Episodio 5
Modus operandi
Ya era Julio…
Después de matar a esas personas y tomarme dos semanas de descanso, pienso en el dolor que habrán sentido antes de morir.
El dolor se representa de dos maneras diferentes, uno es físico y el otro es mental, me gustaría decir que por lo general suelen ser psicofísicos.
Quiero decir ¿Alguna vez no empezaron a tener picazón en la cabeza por la ansiedad? ¿No te paso de que en un momento de pánico por más que respires sentís que te estas ahogando? ¿Cómo si no te llegara el oxígeno a los pulmones por mucho que respires? ¿Nunca sintieron fuertes palpitaciones y sensación de que nos vamos a enfermar al instante por un miedo que no nos puede hacer daño pero aun así nos aterra que suceda?
Francamente, eso es capaz el daño metal, un daño de una fuente intangible que se manifiesta en el plano físico, por eso francamente, me parece de cobardes jugar con los sentimientos de la gente sin razón aparente, e incluso justificado me sigue pareciendo una mierda.
Mi padre, o mejor dicho; padrastro, me dijo una vez algo interesante; “Lo que duele no son los golpes, sino que la gente no te quiera y las palabras carentes de empatía hacia tu persona”.
Pensándolo con el paso del tiempo y reflexionándolo bien mientras veía a la gente que me rodeaba, me ponía mal saber que él estaba en lo cierto, pero no me tendría que preocupar más, pues tengo las herramientas para encargarme de esa gente.
Hace ya varios meses, me puse a llorar en la cama mientras mi novia me hacía compañía, yo me ponía mal por las cosas que me habían pasado a lo largo de mi vida, sumado al estrés de la rutina, por su parte, yo notaba que a veces estaba mal también cuando la conocí por el asunto de Agustín del cual ya me encargue recientemente.
Ella piensa que tiene que tener una actitud agresiva para no verse débil, sumado a que si la gente no va tener respeto por ella o no sabe como es alguien que conoce recientemente ¿Por qué ella debería correr el riesgo de que le hagan daño? y lo entiendo, yo por otra parte desde lo de Hernán ya hace varios años me quedo claro que uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras, me di cuenta de eso mientras veía la cara de asco, miedo y repudio que tenían mis compañeros de la secundaria cuando dije lo que dije sobre la muerte de Hernán.
Pero ya había logrado reafirmar moralmente a mi mismo las acciones hechas durante esos años, hoy en día puedo decir que no hice mal en matar a Hernán, por más que digan lo contrario. Lo que me quedó claro de todo esto, es que “El que vivo era un incordio ahora muerto es un ejemplo a seguir” Y muchos más lo seguirán, quieran o no.
Esto me hace pensar que tal vez una carrera de Ciencias Naturales no logre explicar de dónde proviene mi don, pero si que me hace interesarme sobre otras cosas, como la psicología.
Pero todavía no estaban las inscripciones ni tampoco sé si tengo el tiempo para estudiar, mantener un departamento es difícil incluso con la ayuda de Katia, tengo que agradecer con lo que tengo. Un título no me hará mejor persona.
Hace poco pague una suscripción para ir al gimnasio, estuve averiguando precios y acá era donde me convenía más, el gimnasio contaba con un entrenador que hacía rutinas para mí y alguien más que también empezaba como yo, un día se me puso a hablar, él se llamaba Felipe, había arrancado a ir al Gimnasio ya que según él quería bajar de peso después de “Tanto descuido con la birra”, a pesar de verse alguien bastante raro, parecía un buen tipo con el que pasar el rato y abrir mi círculo de amigos, si no hubiera sabido que Felipe en efecto era un auténtico pelotudo.
Aunque por primera vez quería vivir y dejar vivir, no creo que Felipe sea malo pese a ser medio estúpido para decir cosas como que él no sabía que la “Marihuana es ilegal”, con la edad que tiene ya debería darse cuenta, por otra parte no llego a entender por qué hay gente que cuando te conoce te pregunta si fumas faso, como si más que algo que consumieran fuera un hobby que tienen.
“La tribu urbana de fumar fasos” dios mío, incluso tuve compañeros en la secundaria que me reconocían que el culto entorno al porro era de lo más estúpido, la gente es tan frágil y con la imperiosa necesidad de encajar que buscan cualquier cosa para formar un vínculo común.
Pasaron unos días de que conocí a Felipe, el gimnasio estaba dando frutos, no hablo en bajar de peso o volverme musculoso, hablo de canalizar mi bronca o liberar estrés, o eso pensé hasta que vi en lo que se convirtió Emanuel.
Emanuel era un compañero de trabajo, que desde que había ascendido poco después de la muerte de Tomás parece como que recibió un golpe de ego que se le incrusto en él y no parece que vaya a removerse, sigo sin explicarme como hizo para ascender de la nada, incluso siendo uno de los más nuevos en el trabajo, tal vez se aprovechó de la profunda pena por la que estaba pasando nuestro jefe para ganarse la confianza y así convencerlo de que él era un gran empleado, cosa que no se destacaba en casi nada.
No solo siempre se la pasaba frunciendo el ceño como si fuera Tomás, sino como si estuviera en su derecho, lo escuchaba hablar con otras personas.
“A ver pibe a ver ¿Entendés o no entendés como funciona esto?” –Dice Emanuel mientras suspira enfadado
“Hace varios días que no te pregunto nada” –Dice un compañero de trabajo, lamentándose, sintiéndose atacado pero en especial; Avergonzado.
“Pasa que siempre andas haciendo preguntitas, no rompas las bolas, mira flaco, proba googleando.” –le respondía Emanuel con un tono que denotaba fastidio.
“Y mira, yo sí te pregunto algo es por qué no me apareció nada, Emanuel.”
“¿Y yo por qué debería saberlo?”
“Vos el año pasado me dijiste que andabas estudiando, sabes cómo es el trámite.”
“Sí, pero ya no, dale anda, organízate mejor que te va ir mal si no, de buena onda te lo digo.” –Con un tono que no era de buena onda