En lo profundo del bosque donde se encuentran las Bestias Mágicas, hay un lugar prohibido para aquellos que no son del círculo interno e incluso es aconsejable no ir. Las bestias de siete núcleos para arriba se encontraban allí. No era tarea fácil para nadie conseguir un núcleo de ese nivel. Muchos lo intentaban, pues la posibilidad de romper las barreras limitantes de cultivo era algo de ensueño para muchos.
Las tres grandes sectas cooperaban cuando iban a esos lugares; la repartición de los bienes siempre era algo de trabajo. Normalmente, se decidía por combate a sangre.
En la profundidad del bosque se podía ver las hojas de los árboles que se agitaban velozmente. —No podemos dejar de movernos —La voz retumbaba dentro de la cabeza del chico. —¿Crees que no lo sé? —Respondía fastidiado.
Shoneyi metía sus manos en los bolsillos para tomar algo. Se detenía en una de las ramas de un árbol por tan solo dos segundos, tomaba una respiración profunda y desaparecía su presencia para con sus alrededores. —Ya le estás agarrando el truco, ¿eh, chico? —La voz orgullosa explotaba su cabeza—. ¡Ahora, hazlo! —.
Una fuerte explosión envolvía el lugar donde antes se encontraba el chico. —Después de lo que dijo Yuiji imaginaba que era poderoso —La sorpresa se dibujaba en su rostro—. Esto está a otro nivel —.
Las risas se escuchaban dentro de su cabeza. —¡Te lo dije, chico, el gran…! —El pánico arropaba la voz del alma de la pluma y el tintero. —Sí lo sé, eres asombroso —Shoneyi respondía y podía escuchar cómo se tranquilizaba la preocupación del alma.
Luego de la siesta recuperadora de Yuiji, el chico expresaba: —Shone, esto es grandioso —Su rostro reflejaba verdadera admiración por su amigo—. Pero lo que tiene de grandioso, lo tiene de peligroso —.
El chico comenzaba a caminar alrededor de la cama. Intentaba dar sentido a cómo había llegado allí, qué la trajo a ese lugar y cómo diablos terminó en posesión de Shoneyi. —Pero, ¿por qué una cama? —La pregunta se dibujaba en su rostro.
Yuiji comenzaba a explicarle a Shoneyi el funcionamiento de las Magnificaciones, algo que él no entendía muy bien pero poseía un conocimiento básico, lo suficientemente bueno para ser capaz de comprender que lo que estaba frente a sus ojos era un tesoro.
Normalmente, las personas gastan infinidades de Polvo Estelar para hacerse con alguna arma magnificada. El equipo es común verlo magnificado: unos guantes, un casco, quizás hasta una capa. Obviamente, las armas, como ballestas, espadas, dagas. Esto aumentaba significativamente su poder; un magnificador de alto rendimiento podría aumentar hasta en diez veces su fuente original. Una Magnificación Doble lo conseguía cien veces más.
Shoneyi miraba la cama con otra mirada. —Así que esto es a lo que se refería Gambi —pensaba para sí mismo mientras asentía—. Entonces, ¿por qué no hay más objetos magnificados? —Terminaba preguntando el dueño de la cueva.
Entre risas y con lágrimas en los ojos, Yuiji respondió: —¡Vamos, como si fuese tan fácil conseguir un magnificador! —Mientras secaba sus lágrimas y terminaba con un fuerte dolor en el estómago—. Si no fuese porque te conseguiste esa cama, quizás nunca sabrías algo acerca de la Magnificación —.
Shoneyi miraba la cama y luego a su amigo. —Tienes razón, aún soy nuevo en este mundo —La voz y la sonrisa del chico eran algo incómodas—. ¡Gracias por todo, Yu! —Shoneyi despedía a su amigo por la puerta y acto seguido activaba su Matriz de Ocultamiento.
Un fuerte suspiro entraba por los pensamientos de Shoneyi. —Tu amigo nos traerá problemas, chico —Este hacía vibrar la habitación—. Deberíamos quizás… —La sensación que sentía Shoneyi en su cuerpo le recordaba a la que vivió antes de ver morir a sus padres—. ¡Basta! —Gritaba para detener a Gambi en el acto.
Shoneyi con actitud molesta se sentaba de piernas cruzadas y pensaba fuertemente: —Gambi, sé que tú no sabes nada al respecto —El chico detenía sus pensamientos para dejar paso a la intriga de la pluma y el tintero.
—¿Saber de qué, chico? —Respondía el alma intrigada.
Shoneyi suspiraba mentalmente: —¿Qué otra cosa podría ser magnificada… aparte de las armas, claro está? —Movía su cabeza en tono de negación.
Entre risas, el alma respondía: —No vas a engañarme, chico, no te ayudaré en nada —Si tuviera hombros físicos, estos estuvieran encogiéndose.
Decepcionado, Shoneyi decía: —Lo que imaginé… No tienes conocimiento de esas cosas. No eres tan sabio como dices ser —Terminaba mientras abría un ojo lentamente y comenzaba a romper su postura.
Un sentimiento de frustración invadía al chico. —¡DETENTE! —La voz retumbaba en su cabeza—. ¡Abre tus manos y toma esa roca delante de ti! —.
Shoneyi aun con sus ojos cerrados podía sentir una pequeña roca delante de él; juntando su energía espiritual llamó a la roca para que terminara en su mano derecha. —¡Ahora, aprende! —La última palabra cargaba con su propia conciencia.
Shoneyi entraba de nuevo en un reino espiritual. Era como si todas las palabras del mundo rodearan su espacio, pero al mismo tiempo, él no era capaz de leer ninguna. Pasados algunos minutos, consiguió distinguir una palabra: —Roca —. Esta vez fue mucho más fácil de leer que la última vez.