El capricho del principe (libro 1)

Capitulo 38

Ryuhito volvió a la universidad con una sonrisa de pura felicidad en su rostro. De un tiempo para acá, sus encuentros con Young Mi lo ponían de muy buen humor, hasta el punto de hacerlo olvidarse de los problemas que lo aquejaban.

Al menos, lo hizo hasta ese momento.

— ¡Pero nada más miren quien ha vuelto! — Dong Wan llevaba dos trozos de algodón metidos en cada orificio de la nariz que tenía inflamada a causa del golpe que le había proferido con anterioridad. Aun así, no había perdido para nada su expresión de suficiencia que si estuviera en su lugar, por supuesto no tendría.

Rodó los ojos y siguió caminando con la intención de ignorarlo, sin embargo, Dong Wan no tenía ni la más mínima intención de dejarlo ir tan fácil, por eso, se atravesó en su camino.

— ¿A dónde crees que vas? —Siseó empujándolo en cuanto estuvieron frente a frente —. ¿Crees que voy a dejar que escapes tan fácil por segunda vez?

— ¿Por qué no te limitas a dejarnos en paz a Dae Hyun y a mí, Dong Wan? — preguntó fastidiado por su impertinencia —. No tengo ganas de seguir peleando contigo.

— ¿Qué? ¿Ahora lo defiendes?— Dong Wan chasqueó la lengua, haciendo una señal de negación con la cabeza — que mal, pensé que tendrías salvación en cuanto lo supieras, pero lo más probable es que seas un maricón igual que él.

Ryuhito se encogió de hombros.

— Si lo fuera, no tuviera problema con ello. Después de todo es mucho mejor que ser un homofóbico — respondió con simpleza y de repente, algo hizo clic en su cabeza ante sus propias palabras. Mirando a Dong Wan de la cabeza a los pies, su cerebro empezó a trabajar a toda velocidad.

¿Será que…?

— Lo sabía— exclamo Dong Wan con una sonrisa burlona — eres un maricón. Me pregunto cómo reaccionaría la gente de la embajada japonesa si les cuento la noticia.

— No habrá ninguna reacción, porque no soy homosexual — respondió sin perder la calma en ningún momento — sin embargo, puede que tú si lo seas.

El desequilibrio que causo su acusación en el hombre frente a él lo hizo ver que de alguna forma, iba por el camino correcto. Sin embargo, había algo más.

— ¿Estás loco, acaso? — su postura había cambiado de forma radical, de tranquilidad a demostrar una clara agresividad. Ryuhito sonrió ladino —. No soy ningún rarito.

— No te creo — dijo con la clara intención de alterarlo —.Es más, creo que eres uno. Si no ¿Por qué tanto ensañamiento con una persona que no te ha hecho nada? Si me lo preguntas a mí, ¡Parece envidia!

— ¡Cierra tu maldita boca, príncipe de cuarta! — si antes parecía alterado, Dong Wan ahora parecía a punto de entrar en convulsión espontánea. Mantenía los puños apretados, la mandíbula tensa y su rostro estaba rojo, lo más seguro es que iba a ganarse un buen puñetazo en la cara, pero si servía para solucionar de una buena vez aquel problema, iba a recibirlo encantado.

— ¿Pero porque te alteras tanto? —Exclamo burlón, tentando su propia suerte — ¿nervioso por ser descubierto?

Esa frase basto para que Ryuhito cayera de bruces al suelo a causa de un golpe en la mejilla, en su letargo, recibió dos más en su mandíbula hasta que finalmente pudo reaccionar y detenerlo, empezando a forcejear con el hombre.

— ¡No soy un puto maricón! — empezó a gritar Dong Wan, pataleando como un poseso en cuanto los guardaespaldas hicieron acto de presencia y se lo quitaron de encima — ¡No soy como mi padre! ¡No soy un maldito homosexual!

En cuanto esas palabras salieron de su boca, todas las personas a su alrededor, incluyéndolo, se quedaron en completo silencio, observando al muchacho que poco a poco, dejaba de hiperventilar y empezaba a asimilar lo que acababa de revelarle al mundo.

— ¿El ministro Park es gay? — inquirió una voz incrédula entre la multitud y de repente, noto que el pánico se había apoderado de Dong Wan. Respiraba con pesadez mirando a todas partes, como si buscara por todos lados una vía de escape. En un momento dado, su vista se dirigió a él y pudo visualizar algo que jamás creyó que vería en aquel hombre.

Lágrimas.

— ¡Eh Dong Wan, espera! — gritó al verlo correr lejos, de repente fijándose que seguía en el suelo, se incorporó rápido con la intención de seguirlo, sintiéndose culpable. Sin embargo, una mano en su hombro lo detuvo.

Miro a Jong Suk que en silencio, negó con la cabeza. Resopló frustrado, tenía razón. Seguirlo en ese momento no era la mejor idea.

Gruño llevándose la mano a la cara, ahora sí que le dolía. Aunque quería pensar que Dong Wan había atormentado a Dae Hyun por demasiado tiempo y estaba recibiendo una cucharada de su propia medicina, una parte suya le decía que se merecía esos golpes por ser tan bocón.




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