_ Estaba sentada sobre el ventanal, ahogada por la guerra familiar que mi padre había creado, todas las mañanas eran como si estuviese en un fuego cruzado, donde yo era el detonante y la botella de alcohol las balas, no importaba cuánto me esforzase , cuán bueno era mi desempeño, el siempre encontraba motivos para atacarnos a mi madre y a mi.
Sus manos egoístas siempre esperando más , de lo que podía darle y yo dando todos mis esfuerzos para complacerlo, pero nunca bastaba, en el algún punto llegué a sentir que solo era su premio de caridad, su presencia convierte el ambiente más cálido, en la cárcel más fría y eso aumenta mi ansiedad.
No entiendo cómo mi padre puede causar tantas abominaciones, como puede lastimar tanta a alguien que es parte de el; cada día que pasaba, sentía como mi madre y yo nos caímos a pedazos por dentro, pero como si no fuera ya lo bastante obvio, el no lo notaba.