Algunas semanas antes de la pelea en la cima de la montaña del quinto maestro, Shoneyi se encontraba tratando de magnificar algo extremadamente importante para él. Sabía que existía la posibilidad de perderlo en caso de fallar con la acción, pero sin riesgos no existe ganancia.
Una voz retumbaba en su cabeza para recordarle —Recuerda pequeño — seguido de una pausa dramática por parte del alma de la pluma y el tintero —ten en mente el uso para el que necesitas el objeto —.
Shoneyi hacía un leve movimiento de cabeza como de molestia. Esta no era la primera vez que Gambi se apoderaba de sus pensamientos, de hecho, era algo que pasaba con mayor frecuencia semana a semana. El chico sabía que en realidad era algo así como una bendición de los cielos —Porque tiene que ser tan molesto — el chico pensaba para sí mismo, sabiendo que sus pensamientos era lo único a salvo del alma de Gambi.
Shoneyi se sentaba en frente de su cama, uno de sus objetos más valiosos, este lugar era donde dormía luego de su entrenamiento, luego de su meditación y era el lugar donde se resguarda para con sus pensamientos. Perderlo no era una opción.
—Primero, imaginar sus verdaderos usos — repetía mientras inspiraba aire lentamente —verdaderos usos —.
Su mente se comenzaba a disociar de la realidad para entrar en un plano celestial, allí el tiempo corría más lento y las posibilidades eran casi infinitas —Descansar — era la palabra que corría por su mente sin cesar. Si lograba la magnificación de su cama para descansar, esto le ayudaría mucho en su camino a la inmortalidad.
Justo cuando tomaba la pluma delante de él para escribir la palabra Gaijin, en cuestión de segundos una segunda palabra comenzaba a rotar su aura. La palabra no era fácil de entender o leer, era casi como si estuviese en un lenguaje perdido —R… e … c… — el chico agudizaba sus sentidos para lograr leerla —u… pe… rar, Recuperar — al terminar de leerla, comenzó a grabar la palabra en uno de los bordes de su cama.
Una risa de orgullo podía ser escuchada al fondo de sus pensamientos —Es como ver a un bebe gatear — si el alma tuviese cabeza, esta estaría asintiendo en aprobación —pasos de bebe, pasos de bebe —.
Al terminar de magnificar la cama, una tenue luz de color blanca comenzaba a apoderarse del lugar —Lo he logrado — se podía escuchar a Shoneyi entre jadeos —De verdad lo he conseguido —.
La atmósfera en la habitación comenzaba a cambiar bruscamente y de un momento a otro la luz blanca desapareció —¿Falle? — la desesperación en el rostro del chico era casi palpable —Pero… pero… —.
Entre balbuceo y balbuceo, la desesperación apoderándose del cuerpo del chico y el terrible pensamiento detrás de tener que conseguir una nueva cama. Las lágrimas comenzaban a salir de su ojo izquierdo.
Un fuerte estruendo se generó a los pocos segundos; la cama comenzaba a vibrar —Pero qué demonios está ocurriendo — Shoneyi exaltado comenzó a rotar su energía celestial —Calma, calma — se repetía para sí mismo.
La energía celestial dentro de la habitación comenzaba a ser absorbida, uno, dos tres, cuatro… cinco. En total cinco núcleos de energía fueron absorbidos por la cama, dejando a Shoneyi casi indefenso con solo medio núcleo restante.
Una fuerte luz celeste se apoderaba de la habitación para acción seguida ser absorbida por la cama de Shoneyi dejando todo a oscuras, exceptuando el leve resplandor que exaltaba la cama.
Casi se podía escuchar una pequeña danza dentro de la cabeza del chico, como si alguien bailara de felicidad —¡Chico! — Gambi expresaba exaltado —Aplicaste una magnificación sucesiva —.
La cara del chico era de todo menos de felicidad —¿Una qué? — respondía Shoneyi, extremadamente exhausto —¿De qué hablas Gambi? —.
Un sonido de reproche se escuchaba al fondo de su mente —Aplicaste una magnificación doble — decía la pluma y el tintero entre dientes si es que tuviera —Infundiste dos significados a un objeto —.
Volviendo al presente…
Yuiji ayudaba a su amigo cuidadosamente para no causar ningún daño interno, el joven no daba crédito a lo que veían sus ojos —Una magnificación de nivel dos — aunque el cansancio era casi insoportable, el chico aguantaba de la mejor manera posible —¿Por qué una cama? —.
Yuiji pasó la noche en vigilia, estaba determinado a acabar con cualquiera que entrar por la puerta aun si eso le costaba su vida —Gracias Yuiji — decía Shoneyi mientras soltaba un inmenso bostezo —Creo que ahora es tu turno de descansar. Yo montare la segunda guardia —.
Luchando por mantener sus ojos abiertos, la sorpresa que se llevaba el chico era casi hasta cómica —Pero… ¡Que haces! — tomando una fuerte respiración y quejándose del dolor, Yuiji decía —Debes descansar —.
El mejor amigo de Shoneyi revisaba el cuerpo de su amigo para revisar que todo estuviese en orden, no podía creer que con sus heridas ya pudiera moverse, pero al mismo tiempo, tampoco podía creer que Shoneyi poseyera un objeto con una magnificación doble. Quizás solo el líder de la Secta posee uno y fue porque lo compró en la Gran Subasta Celestial anual.
Yuiji veía la mirada desconcertada en la cara de su amigo y comenzó a explicarle las diferentes formas de magnificación y lo que estas conllevan para la Secta del Cielo. Primero debía explicar que los objetos magnificados son de vital importancia para cualquier gran secta. Se podría decir que estos ayudan a la hora de medir el poder militar de cada una de ellas. El gran líder de la secta Tan Kuan tenía en su posesión una espada magnificada de grado dos, es decir, al blandir, una leve luz celeste podía hacerle sombra; lo que indicaba una doble magnificación.
Los demás líderes de secta también poseían objetos con doble magnificación, esto generaba un balance dentro del continente, de lo contrario una secta podría absorber a otra sin problemas —No entiendo como tienes algo así — decía Yuiji mirando con miedo y expectación a su amigo —Deberías esconderlo. Yo juro que no diré nada — terminaba con mirada solemne.