Chiasa abrió los ojos de par en par, mirando de arriba abajo a su hermano menor que permanecía de pie frente a ella, en una postura relajada pero impasible. No lo reconocía en absoluto ¿no le importaban las reglas?
— ¿Cómo que no te importa? — farfullo incrédula y su hermano se encogió de hombros, en una actitud demasiado relajada.
— No me importa.
El muchacho sonrió levemente y ella se quedó de piedra. Cuando vio a su hermano hace unas horas, sabía que estaba cambiado, pero no a tal punto. En frente de ella estaba un hombre completamente distinto al que había ayudado a criar olvidando vivir su propia infancia. Él jamás se hubiese burlado de las reglas, él jamás hubiese tenido esa actitud tan… prepotente.
Ryuhito se sintió un poco mal al ver la expresión de profundo desconcierto de su hermana, su mente trabajando a toda velocidad para tratar de entender lo que pasaba, suspiró profundamente, esperaba que con explicárselo funcionara o si no, no sabría qué hacer.
— Onee-san, no vine a este país a seguir las reglas, si hubiese querido seguirlas, permanecería en Japón — ella parpadeó varias veces, tratando de comprender sus palabras —. Déjame ser yo mismo, tener mis propios gustos y coquetear con quien yo quiera por lo menos el tiempo que este aquí. Cuando me gradué y vuelva a Japón… volveré a ser el hombre que se supone que debo ser.
La expresión de desconcierto fue mudada a una de profunda tristeza, estaba empezando a entenderlo, aunque no sabía porque no se sentía bien con ello — Cuando te cases con Masato, serás libre hermana… yo no seré libre nunca. Déjame disfrutar esta oportunidad al máximo, por favor — rogó una vez más, suplicando a todos los dioses existentes que cediera.
Chiasa no contuvo expresión afligida.
— Hermanito, yo ayude a criarte, te he visto crecer y es más que obvio que mi mayor deseo es que seas feliz, por eso no quiero que te rompan el corazón. — suspiro —. No quiero que te enamores de Young Mi, hermanito. Tan solo debes verla para darte cuenta que esa mujer suda dominancia por cada poro de su piel, es obvio que no le gusta ser la sombra de nadie y temo que te ilusiones demasiado con ella como lo estás haciendo. sabes cómo son las cosas ahí dentro.
¿Qué Young Mi era toda una mujer alfa? ¡Era obvio que lo sabía! Lo había notado desde que la vio de pie en ese escenario, no le molestaba en absoluto. Después de todo, si no fuera así no sería su Young Mi.
— Que me rompa el corazón, Chiasa. Pero al menos yo lo escogí, no lo hizo alguien por mí.
Ella lanzó un bufido exasperada, él no se inmutó, sabía que estaba siendo completamente irracional y las preocupaciones de su hermana eran más que justificadas. Pero, no iba a ceder de ninguna forma.
— Estas haciendo un numerito digno de un niño caprichoso — espetó ella con molestia. Tuvo que contenerse de reírse a carcajadas para no empeorar la situación.
— También soy un tonto Chiasa, lo sé de sobra. ¿Entonces, me dejas hacer lo que quiero o no?
Lo pensó por unos minutos antes de relajarse por fin — Esta bien, pero si te llega a hacer algo, se las verá conmigo — sentenció con firmeza y finalmente, pudo sonreír sin sentirse culpable.
— Veremos quien aplastara a quien primero — exclamó contento y su hermana finalmente, le correspondió la sonrisa. Acercándose a él para poder ponerle las manos sobre los hombros. Finalmente su dulzura maternal había vuelto.
— Te quiero, hermanito. Le pasaría por encima a cualquiera que te haga daño, incluso si después esa persona me pasa por encima a mí — Chiasa acaricio sus hombros suavemente —. Es en serio, no creí que tu gusto en mujeres fuera ese ¿no podías escoger a alguien más difícil?
— Confórmate con saber que no soy ningún pasivo.
Su hermana estallo en carcajadas que a las que no tardo en unirse, había extrañado a su hermana y la iba a extrañar muchísimo después de que se casara, pero por ahora no iba a pensar en eso, al igual que no iba a pensar en su regreso a Japón, ahora lo único que iba a permanecer en su mente era el deseo de tener a Young Mi para si de una vez por todas.
Tenía que obtener esa cita, costase lo que costase.
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— ¡Pero es que esto es una grandísima porquería!
Young Mi suspiro frotándose las sienes, le dolía la cabeza desde esta mañana — Ji Soo, deja de gritar, ya te he dicho que no importa lo que digan de mi — repitió ganándose otro grito en respuesta.
— ¡No me pidas que me calle, Unnie! — gritó la castaña señalando la pantalla de la laptop, dándole varios golpes con el dedo a cada uno de los comentarios —. ¿Cómo se atreven a decir estas cosas? ¡Si saliste maravillosa en las fotos!
Apenas era su segundo regreso como grupo y ya Ji Soo estaba a punto del infarto, y eso que ni siquiera habían grabado el video musical todavía. Simplemente, al ser anunciado que iban a sacar un nuevo tema, se dedicaron a criticar las fotos de su primer álbum nuevamente. Por supuesto, sus compañeras menores recibieron todos los elogios existentes, al contrario que Sun Hee y ella, que se llevaron la peor parte.