El Capitán y la Sanadora

Capítulo 13

Gía cumplió con sus tareas de anfitriona, pero una sensación incómoda se había instalado en ella, y para quitársela había tomado alguna que otra copa de vino demás. Así que cuando la velada terminó y ayudó a acomodar a los invitados , casi no se tenía en pie.

Iba camino a su habitación, pero se sentía cansada y aturdida así que un pequeño rincón que había junto al descanso de la escalera le resultó muy tentador, solo iba a descansar un rato

El primero que la vio allí acurrucada fue Reith, se inclinó junto a ella e intentó despertarla, pero estaba profundamente dormida. Estaba pensando en cómo levantarla cuando Arren llegó y tomó la delantera.

-Yo me encargo, puede ir a descansar – dijo y tomó a Gía en brazos. Ella se acomodó contra él, y Reith pensó que era como si estuvieran acostumbrados a esa situación. Arren siempre lo había tratado con frialdad, casi hostilidad, ahora creía entender por qué

-Buenas noches- respondió , sabiendo que no tenía nada qué hacer allí.

El capitán miró a la joven que tenía en brazos.

-Sigues siendo una imprudente- susurró y se dirigió a la habitación de ella, pero al llegar, cambió de idea. Gía estaba borracha, había demasiada gente en el castillo y no confiaba en dejarla sola. Lo pensó y se dirigió a su propia habitación. Le quitó los zapatos y la horquilla que llevaba en el cabello, luego la acostó y la arropó. Se sintió extraño al volver a ver aquella cabellera pelirroja desparramada en su cama, era como una imagen de antaño pero al mismo tiempo diferente.

Al cargarla había descubierto que era más pesada de lo que recordaba, y ahora era plenamente consciente de que la niña ya no existía.

Probablemente no era correcto que la hubiese llevado allí, pero al ver a Reith a su lado se había sentido demasiado inquieto, ahora se sentía tranquilo de que ella estuviese donde pudiera verla, bajo su custodia. Suspiró profundamente y tras quitarse las botas, se recostó en la orilla de la cama, desde donde podía vigilar su sueño, iba a quedarse allí un rato, luego dormiría en el sillón como siempre, pero terminó quedándose dormido.

Gía despertó y se sintió algo aturdida, le costaba abrir los ojos y poco a poco recordó que había estado bebiendo demasiado y no era algo que tolerara bien. De hecho no solo le pesaba la cabeza sino todo el cuerpo, entreabrió los ojos y la luz matinal le molestó, intentó moverse y sintió que algo la detenía. Terminó de despejarse y entonces notó dos cosas simultáneamente, que aquella no era su habitación y que un brazo estaba sobre su abdomen, reteniéndola. Y lo más sorprendente era que la persona acostada a su lado y que la retenía era Arren.

¿Cómo había ella llegado allí? ¿Borracha había vuelto a colarse en su habitación como antes?¿Y qué hacía él a su lado?

Debía salir de allí, se movió despacio, pero aún así lo despertó.

-¿Estás despierta?- preguntó él abriendo los ojos y mirándola

-¿Qué hago aquí?

-Estabas dormida en los pasillos y muy borracha también, así que pensé que estarías mejor aquí.

-¿Puedes soltarme?- preguntó y él quitó el brazo deprisa, como si ni siquiera fuera de consciente de estarla sosteniendo.

-Lo siento, no me di cuenta.

-¿Por qué me trajiste aquí?

-Estabas muy dormida.

-¡Cielos, Arren! ¿Por qué no me llevaste a mi habitación?

-Pensé que estarías más segura aquí.

-¿Pensaste? No pensaste, creíste que estará más segura en tu cama, ¿y qué haces tú durmiendo aquí? -preguntó enfadada.

-Lo acabas de decir tú, es mi cama, dormía en mi cama- aclaró incorporándose.

-Pero siempre has dormido en el sillón, y me has dicho que es impropio...

-Ya no eres una niña – dijo él y ella no supo cómo interpretar aquello.

-¡A ESO ME REFIERO! ¡No puedo estar en tu cama, contigo! – aclaró mientras se levantaba, y aunque no había esperado otra cosa, se sentí aliviada de ver que llevaba puesta su ropa- ¡Qué crees que sucederá si alguien se entera? El castillo está lleno de invitados.

-Por eso no era seguro que durmieras en tu habitación, borracha e inconsciente de todo lo que sucedía a tu alrededor ¿Crees que no estás segura a mi lado? – preguntó él y ella sintió que volvían una y otra vez a lo mismo, todo lo que sucedía entre ellos rondaba sobre el mismo tema, su seguridad, la culpa, el deseo de él de protegerla. Eran atrapados por el pasado una y otra vez.

-Fue una pésima idea.

-Antes no te parecía tan mala idea- la molestó él, también estaba empezando a molestarse con su reacción. Solo había querida cuidarla, y despertar a su lado había hecho que sus emociones se revelaran. En el pasado, ella había sido una persona importante para él, lo suficiente para dar la vida por ella, pero ahora era diferente. La noche anterior había estado celoso, era capaz de reconocerlo, ver a Reith cerca de ella había despertado no solo su instinto de protección sino de propiedad. Y al despertar a su lado, había entendido que ya no había vuelta atrás, porque Gía de Skye , ya no era la pequeña que él quería mantener a distancia, sino una mujer que anhelaba.

-Antes era una niña tonta e irresponsable, ahora soy una adulta y entiendo lo que está bien y lo que no, ¿a ti se te ha olvidado?- preguntó ella sacándolo de sus pensamientos.

-Sí, por un momento - respondió- Vete, ve a tu habitación antes que alguien te vea.

Tras esas palabras, Gía salió de prisa y Arren se quedó mirando hacia la puerta. Tenía demasiado que procesar , porque era un hecho que estaba enamorado de ella.

Gía salió casi corriendo de la habitación de Arren, estaba enojada con él, con que insistiera en protegerla hasta el punto de que incluso la había llevado a su cama sin pensar en las consecuencias. Porque si era sincera con ella misma, cuando lo había descubierto durmiendo a su lado, todas las emociones que sentía se habían removido.

¿Cómo antes había podido colarse allí y provocarlo?¿Cómo había tenido el valor? Ahora apenas había podido manejar su nerviosismo y su enfado. Porque ella había estado muy consciente de él, del peso de su brazo sobre ella, de su cercanía, del calor de su cuerpo, pero él parecía ni siquiera haber pensado en ella como mujer. Solo la había llevado allí para cuidarla de los peligros que él imaginaba acechándola.




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