El Capitán y la Sanadora

Capítulo 16

Gia se atragantó con el sorbo de vino que bebía y lo miró sorprendida.

-¿Qué dijiste?

-Ahora sabes cómo se siente estar del otro lado – dijo él y ella recordó las veces que le había dicho cosas semejantes sobresaltándolo, por ejemplo que sería su marido. Pero ahora no sabía si Arren hablaba en serio o no. Iba a preguntarle, pero Kevan llegó a buscarla.

-Mi madre pregunta por ti- dijo su primo interrumpiendo y Gía ya no tuvo oportunidad de preguntar. Tuvo la seguridad de que ninguno de los dos podría mencionarlo al día siguiente, el instante había pasado.

Los días fueron pasando, y cada uno se concentró en sus obligaciones, así que no pudieron verse. Gía estaba ayudando a su tía con las tareas del castillo mientras se recuperaba , y Arren estaba ocupado buscando y reclutando más soldados confiables para resguardar Skye, ya que la llegada de la niña había hecho que su tío decidiera fortalecer la guardia del señorío.

Algunas veces, en la mañana ,desde la torre alcanzaba a ver partir al capitán, y tenía la leve sensación de que él también giraba a mirar el hogar que dejaba atrás, y aún a la distancia podía distinguirla por su cabellera.

La pequeña recién nacida había sido nombrada Gwen y así como había traído una inmensa alegría, también había cambiado bastante la rutina cotidiana. La atención de todos se había centrado en ella, Su padre pasaba tanto tiempo como podía junto a la niña y su madre, Kevan se escapaba de sus entrenamientos para ver a su hermanita y le contaba sus avances. Y Gía intentaba ayudar en todo lo que podía para darle tiempo a su tía de recuperarse y ocuparse de las necesidades de la bebé. Así que dividía su tiempo entre el dispensario, el castillo y atender los problemas diarios de los habitantes de Skye

-Te ves agotada – le dijo Bertea mientras la joven prensaba hierbas- deberías descansar un poco más o no serás de ayuda para nadie. Creí que habías aprendido esa lección hace años, que para cuidar a otros debes cuidarte tú.

-Lo sé, espero que mi tía vuelva a pronto a encargarse de dirigir todo, no sabía qué agotadora era su labor. Las cocineras del castillo han entendido que no es buena idea consultarme sobre la comida, pero sí sobre víveres y otras cosas por el estilo, y he debido intervenir en toda clase de asesoramiento con la gente del poblado, sobre las fechas de siembra, la necesidad de un nuevo pozo de agua, escribir cartas para familiares de gente que no sabe escribir, decidir la propiedad de un par de cerdos e incluso aconsejar a Velis sobre a cuál de sus pretendientes elegir.

-Es una suerte que sea transitorio, debo decir que te refiero siendo sanadora.

-Debo acordar con eso, Bertea, creo que enloquecería si me tocara hacer esto por siempre. Además mi tía tiene la sensatez y la paciencia necesaria, y ahora entiendo que debe estar al tanto de todo lo que pasa en Skye desde cerdos hasta romances.

-Era tan joven como tú cuando llegó aquí a casarse con tu tío, es una mujer admirable.

-Lo es. Antes no sabía cuánto.

-Bueno, eso significa que también has madurado.

-¿De verdad lo crees?

-Sí, tal vez hubiera preferido que fuera por otros caminos, menos difíciles, pero lo importante que has atravesado esas tormentas y me da tranquilidad ver la Gía en que te has convertido. Ahora puedes ver mejor en los corazones de los demás, y para una sanadora eso es tan importante como ver los cuerpos. Y has ganado un poco de sabiduría, pensé que nunca podríamos lograr eso contigo.

-¡Bertea!- protestó con cariño, pero se sintió reconfortada por aquellas palabras, y también orgullosa de que su maestra dijera eso. Se había sentido un poco perdida consigo misma, ahora entendía que también era parte del proceso de crecer. Quizás el dolor había apurado las cosas y había retorcido un poco el camino, pero al final del camino estaba ella misma, más sensata, menos impetuosa, pero seguía siendo ella.

-¿Entonces, ya puedes ir hacia tu futuro y dejar atrás el pasado? – preguntó y se refería tanto al pasado lejano en que había perdido a sus padres y se había sentido una extraña como al accidente que la había cambiado.

-Sí, creo que sí – respondió y su maestra le sonrió

Apenas su tía estuvo completamente recuperada, decidieron hacer un festejo en el señorío, no harían la presentación oficial de la niña hasta meses después con los demás nobles, pero los señores de Skye querían compartir su alegría con su gente.

Así que junto a la primavera que llegaba, todo se llenó de aire de festejo.

Las mujeres tiñeron sus prendas con colores vivos, recogieron flores para adornar el patio central y para adornar sus cabellos, se prepararon grandes cantidades de comida y se armó incluso una pequeña feria improvisada con distintos productos y juegos para que los hombres pudieran probar sus habilidades y conquistar a sus damas.

También música y baile

Los señores de Skye recorrieron brevemente el lugar, luego se ubicaron en un pequeño palco para que madre e hija estuvieran cómodas, y los aldeanos pasaban por allí a saludar.

Los demás se sumergieron en el festejo, incluso Kevan y Gía que se unieron al baile alegremente.

Su primo la estaba haciendo girar, cuando alguien se acerco.

-¿Me permite? – dijo Arren a su discípulo y este retrocedió para dejarle su lugar.

-Arren – susurró Gía incrédula. No hubiera imaginado que él quisiera bailar, desde que recordaba rehuía de aquella actividad. Pero él le sonrió y depositó una corona de flores sobre su cabello, antes de tomarle la mano para bailar con ella.

Aunque apenas tuvo tiempo de verla, supo que era una corona de flores amarillas, de dientes de león. Y recordó otro momento, cuando en el pasado , ella le había regalado una de aquellas flores a él y le había dicho que significaba fidelidad y alegría . También le había dicho que significaba "Espérame, seré tu esposa"

-Feliz primavera, Gía. Baila conmigo – dijo él y ella asintió




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.