El capricho del principe (libro 1)

Capitulo 41

Presa de un instinto de protección, Young Mi se apresuró a colocarse entre su cansado padre y el pálido príncipe. Como su madre no lo había reconocido de primera mano, tuvo la vaga esperanza de que Lee Jung Soo no lo hiciera hasta que llegara a explicar que hacían ahí. Que va, había sido una completa ingenua, su madre no lloraba de emoción cuando sonaba el himno nacional, su padre sí.

— Lee Young Mi ¡Sera mejor que me expliques de inmediato que hace este asesino contigo! — su padre no había gritado solo porque estaban en una clínica, pero aun así, sintió como si lo hubiera hecho. Sin embargo, al contrario de asustarse, se enfureció.

¡Él no era ningún asesino!

— ¿Jung Soo? ¿Pero qué te pasa? — su madre mantenía una expresión de completa confusión en su rostro comúnmente calmado —. ¿Por qué regañas a Young Mi? ¿Y porque llamas asesino a este niño?

— ¡¿Niño?! —Bramó su padre en voz alta, haciendo a todos sobresaltarse — ¿Es que no lo reconoces, Min Ran? ¡Es el príncipe de Japón! ¡El jodido heredero de toda una dinastía de asesinos!

— ¡Deja de llamarlo asesino, papá! — espetó ella furiosa, sin dejar hablar a su madre. — Él no es su bisabuelo, no es ningún asesino.

Vale, si no salían de la habitación en ese momento, lo más probable era que iba a pasar algo muy malo. Su madre vio a Ryuhito de la cabeza a los pies, manteniendo su expresión de no entender nada. Mientras tanto, el príncipe mantenía la cabeza gacha, avergonzado por completo.

Se sintió mal, si hubiera sido un caso como el de Dong Wan, sabía que hubiera reaccionado de otra forma más agresiva. Pero esto era distinto. Él de verdad se sentía culpable por el pasado.

Él se sentía como un monstruo.

— Vamos afuera a hablar — ordenó. Si se sintió rara en su momento mandando a la realeza, se sentía todavía más rara mandando a su padre, más aún si agregábamos el hecho de que su carácter lo había heredado de él. La única diferencia entre ellos, es que su padre solía mantener una postura suave que por alguna razón, tenía olvidada por completo en ese momento.

— ¡Young Mi, no seas maleducada! Te recuerdo que por más adulta que seas, sigo siendo tu padre. — su padre señalo a Ryuhito de manera despectiva—. Y ese hombre de ahí sigue siendo mala persona.

— ¡No, no lo es! — Repuso con firmeza — ¡Y estoy siendo maleducada porque no me estas dejando alternativa, te estas comportando de una forma irracional!

— ¡No estoy siendo irracional! ¿Acaso sabes todo lo que le hizo esta gente a nuestra familia?

— ¡Sí que lo sé! ¡Él mismo me lo dijo! — exclamó exasperada — ¡Y por eso es que nos está ayudando con todo esto! ¡Por eso pagó el tratamiento de mamá!

El silencio reino en la habitación luego de su inesperada confesión. No esperaba decirles lo que estaba pasando de aquella forma, pero dadas las circunstancias, se había quedado sin opciones.

— Young Mi— la voz de Ryuhito se escuchaba suave, lejana —. Nada de esto es necesario.

Negó.

— Es muy necesario.

Respiró profundo, dando un paso hacia adelante y acercándose a su padre, que permanecía en silencio, en shock. Al igual que su madre, que desde la cama, la observaba a ambos.

— Omma, Appa — uso un tono mucho más tranquilo para empezar a explicarse —. Lo siento, pero saben que odio mentirles. Luego de la videollamada en donde me entere de la enfermedad de mamá, le pedí a Young Woon que me diera un préstamo, accedió. Pero era muy pequeño, aunque tenía sus motivos de serlo. Le rogué por horas, literal, sin recibir resultado. Solo vi esperanza cuando Ryuhito apareció.

>> Me ofreció un préstamo a cambio de algo muy tonto; acompañarlo junto con el hijo de mi jefe a una fiesta horrenda en la casa azul. Nada más. Él le salvo la vida a mamá sin pedir nada a cambio, no es un asesino, papá. Él no es su bisabuelo.

Su padre parpadeó un par de veces, como si intentara asimilar todo lo que acababa de decir. Dio una mirada por encima de su hombro, observando a Ryuhito fijamente. Pero esta vez, era una mirada distinta, como si de repente dejara de ver a un asesino y empezara a ver al príncipe como un simple jovencito desconocido para él.

— Pero… ¿Por qué nos dijeron esos hombres que habías enviado tú la ayuda, Young Mi? — inquirió con voz neutra —. No tiene sentido, a los políticos les encanta vanagloriarse de ayudar a los demás.

Ryuhito respondió por ella.

— Es mi culpa — dijo encogiéndose de hombros —. Sabía lo que le había hecho mi familia a la suya, y para evitarle disgustos, preferí hacerlo de esa forma sin avisarle a Young Mi. Sobre lo otro… yo no soy un político, señor, no me interesa quedar bien con nadie. Solo hago lo que sé qué debo hacer.




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