El viaje en avión fue corto, agradable y silencioso. En definitiva fue mucho mejor que lo que hubiese sido viajar dos horas en tren, en medio del bullicio.
Solo viajaron ellos tres y dos hombres de seguridad, uno de ellos era el sujeto agradable. Cosa que sin duda le extraño debido a la animadversión que parecía tenerle Ryuhito al pobre hombre. ¿Quizás lo supero después de lo que ella aseguró en la agencia el último día que se habían visto? Esperaba que sí, ya que por más que fueran divertidas, no le gustaban las escenas de celos en exceso.
Solo las toleraba cuando eran justas y necesarias… solo porque ella no se había comportado de la mejor manera frente a Min Suk, de otra manera no lo toleraría de ninguna forma.
— ¿Todo está controlado, Jong Suk? — inquirió Ryuhito al sujeto agradable mientras caminaban para salir del aeropuerto ¡Con que ese es su nombre!
— Si señor — respondió el hombre con voz vehemente —. Los hombres ya están preparados en el sitio para seguirlo a donde usted ordene, y Sadao ya se ha hecho cargo del señor Yoshio y su hermana.
— Bien — Ryuhito asintió satisfecho —. Sadao te ha entrenado bien, muy pronto serás un gran jefe de seguridad igual que él.
Young Mi siguió caminando hacia la salida, preguntándose quien sería ese tal Sadao que según era el jefe de seguridad del príncipe. La verdad es que no estaba demasiado consciente de los hombres que lo acompañaban siempre, ya que con ese uniforme negro tenía la impresión de que eran todos iguales, apenas y distinguía a Jong Suk.
El aire salado la impregnó al nada más salir del lugar y a diferencia de lo que cualquiera pudiera pensar, no se sentía para nada aliviada de estar en un sitio tan familiar para ella, de hecho, eso trajo una serie de recuerdos a su cabeza que solo lograron causarle una profunda ansiedad que trato de disimular con todas sus fuerzas.
— Bueno, aquí debemos separarnos — Dae Hyun sonrió a ambos —buscare un taxi para ir a mi hotel. ¡Nos veremos en unos días!
— ¿Estás seguro que sabes la dirección correcta donde debes buscar? — gritó Ryuhito al verlo correr hacia la calle a toda velocidad.
— ¡Sí! ¡No te preocupes! — grito de vuelta el muchacho, abriendo la puerta del taxi que logro detener —. ¡Diviértanse!
Ambos hicieron gestos de despedida con la mano, viendo el automóvil de color naranja perderse entre las calles de Mokpo. En ese momento, Young Mi volvió la vista hacia el príncipe que la observaba fijamente, haciéndola sonrojar. ¡Maldita sea, tenía que parar de hacer eso!
— Bien — carraspeó el muchacho, nervioso de forma notable —. Será mejor que nosotros nos vayamos, he alquilado un lugar muy bonito.
Ryuhito señalo un auto negro que los esperaba a unos metros del aeropuerto privado. Asintió caminando con él hacia el vehículo donde Jong Suk ya los estaba esperando. ¿En qué momento se metió ahí? Esos hombres eran como sombras.
El camino hacia donde sea que la estaba llevando Ryuhito no hacía más que aumentar su ansiedad con creces, debido a que reconocía todas y cada una de las calles donde solía mendigar en su infancia. En dos años pocas cosas cambiaban, todo seguía igual.
— ¿Young Mi, estas bien? — la mano cálida de Ryuhito la hizo salir de su letargo. Inconscientemente y al contrario de lo que haría en situaciones normales, se aferró a su agarre. Por alguna razón, la calidez de su mano la tranquilizaba —. Estás pálida.
— Solo son malos recuerdos — murmuró con una sinceridad apabullante — estaré bien en cuanto me acostumbre de nuevo al ambiente.
Ryuhito la observo con desconfianza, pero tuvo la decencia de no emitir comentarios al respecto durante todo el trayecto. Sin embargo, tampoco soltó su mano, cosa que agradeció en silencio y que a la vez, le causó una gran sensación de desasosiego, que su presencia fuera tan tranquilizante no le gustaba en absoluto.
Tuvo que contener un gritito de emoción cuando el auto se detuvo cerca del puerto, en uno de los vecindarios por los que solía vagar en su infancia y adolescencia, deseando otro tipo de vida. Vio a Ryuhito sin poder creérselo ¿iban a quedarse ahí?
— A juzgar por tu expresión, debo asumir que hice una buena elección —asintió aún boquiabierta, viendo el camino de piedra que llevaba a la entrada de la casa paredes cuyas paredes parecían oscilaban entre el cemento y la madera pulida, con grandes ventanales. Jamás había visto nada parecido antes y estaba segura que esa casa era nueva.
Ryuhito rio bajando del auto y dándole un pequeño jaloncito para que ella hiciera lo mismo. De reojo, pudo observar como Jong Suk sonreía a través del espejo retrovisor del auto.
— La casa es nueva — dio aviso el príncipe mientras caminaban con lentitud, sin soltar su agarre en ningún momento. De forma instintiva vio hacia los lados, asegurándose de que nadie estuviera viéndolos —. La constructora acepto alquilármela a cambio de que la casa imperial proporcionara los recursos para la construcción de hogares para personas de bajos recursos.