Una aura de energía golpeaba a la secta de hierro sin consideración. Todos los discípulos del círculo externo caían desmayados como moscas
Un suspiro se apoderaba del lugar —¿Como mierda pudo perder ? — su rostro no expresaba nada más que intriga y rabia.
La Segunda espada de la secta tomaba posición delante de la Primera. Un movimiento leve de cabeza era suficiente para demostrar un saludo cordial.
Regresando a su postura natural —El líder de la secta de hierro y Primera Espada no debería actuar de esta manera — terminaba con un gesto en su boca, como si hubiese comido algo de mal sabor.
La Primera Espada de la Secta de la Justicia de Mano de Hierro dirigía su mirada al hombre enfrente de él —Cuida tus palabras… — luego de una pequeña inspección de arriba abajo — niño —.
La respiración de la Segunda Espada se tornaba un poco más agitada —¿Qué demonios está pasando ? — colocaba su mano en posición de desenvainar en cualquier momento.
El líder de la Secta de Hierro se giraba hacia la ventana y agudizaba su vista en la lejanía —míralo tu mismo, niño — sus manos se juntaba detrás de su espalda y el aura en la habitación se condensaba a tal punto que sería difícil respirar para cualquiera con al menos ocho núcleos.
La Segunda espada de la Secta giraba su cabeza y apuntaba con su mirada al estante de reliquias que se encontraban en la habitación del líder de secta.
Cada una de ellas estaba una junto a la otra, encima de estas se podía leer un número del uno al seis; en la sexta se encontraba una grieta que bajaba desde el inicio hasta la base —La Sexta Espada de la gran Secta de Hierro ha caído bajo manos enemigas — su mano volvía a estar en posición de desenvainar —Esto no se puede quedar así, líder — con decepción en sus ojos, se giraba para encontrar alguna respuesta en la espalda de la Primera Espada.
En el rostro del líder de la gran Secta de Hierro se dibujaba una sonrisa en la comisura de su boca — La Secta del Cielo —.
En los adentros del bosque de las bestias, cuatro individuos veían como la Sexta espada de la Gran Secta de la Justicia de Mano de Hierra perdía su cabeza; la razón ya no guiaba los pensamientos de Lin Ren o de Yan Wu. Sus ojos sin creer lo que acababa de pasar delante de sus narices.
Los dos cultivadores de la Mano de Hierro revivían segundo a segundo para poder hacer el siguiente paso lógico —Zhu Zhi perdió — la voz de Lin Ren tomó de rehén a su compañero —Hazlo ahora… — Yan Wu hacía un movimiento con su mano, agarraba una cortina de aire con sus dedos y los hacía girar para levantar una nube de polvo en un radio de cuatro metros.
—Tómala ahora —
Jadeos y el golpe del metal con metal hacia que Shoneyi despertara sin entender que estaba sucediendo —Matriz de Ocultamiento — susurraba para si mientras se arrastraba sin hacer el menor de los ruidos.
Un grito ensordecedor tomaba la escena —Vuelvan aquí ¡Cobardes! — Kuan caía en una de sus rodillas mientras tosía sangre —Hermano… ¿Dónde estás? — girar su cabeza de un lado a otro requería un esfuerzo inhumano.
Dejándose caer en el suelo, el hijo del líder de la Secta del Cielo se apoyaba en su arma casi al borde de la inconsciencia —Nada mal ¿eh? — decía una voz que provenía de entre la maleza.
Los pensamientos de Kuan no eran para nada calmados, pero aun así, el asombro al darse cuenta que el chico había ocultado su presencia de alguien con nueve núcleos era algo nunca antes visto —¡Hey! es tu turno de protegerme — sin mas que decir, Kuan comienza a caer y es allí cuando Shoneyi lo deja apoyarse en su hombro —Tranquilo Hermano mayor — una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro
En las faldas de las montañas de la Secta del Cielo un hombre gritaba —¿Quién osa venir a la Gran Secta del Cielo? !identifícate! — al agudizar su mirada se dio cuenta que la persona que se acercaba le era conocida —es el chico con el tatuaje en la pierna —.
La energía de un núcleo en su etapa final cesaba de tomar el control de los alrededores —Es… es… — su ojos no daban crédito a lo que veían —Joven maestro Kuan — su voz, chillona por la sorpresa.
Tan rápido como pudo sacó una XinXi con un mensaje —Segundo Maestro Jui. El joven Kuan, Peligro de muerte — corto, simple y conciso fue el mensaje del guardia.
Shoneyi aún venía caminando para tratar de aliviar la carga del pesado hijo del líder de la Secta. El cuerpo de Kuan presentaba una cicatriz enorme que bajaba desde el cuello hasta el pecho con un solo corte. La profundidad era algo que preocupaba a Shoneyi —Hermano aguanta… ya casi llegamos — Shoneyi con su último paso cayó desplomado en el suelo frente a los ojos del guardia.
Solo habían pasado tres segundos desde que el XinXi había sido enviado y una onda de energía descomunal se hacía con el lugar. Tanto el guardia como Shoneyi no podían hacer más nada que bajar su cabeza ante tal poder.
El Segundo Maestro del Cielo acababa de teleportarse al lugar —No hacía falta que vinieras, amigo —.
Un hombre calvo y sin camisa se teleportaba medio segundo despues que el Segundo Maestro —Si crees que dejare a mi hijo mal herido por ahi, estas demente Yi —.
Detrás del líder de la Secta, otro hombre viajaba detrás —Líder, debería acabar con la vida del otro chico — su mirada solo refleja desprecio —por las heridas, estoy seguro que él tuvo algo que ver con lo que le pasó al joven maestro —.
La mirada del Segundo Maestro del Cielo buscaba encontrarse con la del Líder de Secta para disuadir dicha atrocidad, pero no hubo éxito.
Actuando por instinto —Tienes razón Gian Ju, apresarlo — tomó a su hijo entre brazos y al final encontró los ojos de Yi Jui —no acabes con su vida — entre dientes y refunfuñando.
La ira consumía al consejero del líder de la Secta —Me haré cargo de la basura — con un simple movimiento de su energía espiritual, forzó a Shoneyi a flotar en el aire y teleportarse a su lado.
Segundos más tarde, en lo alto de la nube central. El líder, su consejero y el Segundo Maestro de la Secta del Cielo se unían en una pequeña reunión para discutir el destino del joven Kuan. Todos podían sentir el elefante en la sala —una luz blanca y otra celeste — Tan Kuan no paraba de murmurar.