Ya había pasado un año desde el anuncio del líder de la secta. El Sexto Maestro del Cielo había tomado un discípulo —¿Cómo es posible que alguien del círculo externo sea reclutado? — los rumores no habían dejado de circular por la Secta y nadie hacía nada para detenerlos.
En la plataforma de batalla de la Sexta Montaña, un chico se encontraba sentado de piernas cruzadas; el punto de quiebre para lograr un nuevo núcleo era inminente. Hacían tres meses desde que el chico estaba concentrado para lograr romper con la barrera del quinto núcleo «Debo terminar esto rápido… Debo ayudar a mi hermano Shone».
En el mismo sitio, se encontraba una nube con un palacio. Adentro, extensiones de tierra que abarcaban la anchura de toda la montaña. La barrera del octavo núcleo acababa de ser rota y un sin fin de energía se esparcía por los alrededores «Debo juntar toda esta energía espiritual o todo será en vano» un chico lleno de cicatrices comenzaba a rotar su interior ahora con ocho núcleos.
Romper la barrera del octavo núcleo era algo que no era común en la secta del cielo y menos hacerlo en menos de diez años —Parece que el Sexto te esta tratando bien — el único joven que había hecho la misma hazaña —Creo que es momento de que sepas lo que se acerca — terminaba con una sonrisa orgullosa.
Shoneyi terminaba de absorber la energía a sus alrededores, abría los ojos y terminaba por salir de su meditación —Sabes que es grosero interrumpir a alguien cuando está rompiendo la barrera del octavo núcleo — el tono sarcástico invadía sus palabras.
Shoneyi al voltearse, hacía una reverencia de casi noventa grados —Hermano Yun — la luz en sus ojos brillaba.
Yun Kuan veía a Shoneyi como a alguien a quien debía cuidar —Vamos, tenemos mucho de qué hablar — haciendo un gesto con su mano.
Shoneyi y Yun platicaban por horas cada vez que se veían. Recordaban lo que había pasado en el bosque de las bestias. Ninguno paraba de agradecer al otro por salvarse la vida una y otra vez. Incluso en el problema que hubo con el consejero Gian Ju.
Cada vez que esto pasaba, Yun, apretaba su arma con orgullo —Insisto — el gesto era repetitivo. El joven Kuan sacaba su arma y la entregaba con sus dos manos a Shoneyi —Esta siempre será tuya cuando me la pidas —.
Shoneyi, como de costumbre negaba con la cabeza —La hice para ti — sus ojos eran honestos al decirlo. Los dos asentían y callaban por unos segundos asimilando la relación que habían construido.
Una voz grave se apoderaba del campo de meditación —Sexta vez que viene joven Kuan — un risa jocosa tomaba el lugar.
Shoneyi inclinaba su cuerpo en señal de respeto —Honorable Maestro — volviendo a su posición original, Shoneyi desprendía un aura diferente.
Ruei Shi inspeccionaba a su discípulo —Ocho nucleos… — susurraba para sí mismo.
Aprobando con la cabeza, el Sexto Maestro invitaba a los dos jóvenes a pasar para conversar de asuntos importantes «Ocho núcleos, nada mal pequeño».
Después de algunas horas se podían escuchar las quejas de Yun —No puede estar hablando enserio Maestro Shi — su rostro reflejaba impotencia.
Su respiración era pausada mientras respondía tranquilamente —Ya está hecho y no hay nada que podamos hacer al respecto — el Sexto Maestro del cielo trataba de hacer mantener la calma al hijo del líder de la Secta.
Shoneyi estaba inmovil «Torneo de los Internos» pensaba luego de escuchar la conversación entre su hermano y su maestro.
Una sonrisa se dibujaba en la comisura de la boca de Ruei Shi —Miralo bien — terminaba mientras salía de la habitación.
Yun, preocupado, no entendía a que se refería el Sexto Maestro del Cielo. «A que se refiere…» su mente no dejaba de maquinar alguna forma de salir de esa situación. Girando, inspeccionaba a quien ya consideraba como un verdadero hermano «¡Dos!» la sorpresa en su rostro era un poema para el chico.
Shoneyi devolvía la taza de té a su respectivo lugar en la mesa —Alfin te diste cuenta hermano — su respiración era agitada «Tendré que volver a pelear para ganarme mi lugar en el mundo inmortal» su mirada concentrada en el futuro cercano.
El chico estaba envuelto en una túnica oscura con dos luces que le hacía una especie de sombra, su color era tenue y algo imperceptible para ojos inexpertos —Parece que estás vestido completamente — el comentario sarcástico era lo que esperaba Shoneyi de su hermano.
El chico no quería alardear delante de Yun —El Maestro me recomendó que tomara precauciones — Shoneyi introducía su mano en unos de los bolsillos de su túnica —Para ti, hermano Yun — estirando el brazo para abrir su mano dejando ver un anillo dorado.
Mientras recogía su brazo —Aun no domino la segunda magnificación de sortijas y anillos — decía mientras rozaba su nariz —Estos te ayudaran a aumentar tu nivel en un núcleo momentáneamente —.
Yun tomaba el anillo y apretaba su espada —Gracias — haciendo una reverencia de casi noventa grados. Sin más, el hijo del líder de la Secta se marchaba para dejar a Shoneyi sólo en la habitación.
—No me gusta mentirle — su rostro fruncía el ceño levemente —Podemos confiar en él — Shoneyi hablaba solo.
Un hombre volvía a la habitación —Sé que confías en él — la voz era pasada —De hecho, yo también lo hago —.