Hace muchos años en un hermoso país gobernado por un rey amable y noble, junto con su esposa la reina, hermosa y cariñosa con su pueblo. Ambos reyes tuvieron un hijo, el legítimo heredero al trono. El príncipe creció con el ejemplo de sus padres y acogió como suyas las costumbres de ambos, era bueno, amable, bondadoso y juicioso, en definitiva un gran príncipe.
Con los años los reyes fallecieron dejando el trono en las manos de su hijo el príncipe, en su coronación apareció una princesa hermosa por fuera pero llena de maldad y ansias de poder. El príncipe que vio las intenciones de la dama la rechazó desde el primer instante que ella pretendía ser algo más que una conocida. Ella llena de despecho destapó su verdadero rostro delante del príncipe y de la corte, ella era una bruja malvada y no dejaría que un príncipe la humillara así como si nada, por lo mismo hizo saber:
-Si así lo desea señor, le haré un obsequio que disfrutará durante años- en el salón de palacio se escuchó su malévola risa. - Si tanto espera a su dulce mujercita pura entonces seguirá esperando. Yo lo maldigo a usted y a todos los súbditos de su pueblo, usted se convertirá en el monstruo que todos temerán, hasta usted mismo se tendrá miedo... y para su pueblo todos se llenarán de oscuridad en lo más profundo de sus almas.- río de nuevo. El príncipe cayó al suelo de rodillas gritando de dolor, miró a la bruja con odio. Y ella volvió a reír. - Bueno... está bien seré benévola, la maldición se irá solo cuando encuentres a esa muchacha.
La bruja finalizó la maldición saliendo de palacio y esparciendo el caos por todo el reino, el príncipe volvió a gritar pero esta vez ya no parecía un grito humano sino un rugido más gutural y animal, convirtiéndose en la gran bestia que había dicho esa horrenda mujer.
El palacio fue desalojado de forma rápida y dejando al príncipe encerrado a su suerte. El pueblo se consumió por la oscuridad por un tiempo hasta que la bruja fue condenada y asesinada en la hoguera. El maleficio desapareció en parte pero no del todo porque el príncipe seguía siendo una bestia que mataba a todo el que se acercaba a las zonas de palacio...
-¿Entonces el príncipe sigue siendo una bestia?- pregunta la pequeña niña de pelo blanco.
-Si, por eso no debes desobedecer mis órdenes has entendido el príncipe es un monstruo y no quiero que te haga daño. - refuta su madre.
- A mí no me parece tan malo y no creo que sea como tu dices pero te haré caso madre. - la pequeña sonrió y se adentró a la casa escondida entre los árboles del bosque en el que vivían.
La pequeña Amelia no era una niña que se dejaba engañar por cualquier persona, porque ella también guardaba secretos. Secretos que ni su madre sería capaz de conocer.
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Editado: 14.09.2020