el camino a la inmortalidad

Capítulo 5 - De cacería

Al preparar todas sus pertenencias, las cuales no eran más que un par de cosas, Shoneyi colocó todo en una bolsa y se dirigió por una larga caminata por uno de los puentes colgantes que conectaba con una de las montañas vecinas. El chico, ya en el camino hacia su nuevo lugar de residencia, fue puesto a prueba por los duros vientos huracanados.

Al caminar lentamente y cuidadosamente para no caer al vacío, el chico podía ver cómo los miembros del círculo externo pasaban a su lado sin ningún problema; a ellos les tomaba un par de minutos. Lo más increíble fue cuando uno de los discípulos de unos de los Maestros del Cielo comenzaba a aparecer y desaparecer en el puente como si no fuese nada.

—Así que esto es lo que es ser parte de una gran secta —, pensaba para sí mismo el chico. Le tomó alrededor de cinco horas llegar de un extremo a otro.

Con una respiración altamente agitada, se acercó a la cabaña de Dakun Rao y se anunció a sí mismo: —Shoneyi Wen se presenta a su servicio, señor Rao.

El chico hacía una gran reverencia de casi noventa grados para ser recibido con una gran patada en la cara, impactando justo en su mejilla izquierda. Shoneyi salió disparado hacia atrás por la fuerza de la patada y, casi sin aliento, sin entender qué acababa de suceder, se quedó mirando al hombre frente a él.

—Primera lección, escoria… Nunca, nunca esperes nada bueno de mí —.

Cuando Dakun Rao pateó a Shoneyi, se pudo sentir cómo uno de sus siete núcleos se iluminaba. Al hacer uso de su primer núcleo, era como igualar la fuerza de diez mortales al mismo tiempo. A pesar de ser un golpe lo suficientemente fuerte para desmayar a cualquiera y sumado al impacto contra una roca detrás de él, Shoneyi logró mantenerse consciente para terminar con una pequeña inclinación de cabeza.

—Gracias por sus enseñanzas, señor Rao —.

Se pudo escuchar entre dientes mientras un vómito de sangre continuó detrás de esa oración. El piso se acercaba cada vez más al rostro del chico hasta que todo quedó a oscuras para él.

La misma escena se repetía una vez cada dos días, por los siguientes seis meses.

Hasta que un buen día como cualquier otro, en vez de solo iluminarse un núcleo, fueron dos. Esto equivalía a la fuerza del anterior impacto multiplicada por cien. Shoneyi pasó alrededor de tres semanas en cuidados intensivos en la Secta del Cielo.

Cuando los otros esclavos lo veían, suspiraban y se alegraban de no haber sido escogidos por Dakun Rao. Quizás era el miembro interno más déspota y sádico que existía en la secta, y agradecían a los cielos y a las estrellas por no formar parte de la fuerza militar del Quinto Maestro del Cielo.

Al despertar adolorido, Shoneyi se disponía a caminar a su residencia junto al señor Rao, quien era su amo y su consejero de confianza, si se le podía llamar así.

—Bien, escoria, volviste… ¡Al fin podemos ir a cazar! —.

Cuando el chico escuchó las palabras de su amo, no pudo más que sentir que su corazón se hundía en su pecho por unos segundos.

Podía recordar uno de los pasajes que sus compañeros de habitación solían recitar cuando vivía con los esclavos: —Cuando vas a cazar bestias mágicas, es importante resaltar que solo lo podrás hacer luego de tener al menos dos núcleos, de lo contrario es una muerte segura—.

—Señor Rao, aún no tengo núcleo espiritual, para mí sería impos... —.

Otra de las patadas típicas de Dakun Rao impactó sobre el pecho de Shoneyi, pero esta vez la patada fue con un solo núcleo activo y, aunque lo mandó a volar un par de metros, el chico estaba consciente, adolorido pero consciente.

—Si ya aguantas eso, podrás aguantar aunque sea dos golpes de una bestia de bajo nivel —.

Los ojos del pequeño se iluminaron cuando comenzó a maquinar en su mente que el señor Rao hacía todo esto para hacerlo más fuerte y que su camino a la inmortalidad había comenzado antes de que se hubiese dado cuenta.

Con la ayuda de Dakun Rao, Shoneyi pudo caminar tranquilamente por los puentes colgantes sin miedo a caer por primera vez en su vida. Solo le tomó algunos minutos cruzar de un extremo a otro, y fue allí cuando entendió la gran diferencia entre ser miembro del círculo interno y no serlo.

Se adentraron en el bosque, justo en el centro del territorio de las bestias mágicas. El señor Rao eliminaba bestias mágicas de un núcleo fácilmente. Un movimiento de espada, otro con patadas. Al ver esta acción, Shoneyi no podía hacer más que cerrar los ojos y sacudirse la sensación de que su amo lo golpeaba igual o más fuerte.

Una vez la bestia mágica moría, comenzaba el proceso de descomposición y solo tenías un par de minutos para recolectar el núcleo mágico de ella. Con un poco de sabiduría, se podía transformar en un pequeño núcleo espiritual y ser absorbido por el usuario.

Cien núcleos mágicos podían ser igual a una botella de Polvo Estelar en la Secta del Cielo; era un ratio de comparación medianamente decente para cualquiera que no quiera ser perfecto. Así que era fácil entender cómo la Secta del Cielo mantenía su poderío. Cada miembro del círculo externo tenía que salir a cazar al menos diez bestias semanalmente; mientras que un miembro del círculo interno debía cazar al menos cincuenta.



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En el texto hay: peleas, artesmarciales, magia aventura y fantasía

Editado: 18.02.2025

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