El capítulo de Nuestro Amor (completa)

CAPÍTULO XIV: La familia Taylor.

El mes de julio había llegado; y con él una fecha muy importante para Isaac: el aniversario de la muerte de su madre.

—Mira lo que tengo aquí.—Me mostró un par de boletos de tren.

—Están demasiado caros.—Le reproché mientras los tomaba entre mis manos.—Cuestan casi el triple que un boleto de bus, Isaac.

—Lo sé, pero es romántico viajar en tren ¿No lo crees?

—Bueno, sí. Pero igual no deja de ser caro.

—No te preocupes por el dinero, linda.—Me dijo.—Ahora ve a alistarte; se nos hace tarde.

Ambos habíamos planeado viajar a Merrel a visitar la tumba de la madre de Isaac, aunque no de aquella forma, aún así, no podía seguir reprochándole por eso. Él ya había comprado los boletos.

Abordamos el tren con una sonrisa, teniendo el mayor cuidado de no extraviar nuestras pertenencias mientras subíamos.

Por mi mente pasaban muchas preguntas que no me atrevía a cuestionarle por respeto, más la curiosidad me venció de nuevo y terminé haciendolo de todas formas:

—¿De dónde sacas tanto dinero?—Sabía que su sueldo de jefe de edición literaria era bueno, pero no lo suficiente cómo para vivir con los tantos lujos que él se permitía.

Isaac me rodeaba con su brazo; ambos habíamos optado por usar suéteres de lana ya que la mañana era fría.

—Digamos que recibo muchos ingresos por todas partes.

Claro, tonta. Isaac aún ganaba dinero por sus libros.

—Lo imagino.—Respondí sintiéndome muy torpe.—Perdón por hacer preguntas tan tontas.

—No te preocupes, Ame.—Aseguró con una sonrisa.—Sé que piensas que vivo sólo de la literatura, pero la verdad es otra.—Aclaró.—Cuando murió mi mamá, heredé una fuerte suma de dinero por parte de los Anthonyson, aunque al ser menor de edad no pude tocarlo por varios años.

—Lo imagino.—Respondí pensativa.—¿Y por parte de tu padre también recibiste herencia?—Por dentro esperaba que mi pregunta no sonara demasiado interesada. Isaac sonrió mientras me seguía abrazando; ambos nos encontrabamos observando el hermoso paisaje mientras charlabamos.

—Cuando murió mi padre, recibí una herencia cuatro veces mayor que la de mi mamá. Ese dinero había sido heredado a la vez por mi padre, cuando el abuelo murió. Gracias a eso me permití dejar la universidad cuando tuve la edad suficiente para disponer de él.—Tomó una de mis manos y la entrelazó con la suya.—Digamos que tenemos el dinero suficiente cómo para vivir dos vidas juntas sin tener que trabajar.

—¿Tenemos?

—¿No creerás que disfrutaré todo ese dinero yo sólo, verdad?—Su comentario había sido suficiente para hacerme enrojecer. Aquella era un propuesta muy atenta de su parte, ¿Isaac estaba pensando en el futuro? ¿En un futuro a mi lado?—¿Qué dice, señorita Johnson?

—Estás loco.—Le respondí soltando una leve carcajada.

—Por ti.

Sonreí como una tonta mientras él se acercó a mí para depositar un tierno beso en mis labios y me apretujó a su lado haciendome reir en el instante.

—Háblame de tu familia.—Le pedí al cabo de un rato. La verdad es que aquella parte de él la desconocía, y tenía mucha curiosidad por saberlo.

Escuché atentamente lo que me narró; y me sorprendí al escuchar la historia completa.

...

Los Taylor eran una familia de alta clase en Inglaterra, muy bien posicionados en cuestiones sociales y económicas, esto gracias a la cercanía del difunto abuelo Taylor con la familia real inglesa, y a la excelente fortuna que habían heredado con el pasar de las generaciones.

Mary Berrycloth, quien al casarse se convirtió en la hermosa y adinerada Mary Taylor, se comprometió muy joven con el atento y apuesto Phillfred Taylor, gracias a un arreglo entre los padres de ambos para que pudieran preservar su estatus y fortuna con éxito, algo que era muy común en su época y en su círculo social.

Del matrimonio entre estos jóvenes no habría cosa alguna de que quejarse, la verdad era que Phillfred era un excelente esposo, muy amable y consentidor con Mary, y aquella actitud paciente y condescendiente le había permitido amarla y ser reciprocado por parte de la dama.

De aquellas unión fructífera habían nacido dos bellos hijos: Phill y Miranda Taylor, siendo el primero el mayor de ambos.

Sin duda, los cuatro conformaban una familia perfecta ante los ojos de muchos, pero habían muchas cosas que detrás de aquella fachada yacían ocultas destruyéndolo todo por dentro. Para empezar, Mary había comenzado a tener las mismas actitudes de superioridad y soberbia que su madre poseía, inclusive se esforzó por mucho tiempo al intentar juntar a sus dos hijos con parejas dignas de ellos, lográndolo en primera instancia, con Phill, quien al cabo de un tiempo se casó con Bertha Anthonyson.

La familia Anthonyson era una familia muy influyente en Inglaterra, aunque desde hacía muchos años se habían mudado a Vrend por temas de negocios.

Del matrimonio de Phill y Bertha nació su único y muy saludable hijo: Isaac Taylor, quien constantemente se veía envuelto en las muchas peleas que sus padres tenían. El niño era muy consciente de que sus papás, aunque al inicio parecían amarse, en realidad nunca no habían hecho, inclusive en su adolescencia. En medio de las tantas confesiones que su padre le hacía en sus momentos de borrachera, Phill le había dicho que la única razón que lo obligó a quedarse con Bertha, era él.

Por su parte, Bertha era una madre muy amorosa, y en la mayoría de ocasiones, una atenta esposa; no había duda de que Phill la quería, pero en el fondo le dolía el saber que él jamas la amaría como ella hubiera deseado.


El resto de la historia consistió para ambos, en un triste recorrido lleno de problemas y heridas, el cual concluiría con aquella triste noche en la que Phill Taylor asfixió a su esposa en la habitación donde hacía mucho tiempo no dormían juntos. La justicia había actuado a su favor, gracias al gran sustento monetario de los Taylor, y así, resultó mucho más sencillo explicar que Bertha Taylor—antes Anthonyson—murió mientras dormía, víctima de un repentino paro cardíaco.




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