No es necesario pensarlo mucho, creo que Erika es la paciente que el Dr. Cruz mencionó la cual debió sufrir un infarto. Quiero salir de dudas, aprovecharé y preguntaré a la enfermera.
Mi dolor de cabeza empeora lentamente, no se lo voy a decir a la enfermera ya que quiero estar solo y eso solo provocaría que se quedara más tiempo.
–Ella es quién sufrió el infarto, ¿verdad? –digo mientras me siento en la camilla.
–Qué bueno que pueda conectar las cosas. ¿Entendió todo cuando vio al doctor junto a su habitación? –pregunta ella.
–No ha respondido mi pregunta –digo serio.
–Bueno, si es ella. ¿Por qué? –acomoda varias cosas del lugar.
–Así que ella quiere morir, eh… –digo para mí mismo. No dejaré que muera, me cae bien. Es la única amiga que no conoce mi yo pasado.
–En realidad no lo ha vuelto a mencionar, así que considero que cambió de opinión. Creo que lo que le preocupa es pagar los gastos del hospital. La he visto haciendo muchos cálculos de dinero.
– ¿Cómo? –de pronto tengo mucha curiosidad.
–Bueno verá, no quiero ser chismosa –ya lo es–, pero hace como tres días encontré un papel donde calcula muy meticulosamente todos los costos de estar aquí, cada medicina y tratamiento. No sé cómo consiguió los precios, pero ahí estaban.
– ¿Y no sabe por qué le preocupa tanto eso? –terminó lo que estaba haciendo.
–Creo que viene de una familia muy pobre. Prueba de mi teoría es que come toda la comida que le servimos, muy pocos pacientes hacen eso. Aparte, cuando le pregunté sobre a quién podíamos informar de su infarto me contestó que a nadie ya que no tenía familiares.
–Qué raro. ¿Dónde la encontraron? –pregunto.
–Bueno nadie lo comenta, pero oí que fue en el marco de la puerta de una casa vacía. Fue el día antes de su choque. Durmió todo un día.
–Ya veo. Gracias por todo –digo cuando termina de hablar. Inclina un poco la cabeza antes de irse y cerrar la puerta tras de sí. Me recuesto en la cama y pienso en lo que me dijo.
Debo admitir que no esperaba que fuera pobre. En mi caso soy multimillonario gracias a la herencia de mi padre. Mi mente analiza múltiples formas de ayudarle sin que se sienta herida por su estado económico. Mientras hago todo esto, el dolor de cabeza que había desaparecido mientras hablaba con la enfermera, vuelve ahora con más fuerza.
Cierro mis ojos con fuerza he intento dormir mientras veo imágenes de miles de atardeceres vistos por mí, en ellos estoy con diversas personas, pero nunca estoy solo. El más hermoso fue sobre en el centro comercial que hasta hace un momento no sabía ni qué era.
M
Otro día igual es lo que me espera, lo sé. A diferencia de que me levanto más temprano de lo normal. Mi madre no está por ningún lugar.
Eran las seis de la mañana y el sol acababa de salir. Tiene sentido que hoy abriera los ojos antes de que amanezca.
Luego de bañarme me pongo la ropa que me trajo mi madre un día de estos, pantalones negros de mezclilla y una camisa del mismo tono. Parece que el negro de verdad es mi color favorito.
Ayer me dijo el doctor que hoy podría vestir ropa normal. Anteriormente solo andaba con la odiosa bata de Hospital, parece un uniforme ya que todos lo usan aquí. Excepto los doctores y enfermeras, claro.
En el caso de Erika siempre la veo con unos pantalones de mezclilla azul desteñido y una blusa color rosa claro, tal vez por la misma razón de antes. Salgo de la habitación con un abrigo sobre mí, aquí hace mucho frío en las mañanas. Me dirijo al jardín, si llego a tiempo veré el amanecer. No recuerdo como se veía uno.
Nuevamente la veo en un banco al lado opuesto del de ayer, está sentada sin hacer ningún ruido mientras espera la salida del sol. Sigo opinando que solo ella no se da cuenta de su belleza, el viento frío hace que sus cabellos se balanceen mientras observa el primer rayo de sol.