El Capitán y la Sanadora

Capítulo 18

Y cada día que pasaba, volvió a subir mientras la esperanza y el miedo se le arremolinaban adentro hasta que no sabía distinguirlos.

-Te pareces a él – dijo Bertea al verla regresar. Y la joven la miró sin entender

-¿A quién?

-A Arren mientras te esperaba esos tres años, subía allí como si pudiera verte o acelerar tu regreso.

-¿Eso hacía?

-Cada día, mientras luchaba con sus ganas de ir a buscarte y con su culpa.

-¿Entonces ahora soy quien debo esperar?

- Tampoco es que tengas elección, niña. Solo no desesperes – le dijo y le tomó las manos entre las suyas- Ese hombre cabalgaría sobre llamas para volver a ti.

Gía asintió y también trató de contener las lágrimas. Tenía que ser valiente.

Arren había esperado. Así que ella también iba a esperar.

Y esperó.

Esperó

Esperó.

Él había esperado su regreso durante tres años, ¿cuánto debería esperarlo ella?

El tiempo volvió a ser desconcertante, a veces fluía con la naturalidad de la vida cotidiana, a veces fluía como un milagro mientras Gía observaba los cambios microscópicos en la pequeña Gwen al acunarla, y a veces el tiempo parecía hecho de una neblina en la que podía perderse cuando esperaba noticias de la guerra y de Arren. Noticias que no llegaban, o que eran solo un eco lejano que no le permitían saber ni cómo estaba ni cuando regresaría.

Los días siguieron pasando en aquella mezcla de fluidez y pausa, y la joven siguió cumpliendo sus labores que incluyeron curara su primo cuando salió lastimado en una de sus prácticas.

-Deberías tener más cuidado, y también no pasar tanto tiempo en las lizas – lo reprendió.

-Tengo que mejorar, así él no vuelve a dejarme atrás – dijo en voz baja, casi gruñendo y Gía entendió que no era la única que sufría el abandono.

-Sabes que como heredero del señorío no debes combatir.

-Pero soy su estudiante también, y ya no soy un niño.

-Confió en ti para que nos cuidaras- le dijo intentando aplacar la molestia de Kevan y sintió que su primo se relajaba un poco con aquellas palabras. Ojalá ella pudiera también calmarse a través de las palabras de su familia. Aunque lo que había dicho Bertea era su faro no le quitaba angustia a la espera.

Había días llenos de esperanza y otros en que dormía llorando imaginando lo más horrible.

Lo primero que hacía al despertar era correr a ver a su tío, esperando noticias. A veces él le decía algo, a veces solo sacudía la cabeza para expresar que no había novedades y otras veces la miraba sin decir palabras y quedaba sumido en sus pensamientos, esas eran las ocasiones que Gía más temía porque sabía que no era nada alentador.

Aquella mañana había sido una de esas, y ella había terminado en la habitación de su tía, cargando a su primita.

-¿Es que no hay nadie más en el reino que pueda combatir? ¿Tenía que ir él?- preguntó enfadada y su tía se paró para recuperar a su hija de los brazos de Gía.

-Vas a asustarla- dijo

-Lo siento, no fue mi intención.

-Lo sé, Gía. Solo estás asustada.

-¿Cuánto dura una guerra?- se preguntó y luego sacudió la cabeza, pues recordaba de algunas que habían durado años.

-Más de lo necesario – respondió su tía y Gía suspiró. El pesar por las guerras era uno de esos secretos que compartían todas las mujeres, porque ellas siempre salían perdiendo. Perdían a padres, maridos e hijos, eran las víctimas de ataques y también el botín. Y cuando una guerras acababa, si sobrevivían, debían encontrar la forma de reconstruir sus pequeños mundos domésticos en medio de la destrucción absoluta. Así que incluso aquellas guerras que parecían justas y necesarias, a las mujeres les resultaban dolorosas.

-Cuando vuelva- dijo la muchacha pero se frenó de golpe ¿y si no volvía?

-Cuando vuelva...-repitió su tía como alentándola a ser positiva.

-Cuando vuelva- recomenzó Gía- voy a asegurarme de dejarle en claro muchas cosas, y también...voy a casarme con él – dijo y volvió a mirar a su tía. Como sobrina de los señores de Skye, su matrimonio era importante y sus tíos tenían la decisión, pero ella solía olvidar aquellas convenciones. No solía pensar en sí misma como alguien de la nobleza- ¿Lo aceptarán? – preguntó

-Como si nos dieras otra opción, Gía. Hubo un tiempo que pensé que no era lo mejor para ti, pero han pasado por tanto, y si aún sientes algo por él dudo que vayas a cambiar de sentimientos en el futuro. Y si cambias, será para volver a enamorarte de Arren de alguna otra forma. Nuestro deseo para ti ha sido que seas feliz. Eras feliz ayudando a Bertea, por eso tu tío te dejó elegir ese camino. Y eres feliz amando a ese arisco capitán, así que no debes preocuparte – finalizó con una sonrisa suave que hablaba de la aceptación. Ahora solo restaba que él volviera

En los días siguientes, las noticias que no habían llegado empezaron a llegar todas juntas, acumulándose y generando ansiedad.

Que los ejércitos unidos del rey iban triunfando. Que habían perdido. Que habían ganado una batalla decisiva. Que se estaban replegando. Que habían ahuyentado al enemigo. Que había muchos muertos. Que habían triunfado y el rey y sus señoríos estaban a salvo. Que regresaban a casa

Que el ejército de Skye volvía. Que Arren había sido herido en batalla.

Y cuando esa última noticia llegó y le fue transmitida por su tío, Gía se tambaleó y fue sostenida por Kevan que evitó que cayera.

-Está herido...-susurró.

-Vuelve a casa, Gía. Concéntrate en eso- dijo su tía llegando hasta ella.

-¿Qué tan grave es?- preguntó con un leve temblor.

-No dice mucho más, solo que es una herida de espada-aclaró Lowen preocupado.

La joven quedó sin palabras, se sentía vacía, aterrada.

-Vamos, debemos tener todo listo para cuando lleguen- dijo Bertea y la tomó del brazo, ella se giró a mirar a su maestra- Necesitaremos medicamentos, Gía, reacciona- insistió

Sus palabras tuvieron el efecto deseado, y ella dejó de ser la mujer que esperaba al hombre que amaba para convertirse en la sanadora de Skye que esperaba a los heridos para salvarlos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.