El capítulo de Nuestro Amor (completa)

CAPÍTULO V: "Me lo agradecerás algún día"

Sentía que mi cabeza daba vueltas sin parar, y cómo si mi estómago pidiera a gritos que lo liberara del terrible peso que cargaba, corrí hacia el baño dispuesta a vomitar. Había bebido demasiado y se sentía horrible.

Choqué con alguien en el trayecto, más no le presté atención; si no llegaba a tiempo al baño terminaría armando un tremendo papelón al frente de todos.

Ingresé al baño de mujeres y me tumbé sobre uno de los inodoros del lugar, dispuesta a expulsar todo aquello que mi cuerpo no quería dentro.

Mientras hacía lo mío, sentí que mis ojos lagrimeaban de vez en cuando ¿Hace cuánto tiempo no vomitaba? No podía recordarlo, pero la sensación de expulsar cosas por la garganta era simplemente horrible.

Sentí cómo unas manos sostuvieron mi cabello desde la altura. Me sobresalté en mi sitio incapaz de voltear a ver de quién se trataba; no podía girar la cabeza mientras vomitaba o terminaría por hacerlo encima de mí.

—Vale, ya pasó. —Habló él cuando terminé con lo mío. Me puse de pie muy avergonzada, más algo en mí se alegró mucho de verlo. Isaac estaba al frente mío luciendo preocupado.

Jalé la palanca del baño y me acerqué al lavabo para enjuagarme la boca. El vómito sabía horrible, no había duda de eso.

—Te llevaré a casa. —Dijo Isaac a mis espaldas.

Negué mientras secaba mis manos. No podía irme y dejar a mis amigos en la fiesta; y aunque la proposición me resultaba tentadora, volví a negar. El alcohol me había pegado muy fuerte; estaba deseando que Isaac me llevase a casa.

—No puedo dejar a Amanda.

—Está bien, la llevaremos también. —Se ofreció y me tomó suavemente de la mano para llevarme de regreso al salón.

—Amanda, vamos. —Le dijo Isaac a mi amiga. Aunque no podía verme a mí misma, sabía que traía una sonrisa de tonta en el rostro. —Las llevaré a casa.

Observé a mi amiga con la mirada pesada y noté cómo una ligera sonrisa se posaba en su cara.

—No es necesario. —Se negó. —Yo me quedaré un rato más, estoy sobria.

—¿Estás segura? —Me acerqué a ella torpemente y la tomé por ambos hombros. La muy desgraciada parecía reírse de mí en la cara; ¿La única borracha era yo? ¿En serio?

—Sí. —Me susurró. —Le diré a Jack que me lleve; luego me lo agradeces.

¿Agradecerle?

—Bueno, nos vamos entonces. —Habló Isaac y me tomó del brazo para que no cayera mientras caminaba. 

Amanda era una traidora; me estaba dejando a solas con Isaac a propósito; y aunque yo era muy consciente de eso, no hice nada para negarme. 

¡Jamás en mi vida volveré a beber de tal forma!

Cerré mis ojos por inercia cuando mi piel hizo contacto con el suave asiento del auto de Isaac. Estaba agotada, cualquier lugar parecía ser el indicado para dormir. 

Me desperté de golpe cuando sentí que mis pies tocaron el suelo. Observé todo a mi alrededor con dificultad; estábamos afuera de mi departamento. Isaac intentaba abrir la puerta con una mano, mientras la otra me sostenía para que no cayera.

Se veía tan lindo; con sus lentes cuadrados y su cabello ligeramente despeinado; muy diferente a cuando éramos más chicos. Sonreí al notar cómo volvió a tomarme de la cintura para ayudarme a ingresar a casa.

—E-res muy fuerte. —Le dije mientras me recostaba en la cama y me quitaba los tacones de los pies.

—Ya duerme, Amelie. —Habló aún serio. —Es tarde.

Observé cómo se dirigía a uno de los cajones altos de mi cómoda y sacaba de ahí un gran edredón para cubrirme con él. Sentir el frío contacto de la tela era la sensación más relajante del mundo. 

No fui capaz de recordar nada más después de eso; salvo la gran risa que Isaac había soltado antes de salir de mi cuarto y marcharse de mi departamento.

...

El día siguiente fue una total pesadilla; y agradecí el no tener que ir a trabajar.

Amanda, con el mismo rostro desastroso que yo, ingresó a mi departamento sin previo aviso. Casi me lanzo encima suyo para reclamarle el por qué me había dejado sola con Isaac Anthonyson.

—Se veía tan preocupado por ti. —Se excusó, ganándose una mirada de reproche por mi parte.

—Te odio. —Le dije lanzándole un cojín.

—Ya te dije que me lo agradecerás algún día. —Respondió; más yo solo pensaba en lo miserable que había estado el día anterior. 

Isaac Anthonyson había vuelto a ayudarme y aquello había golpeado terriblemente mi orgullo.

—Amanda, ¿Cómo voy a mirarlo a la cara? —Me recosté sobre el sillón con la mirada perdida. Sentía una sequedad tremenda en la garganta.

—Pues, con los ojos ¿No?

Giré en dirección a ella y la observé con la mirada cargada de enojo. No era momento para bromas. Ella se rio y sirvió dos vasos con agua en la isla de la cocina.

—Todo estará bien, tonta —Intentó tranquilizarme, aunque yo sabía por dentro que aquello no tenía ni una sola pizca de verdad.

...

Para el lunes, mi rutina prácticamente se basó en huir. No quería encontrarme con Isaac ni por accidente, mucho menos después de la bochornosa escena que había montado la otra noche. Me tranquilicé al cabo de unas horas cuando escuché decir a alguien que se encontraba de descanso. 

Y aunque no planeaba esconderme de él para toda la vida, por momentos pensaba que aquella era la única forma de evitar enfrentarlo.




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