No tuvo tiempo de protestar cuando Sun Hee la metió al único baño que había en esa pequeña sala de estar. Cerró la puerta con pestillo, colocándose en frente de ella para bloquear cualquier intento de escape. Young Mi empezó a mover un pie nerviosamente, preparándose mentalmente para el interrogatorio que se le venía encima.
— Primero vas a bailes con el príncipe, luego vas a salidas secretas de donde llegas muy risueña, ahora cotilleas en secreto con él e incluso le haces mimos. ¡Y ni hablemos de tu clara forma de marcar territorio frente a Min Suk! — Sun Hee estaba completamente exaltada y tuvo que taparle la boca con la mano para que las personas afuera no la escucharan dar gritos. Cuando estuvo segura que ya no iba a hablar tan fuerte apartó la mano.
— Primero, yo no le hago mimos al principito, segundo ¡yo no estaba marcando territorio! — Young Mi frunció el ceño al pronunciar esas palabras ¿de verdad no era lo que había hecho? Sun Hee enarco una ceja divertida.
— No me quieras ver la cara de estúpida, Young Mi, lo único que te falto fue hacerle un chupetón en el cuello para dejar claro que tiene dueña — señaló la peli rosa de manera socarrona con una sonrisa de oreja a oreja plantada en su pálido rostro. Ella apretó los labios frunciendo todavía más el ceño. ¡Ella no era nada de Ryuhito!
— ¿Qué quieres lograr con esta conversación, Sun Hee? — preguntó de mala gana, empezando a sentir la irritación llenar cada uno de sus poros, nunca se había puesto de mal humor tan rápido, normalmente las personas debían esforzarse más para sacarla de sus casillas.
— Que admitas que sientes algo por él.
Los ojos casi se le salieron de las cuencas cuando su mayor pronuncio esas palabras. En definitiva, debía estar loca. ¡Ella no podía sentir nada por Ryuhito ni por nadie! Estaba prohibido en su contrato y el contrato lo era todo para ella.
Pero no para su corazón.
Pensó de nuevo en todo lo que había conocido del príncipe heredero hasta ahora, tratando de buscar algo que no le agradara, Nada. Ryuhito había desmontado todos y cada uno de sus prejuicios contra él con cada una de sus acciones, bueno, excepto que sigue siendo un patán coqueto, aunque si seguía siéndolo solo con ella, no era ningún problema. Sin embargo…
— No creo que yo sea lo él necesite.
No había que ser experto en casas reales para darse cuenta del ambiente machista que rodeaba a la realeza ¿las mujeres no podían gobernar solo por ser mujeres? ¿Solo podían aspirar a ser consortes? No se atrevía a pensar en que otro tipo de tratos recibían las mujeres ahí dentro, Young Mi era incapaz de imaginarse siendo la sombra de un hombre. Quería un compañero, no ser la mascota de nadie. Ryuhito podía no tener ese comportamiento, de hecho solía ceder bastante fácil a sus exigencias, sin embargo, si la casa imperial lo ordenaba, él lo haría. Era su deber
Sun Hee le dedico una sonrisa comprensiva, colocándole las manos en los hombros, en manera de apoyo. — Tranquilízate mujer, no te estoy diciendo que te cases con él, sería muy apresurado — ella pestaño varias veces, confundida por su risa —. Te estoy diciendo que te diviertas, Ryuhito no va a estar aquí para siempre, probablemente esté más o menos dos años ¿Qué tiene de malo que salgas con él? Al hombre le gustas, se nota, le brillan los ojos como un cachorrito cuando te ve. Solo le falta menear la cola.
Young Mi se rio ante su comentario, aunque sintió una gran satisfacción al pensar en ello… le encantaba sentirse deseada. Casi nunca le ocurría, la mayoría de los hombres lo único que hacían era hablar pestes sobre ella, cosas como que era demasiado delgada, poco atractiva y que una mujer con ese carácter tan pesado no atraía a nadie.
— Si tu preocupación es Young Woon, yo me encargare de él, no se enterara — añadió al ver que ella lo estaba considerando seriamente —. No te niegues a sentir cosas, Young Mi, los amores de verano pueden ser muy bonitos. Es mejor intentarlo ahora a que regrese a Japón y te arrepientas toda tu vida por dejarlo ir sin siquiera hacer algo.
La determinación de su amiga le lleno los pulmones del ánimo que necesitaba. Tenía razón, al carajo el contrato, Ryuhito no iba a estar ahí para siempre, si lo dejaba ir tan fácil…
El sonido de la puerta interrumpió el venidero agradecimiento — ¿Chicas, están bien? — inquirió una voz masculina al otro lado con evidente preocupación. Sun Hee le sonrió burlona y ella rodó los ojos, hablando del rey de Roma.
— No te preocupes, solo nos retocábamos el maquillaje — se excusó la pelirosa en cuanto abrió la puerta, dejando ver al principito solo. Seguramente los demás estaban en la cocina ayudando a Chiasa, Sun Hee le guiño un ojo antes de salir del baño, dejándola a ella adentro y al principito en la puerta, mirándola con la intensidad acostumbrada.
Tragó en seco, vale, había aceptado lanzarse ¿pero cómo iba a hacerlo? No quería parecer una ofrecida, debía mantener el control de la situación pase lo que pase… o al menos aparentar que lo tenía. Salió del baño manteniendo una expresión de indiferencia, a pesar de que sabía a la perfección que debía tener la cara roja como un tomate.