Capítulo 1: El Lamento de la Brújula

​Escena: La Valeta, Malta. La Biblioteca personal de Ethan.
​La paz en el apartamento de La Valeta se había roto con la llegada de la carta de Alistair Finch. El fragmento de pergamino en latín antiguo: "Veritas in Calicem funditur. Silentium non est optio." (La Verdad se vierte en el Cáliz. El Silencio no es una opción.) confirmaba que la leyenda del Cáliz de Merlín era real y que su amigo estaba en peligro, atrapado por "Los Custodios del Grial".
​La mente de Ethan, entrenada para el descifrado de lenguas muertas, se enfocó en el enigma. Zara ya había comprado los billetes de avión a Londres, dejando a un lado sus planes de consultoría.
​—Si Alistair está en problemas, no se debe a su arqueología, sino a su obsesión con la verdad. Él siempre creyó que la historia de Excalibur era una clave —dijo Ethan, revolviendo los tomos polvorientos de su biblioteca privada.
​Encontró lo que buscaba: una réplica en pergamino del Manuscrito Vercelli, un texto medieval que detallaba las gestas de los Caballeros de la Mesa Redonda y contenía detallados diagramas de sus armamentos.
​El Código de la Espada.
​Ethan localizó el diagrama de la famosa espada de Arturo, Excalibur. El diagrama no solo mostraba la hoja y la empuñadura, sino que también tenía una sección dedicada al interior de la vaina (la funda).
​—Mira esto, Zara. Alistair me habló de esto hace años. La vaina, según la leyenda, no solo protegía la espada, sino que también otorgaba invulnerabilidad. Pero fíjate en el grabado interno...
​El diagrama mostraba una serie de grabados minúsculos e intrincados en el forro de cuero de la vaina. Eran runas anglosajonas invertidas y desordenadas.
​—Alistair teorizó que Merlín no quería que la verdad de la espada se supiera hasta el momento correcto. Es un código cifrado que, al ser frotado por la hoja de Excalibur, se "activaba" o se organizaba.
​Ethan utilizó una clave de descifrado que Alistair había publicado (una sustitución de César rotada) y, tras media hora, el caos de runas se convirtió en esta línea de texto en latín vulgar:
​"Ubi est aqua non est sanguis. In domo domini Aethelred."
(Donde está el agua no hay sangre. En la casa del Señor Aethelred.)
​—"Donde está el agua no hay sangre" es el lema de Los Custodios del Grial: la creencia de que la verdad pura (agua) es más poderosa que la guerra (sangre) —explicó Ethan.
​—¿Y "la casa del Señor Aethelred"? —preguntó Zara.
​Ethan buscó rápidamente en su base de datos. —Aethelred fue un noble menor en la corte de Arturo, conocido por ser el guardián de una antigua Abadía Cisterciense en Wessex, en el sur de Inglaterra. La Abadía de San Oswyn.
​—Un monasterio en ruinas desde el siglo XVI. Un lugar discreto y lleno de historia. Es donde Alistair estaría investigando o, peor aún, donde lo tienen.
​Investigación Geofísica.
​Dos días después, Ethan y Zara llegaron a la zona rural de Wessex en el Land Rover alquilado. La Abadía de San Oswyn era una ruina atmosférica de muros desmoronados y arcos góticos rotos.
​—Los Custodios del Grial no se reunirían a la intemperie. El secreto debe estar bajo tierra —afirmó Ethan.
​Del Land Rover, Ethan sacó un equipo plegable de Radar de Penetración Terrestre (GPR) de última generación.
​—El GPR dispara ondas de radar al suelo y detecta anomalías. Muros, túneles, cámaras de aire. Si hay un sótano intacto de la época de Arturo, lo encontraremos —explicó Ethan, ensamblando la unidad.
​Mientras Zara cubría el perímetro, Ethan pasó la unidad GPR sobre el suelo del antiguo altar mayor de la Abadía. El monitor parpadeó con una imagen clara: una gran cámara subterránea de mampostería sólida directamente debajo.
​—¡Bingo! ¡Lo tengo! La cámara mide diez por diez metros. Está intacta, y hay una concentración de metal. Y mira, el túnel —exclamó Ethan.
​El túnel se extendía hacia el este, bajo lo que antes era el claustro. Al rastrearlo, llegaron a un pequeño bosquecillo a unos cien metros de las ruinas. El túnel terminaba bajo una gran piedra plana cubierta de hiedra.
​—Aquí. La entrada debe estar oculta bajo esta roca —dijo Zara.
​Con herramientas, movieron la roca y descubrieron una escotilla de hierro oxidado incrustada en el suelo. Tenía un pequeño panel táctil digital camuflado en el marco.
​—Tecnología moderna en un lugar medieval. Es un panel de seguridad. No podemos forzarlo —murmuró Zara.
​Ataque Sónico Disperso
​De repente, una figura vestida con un atuendo medieval oscuro y grueso emergió de las sombras del bosque. Llevaba una capucha, un pesado bastón de madera con punta metálica y un libro antiguo.
​—¿Quiénes son ustedes? Este terreno es privado. Están profanando un lugar sagrado —la voz del Custodio era baja y resonante.
​—Estamos buscando al Profesor Alistair Finch —dijo Ethan.
​El Custodio sonrió, con ojos fríos. —El Grial solo se revela a aquellos que están listos para la Verdad Absoluta. Y la verdad... el Profesor Finch la encontró. Y ahora le pertenece.
​El hombre levantó su bastón, listo para atacar.
​—¡Muévete, Ethan! —gritó Zara.
​Zara sabía que no podía usar armas de fuego en un lugar tan antiguo. En cambio, tomó rápidamente el transmisor de mano del GPR. Sabía que, aunque el radar opera a frecuencias bajas (MHz), el transmisor era capaz de emitir un pulso de ruido blanco agudo y extremadamente localizado si se sobrecargaba momentáneamente.
​Ella apuntó el transmisor directamente a la cabeza del Custodio y activó la sobrecarga. Un chillido ensordecedor y agudo, apenas audible para Ethan pero dirigido al enemigo, llenó el aire.
​El Custodio se detuvo en seco, sus manos soltaron el bastón y se agarró desesperadamente a los lados de su cabeza, desorientado por el ataque sónico.
​En ese instante de ceguera acústica, Zara usó toda su fuerza para empujar al Custodio. Él tropezó hacia atrás y su cabeza golpeó con fuerza el pesado marco de hierro de la escotilla, noqueándolo al instante.
​—El sonido de la tecnología moderna contra la superstición medieval —dijo Zara, volviendo a guardar el transmisor.