"Perdón"
Revisaba tarjeta cada media hora. Isaac me había enviado un ramo de rosas rojas en forma de disculpas.
Había revelado nuestra relación en televisión nacional, ¿Cómo esperaba que reaccionara ante eso? Él había lucido tan tranquilo a través de la pantalla de vidrio mientras yo era todo un manojo de nervios alterados.
En la editorial completa se hablaba de nuestra relación, algunos diciendo que yo era una interesada, mientas que otros nos felicitaban por la noticia.
Justo lo que más me temía: los comentarios. En realidad no me importaba mucho lo que la gente entrometida podría pensar, más me inquietaba el hecho de recibir alguna llamada de atención por involucrarme con el jefe, por esa razón me atemorizaba muchísimo que las habladurías distorsionaran la verdad.
Me sentí muy aliviada cuando Carl Mason se acercó a mi oficina a felicitarme por la noticia. No podía negar que esperaba alguna llamada de atención, pero él había asegurado que la felicidad de Isaac era la suya.
Sonreí un tanto nerviosa ¿Tanto le agradaba él?
Asentí en agradecimiento y observé cómo el hombre se alejó de mi oficina. Mi temor se había disipado, pero mi enojo con Isaac no; así que me esforcé al máximo por no topármelo, aunque fue en vano. Él siempre sabía cómo hallarme.
—Por favor, perdóname. No soporto que no me hables.—Nos encontrábamos en la biblioteca de la editorial; lejos de las habladurías de la gente. Su voz era suplicante y hasta quejumbrosa.
Él era realmente atractivo, sobre todo cuando su cabello estaba ligeramente despeinado. Renegué dentro mío reprochándome por ser tan débil, mientras lo observaba en silencio sentada en una esquina del lugar. Quería correr a él y abrazarlo, pero mi resentimiento no me permitía hacerlo.
Me permití analizarlo de pies a cabeza. Era alto, lo cual le otorgaba unos aires muy marcados de liderazgo, pero ambos éramos conscientes de que en aquel momento, quien controlaba la situación era yo.
—¿Sabes lo que es estar en una relación?—hablé finalmente poniéndome de pie. —Es tomar decisiones de la mano del ser a quien amas.
Me sorprendí al escuchar el término que empleé. Sí, había admitido que sentía amor por él, y por más que tratara de evitarlo, no podía huir de aquello.
—...Y no por cuenta propia. —Terminó por decir Isaac completando la frase. —Perdón por hacer pública nuestra relación sin antes consultarlo contigo. —Su mirada era tierna, lucía realmente arrepentido.
—Te perdono. —Respondí. —Pero realmente necesito que seamos un equipo si queremos que esto funcione.
—Gracias, en serio. Soy el novio más tonto de todos.
Lo último que dijo me había hecho soltar una pequeña risa.
—Pareces un bebé, Isaac.
—Soy tu bebé. —Admitió con una tierna sonrisa.
Finalmente pude sostenerle la mirada. Jamás había visto unos ojos más hermosos que los de él, de un color avellana tan bello y con mucha profundidad.
Envuelta en aquel placer que me provocaba mirarlo, Isaac acercó sus labios a los míos y me besó con mucha soltura; cómo si no lo hubiera hecho por años.
...
—Listo. Volveremos máximo en un mes. —Habló Isaac. —El resto de la construcción la iremos supervisando cada cierto tiempo. Si tienes alguna duda, no dudes en llamar.
El mes de agosto trajo consigo el inicio de la reconstrucción de la casa de los Taylor. Jack había sido designado para reemplazar a Isaac en su ausencia, algo que lo emocionó muchísimo y aceptó de inmediato con una sonrisa.
—Está bien. Que tengan buen viaje, chicos; y no se diviertan mucho, no quiero ser tío.
Casi lo fulmino con la mirada un tanto avergonzada, mientras lo observaba reír.
—Descuida, rulitos. —Le aseguró Isaac. —No serás tío...aún.
Volteé rápidamente hacia su dirección, observándolo de la misma forma en la que lo había hecho con Jack.
—Mejor vámonos. —Le indiqué, instándolo a que pusiera el auto en marcha.
Debíamos partir a Merrel por la noche para descansar un poco antes de iniciar al siguiente día.
—Era una broma, por si acaso. —Aclaró él con una sonrisa.
—Agradece que no te haya llamado boo boo al frente de él. —Espeté. —O jamás te hubiera dejado en paz.
—Está bien, está bien. Pero no puedes negar que fue divertido; ¿Te imaginas cómo serían nuestros hijos si llegamos a tener?
En aquel momento sentí que mi corazón se aceleraba; verdaderamente estábamos hablando de eso, y sonreí como una tonta.
Sabía que el hacer planes anticipados no era algo precisamente bueno, es más, podría ser perfectamente catalogado como algo precipitado, pero con Isaac, las cosas parecían fluir como si nada.
—¿Te imaginas el gran potencial que tendrán nuestros hijos? Apuesto a que amarán la sopa de letras. Un padre escritor y una madre literata ¡Wow!—añadió.
No pude evitar reír a su costado; él era una perfecta mezcla entre un chico atractivo y maduro, un niño de ocho años y un anciano feliz. Se veía tan tierno y sentí que mi corazón se estrujó en mi pecho. Él sería un padre excelente, no había duda de eso.
—Quizás alguno sea aficionado a los números. —Comenté con gracia.
—Bueno, sería cuestión de que revisara mis libros de ingeniería. No estoy tan oxidado aún.
Sí, sin duda sería un excelente padre.
...
—Bien, aquí vamos.
Ingresamos a la antigua casa de Isaac; él había guardado la llave por mucho tiempo esperando que llegara el día en el que volviera a ingresar.