El Cambio

Capítulo 1: Erika

     Conozco muy bien el olor de la marihuana. Mi madre es una drogadicta, sin futuro alguno, pese a tener 35 años. Hoy el día es distinto, el sol no salió, fue remplazado por nubes negras y muchísima lluvia. No hay reloj en la casa, pero según yo deben de ser las 10:00am. Me levanto del frío suelo, donde duermo todas las noches, mientras me tapo la nariz con mi mano izquierda y me preparo para darme un baño.

     Me pongo en camino hacia el baño mientras pienso en los que problemas que tengo porque mi madre no se encarga de ellos. Nos van a quitar la casa pronto por no pagar las deudas y más deudas que tengo, ya que mi madre gasta lo poco que conseguimos en drogas y alcohol.

     Al abrir la llave del baño recuerdo que nos han quitado el agua y no puedo bañarme, ¡genial! Todo mi mundo son problemas. Salgo del baño y me dirijo esta vez a la sala, aún con los dedos tapando mi nariz.

     Mi madre está dormida sobre una silla de la mesa del comedor, todo es un desastre a su alrededor; papeles tirados por todo el suelo y paquetes con lo que supongo son drogas repartidos también en él.

     La casa no es bonita, pero es algo. Un cuarto con un baño y una sala con básicamente una mesa y dos sillas. Las paredes no tienen pintura, son de block sin repello. Las láminas de zinc oxidadas que tenemos como techo tienen muchos agujeros con goteras que caen en el suelo dejándolo empapado o inundado. Los paredones, por obvias razones, están llenos de moho color verde, hasta hierba crece dentro, aunque intento limpiar lo más posible. 

     El único par de zapatos que tengo son unas botas cortas de cuero de mala calidad, ya tienen varios agujeros aunque la suela aún resiste, por lo menos. Mi blusa rosa y mis pantalones de tela azul tampoco se salvan de los agujeros por todas partes. Evito las goteras y camino por las partes del suelo de con menos agua.

     No voy al colegio ya que no tengo dinero para eso. La escuela era gratuita así que a ella sí pude ir. Cuando por fin llego hasta mi madre, le sujeto los hombros y la muevo.

     – ¡Despierta! –le grito.

     Su pelo castaño está enmarañado, se mueve mientras le zarandeo para que despierte. Mi voz está seca por no beber agua en todo el día de ayer.

     –No quiero… -dice ella abriendo sus ojos verde pino inyectados de sangre.

     –Vamos, debemos conseguir comida para el día de hoy.

     –Está lloviendo, no podemos salir.

     –Pues claro que está lloviendo– No importa, hay que comer –dijo con insistencia.

     –Estás loca si crees que me voy a levantar para buscar comida y llenar tu estúpida barriga.

     –Mamá…

     – ¡Déjame! –grita mientras me hace a un lado. Ya que ella no quiere hacer levantarse yo me dirijo a la puerta y salgo.

     Lo primero que veo es la calle inundada por el agua de lluvia y la basura en ella. Camino por la acera mientras me empapo. Por lo menos con esto puedo decir que me di un baño. Me dirijo a un callejón del barrio que contiene muchos basureros. “Debe haber algo para comer dentro” pienso. Más lo único que encuentro es una bolsa negra con forma humana y un olor espantoso. Lo analizo un momento y luego de contener un pequeño grito echo a correr en dirección opuesta.

     “Mataron a un hombre”, aquí eso es normal, mas no hay forma de que me acostumbre a verlo.

     El hambre que tenía desaparece y da lugar a un asco tan fuerte que no puedo evitar vomitar en el agua que parece un gran río sobre el asfalto. No tengo nada en el estómago así que solo consigo sacar un poco de bilis. “No debí haber venido”.

     Corro sin parar, no sé adónde voy solo corro sin mirar atrás y pensar en el hombre dentro de la bolsa, en el espantoso olor que brotaba de él. Tal vez era alguien que conocía.

“¡No pienses, no pienses! ¡Solo corre!”

     Llegó un punto en el que ya no supe dónde estaba así que me detuve. Estaba llorando, no sabía por qué. Tal vez era por el muerto o por el hedor que emanaba.

     El olor de la marihuana me había dañado las fosas nasales, sin embargo, la pestilencia de ese cadáver era espantoso y muy fuerte.

     Me perdí, así que duré mucho tiempo en regresar a casa. Al entrar, me encuentro con un trozo de papel sucio sobre la mesa, en una zona donde no se puede mojar. Me acerco a ella, esta vez no me importan las goteras ya que estoy empapada. En el papel dice Erika, con la letra de mi madre. Abro la nota que dice.



#24374 en Otros
#2030 en No ficción

En el texto hay: romance, dinero

Editado: 16.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.