tomé asiento. Me disponía a probar los alimentos, cuando él dijo.
- Supe que te reuniste con alguien — dijo vagamente — me gustaría que habláramos de ello — su mirada que antes estaba enfocada en su teléfono móvil, se clavó en mí, rápidamente bebí un trago de jugo para disimular mi pánico. José ese traidor, pensé.
- ¿Perdón? — fingí ignorancia desviando la mirada.
- Lucia me informó que te reuniste con un compañero en el cine. — dijo perspicaz.
Mi alma volvió a mu cuerpo. Sonreí discretamente y luego respondí.
- Era parte de un proyecto escolar, vimos un documental para un trabajo en equipo, eso es todo. — Dije.
- Entiendo. — Respondió. — ¿Quién es tu compañero de equipo? — Sabia que sus preguntas estaban hechas con la intención de indagar, pero no iba a dejar que me sorprendiera con la guardia baja de nuevo.
- El líder de carrera. — dije antes de engullir un bocado. — No soy allegada a ningún compañero salvo Estrella y ella estaba ocupada con algo más, así que le pedí al jefe de grupo que fuera mi compañero, de lo contrario, tendría que hacerlo todo sola.
Un corto silencio anuncio que aquella respuesta no era la que estaba esperando, pero no preguntaría nada más, dije algo que hirió sus sentimientos, yo su hija, no tenía ningún amigo en esa clase. Era más que obvio que Carlos estaba intentando construir una relación cercana conmigo, ambos sabíamos que él se sentía ligeramente culpable sobre mi precaria vida escolar, aclaró su garganta y volvió a intentar conversar conmigo.
- ¿Qué película vieron? — preguntó amablemente, tratando de volver a la charla inicial.
- Vimos un documental sobre murciélagos. — contesté, restándole importancia.
- ¿Te gustan los murciélagos? — dijo animado.
- No, me dan miedo — Me limité a responder. — Aquello lo desconcertó, pero desistió de inquirir a fondo.
- Ya veo — dijo incomodo — ¿Qué tal las clases extras? — preguntó.
- Igual que siempre, cansadas y estresantes. — respondí tajantemente.
- Oh... — exclamo ligeramente frustrado, luego su teléfono sonó, permitiéndonos terminar aquel tortuoso desayuno.
- ¿Puedo retirarme? — pregunté oportunamente.
- Si, el coche debe estar listo. — dijo desanimado. — Ten un bien día — Dijo.
- Gracias. — respondí y luego me retiré.
Durante el viaje a la escuela me mantuve callada, quería firmemente ignorar lo que había pasado aquella caótica noche. Una parte de mi gritaba que podía acusarlo con la policía, pero la otra sabia las consecuencias que eso le causaría a Carlos Fray. La cabeza comenzaba a dolerme, así que exasperada di un sonoro suspiro que hizo que el chofer la persona que me asistía lo notaran.
- Solo estoy algo cansada — dije antes de que me preguntaran.
El resto del viaje fue tranquilo, debido a que aquella charla matutina se había alargado, mi llegada al colegio era por supuesto más tarde de lo habitual. Me bajé del auto, me despedí del personal y en cuanto los perdí de vista, me dirigí a la enfermería con la excusa de que me sentía un poco mareada, la enfermera me permitió reposar, con ello conseguí evitar seguir pensando en lo mismo, tras tomar una pastilla para relajarme pude dormir hasta el descanso.
Cuando la campana sonó, me levanté y me dirigí al salón, aún no estaba lista para enfrentar lo sucedido, pero debía seguir adelante. Cuando llegué al salón, descubrí que solo Jarid permanecía ahí.
- Asumo que la señorita Fray tuvo asuntos que atender durante la mañana — dijo. No fui capaz de identificar si había algo más allá de sus palabras.
- Lo siento — me disculpe sin saber exactamente la razón. Entonces conseguí que me mirara.
- Te ves terrible — dijo en un tono más amable.
- Me siento terrible — afirmé. — No pude dormir mucho. — dije sinceramente, pero Jarid no preguntó la razón.
- Más tarde te daré los apuntes relevantes — dijo amable. — Por ahora sería bueno que fueras a comer algo, Castro está probablemente camino al comedor. — dijo recogiendo papeles.
- ¿No vendrás? — Dije de inmediato.
- Iré a entregar esto y las veo allá — dijo.