Después de una semana de descanso, pude finalmente retomar mis labores en la editorial. Aún debía llevar la venda en el pie y usar unas muletas para caminar, pero no dolía tanto, en realidad, mi mejora estaba marchando muy bien.
Ingresé a mi oficina y tomé asiento en mi silla giratoria. Por dentro me preguntaba si el libro en el que estaba trabajando antes de accidentarme se encontraría ya en la oficina de maqueado y encuadernación; se suponía que en cuatro días debía salir a la luz.
Isaac Anthonyson ingresó a mi oficina después de que me haya acomodado con un tanto de dificultad. Lucía sereno —como siempre —y llevaba puesto un traje perfectamente planchado.
—¿Cómo te sientes? —Preguntó observando mi pie.
—Mejor. —Contesté moviendo ligeramente mi cabeza.
—Me alegro mucho. Bueno, vine para informarte que terminé de hacer las correcciones del libro que tenías a tu cargo. Ahora mismo están terminando de imprimirlo y armarlo.
Agradecí mentalmente por ello, aliviada por no tener que trabajar hasta tarde de nuevo para terminar aquel proyecto en caso nadie lo haya concluido por mí.
—Gracias. —Le dije finalmente. —Y por lo de la otra noche también.
Por momentos el orgullo era lo de menos; no podía seguir tratándolo como si se tratara del ser más desagradable del planeta, sobre todo después de lo mucho que me había ayudado.
—No hay de qué. —Respondió acomodándose las gafas y salió de mi oficina con mucha tranquilidad.
Volví a prestar atención a mis propios asuntos, concentrándome en los nuevos proyectos que tenía que revisar y corregir. No me di cuenta de que la hora se había pasado volando, y cuando menos lo pensé, Amanda irrumpió en mi oficina con los ánimos a tope, diciendo que ya era hora de bajar a almorzar.
Me puse de pie con una sonrisa mientras Amanda me ayudaba a colocarme las muletas; sentí a mi estomago rugir con mucho descaro. Tenía hambre y no me había dado cuenta hasta ese momento.
Comencé a caminar junto a mi amiga con mucha dificultad, cuando la presencia de alguien nos detuvo en la entrada de mi oficina. Isaac se encontraba frente a nosotras con una bandeja de comida en las manos.
—Toma. —La extendió. —Almuerza aquí.
Me quedé congelada en mi sitio, observando cómo Amanda le recibía la fuente.
—No es necesario, yo pued...
—No. —Interrumpió. —Por mi culpa estás así; come aquí junto a Amanda. —Ordenó y caminó de regreso por el pasillo. Ni siquiera me dio tiempo para protestar algo.
—¡No puede ser! —Exclamó mi amiga a mi lado. —¡Te trajo el almuerzo hasta acá!
—No es lo que piensas, Amanda. —Traté de minimizarlo. —Por su culpa estoy así; es lo menos que puede hacer.
—Sí, sí. Ya, ahora siéntate a comer mientras yo busco mi comida. —Me ayudó a tomar asiento nuevamente. —Desearía tener a alguien que me traiga el almuerzo igual que a ti.
Rodé los ojos con cierto desespero y la observé caminar muy emocionada hacia la salida.
¡Dios! Amanda se emocionaba demasiado por todo.
...
En las siguientes semanas ocurrió lo mismo; Isaac me traía el almuerzo y se iba después de eso. Jamás hablábamos más de la cuenta, sólo nos limitábamos a decir lo necesario.
Finalmente, los almuerzos en la oficina habían acabado. Me habían retirado la venda y por fin podía caminar con normalidad, cómo si jamás me hubiese esguinzado el pie.
Me encontraba junto a Jack y Amanda en el comedor de la editorial. El lugar estaba casi vacío ya que eran las tres de la tarde.
—¿Qué te pondrás para la fiesta de aniversario?
Cada año, la editorial celebraba una lujosa fiesta en honor a su fundación. Asistían muchos famosos y por lo general, la reunión siempre terminaba siendo primera plana de las revistas y periódicos.
—No lo sé. —Respondí pensativa. —Sabes que no tengo mucha ropa de fiesta, menos si es elegante.
—No me digas que no irás sólo por eso. —Habló Jack con mirada amenazadora.
—¡Tienes que ir, Amelie! —Amanda sin duda era la más entusiasmada. —¡Es la gran fiesta del año! Hasta Isaac Anthonyson irá.
—Sí, y eso que es un asocial de primera.
Reí después de escuchar el término que había usado Jack. La verdad es que la introversión de Isaac dejaba muy en claro sus tendencias asociales.
—Bueno, bueno. —Acepté finalmente. —Pero debemos ir de compras, porque hablo enserio cuando digo que no tengo nada que usar.
—¡Eso! —Celebraron los dos y yo solo rodé los ojos con una sonrisa.
...
La fiesta se había celebrado en una casona muy hermosa, parecía un mini palacio con un hermoso y bien cuidado jardín, el cual estaba iluminado por una tenue luz amarilla, otorgándole un aspecto muy relajante a la vista.
El interior era simplemente deslumbrante. Había un gran salón de baile y mesas muy elegantes a sus alrededores.
Sonreí al lado de mis amigos. Lucíamos muy diferentes con nuestros atuendos de gala. Amanda con un lindo vestido amarillo, Jack con su esmoquin negro y yo con un vestido crema que había amado desde que lo vi en el aparador de la tienda.
No recordaba la última vez en la que me había divertido tanto. Bailar me hacía muy feliz, y me reía constantemente de los raros pasos que Jack hacía de vez en cuando.
—Tomen. —Marco, un compañero de trabajo nos extendió tres copas de un coctel del cual nunca supe el nombre.
—Sólo dos. —Indicó Amanda. —Amelie no toma.
—Sí. Es muy aburrida, ya sabes. —Comentó Jack. Sabía lo que planeaban, intuí su plan desde el inicio, querían usar la psicología inversa conmigo.