Si estuviera en el lugar de Ryuhito en aquel instante, Young Mi se hubiese puesto por completo furiosa. Sin embargo, debía admitir que la cara del príncipe en ese momento era todo un poema. Intento con todas sus fuerzas no unirse a las carcajadas de Dae Hyun, fallando de manera estrepitosa. De cerca, los hombres de seguridad parecían hacer un esfuerzo sobrehumano por no reírse a todo pulmón.
Oh si, era justo lo que necesitaba para superar que había abierto un pozo muy profundo, sin prepararse mental y físicamente para ello.
— ¡No puedo creer que cayeras de nuevo! —La voz estruendosa de Dae Hyun llamaba la atención de varios transeúntes —. ¡Tu cara fue incluso mejor que la de Young Mi ayer!
Young Mi rio con todavía más fuerza y Ryuhito le dedico una mirada asesina antes de dirigirse a Jong Suk que con esfuerzo, volvió a plantar una expresión seria en su rostro. Cosa que no logro mantener cuando su jefe lo encaro, molesto.
— ¿Estaban permitiendo que alguien nos siguiera a escondidas sin hacer nada? ¿Aun sabiendo que podían haber más sasaengs por ahí? — inquirió enfurruñado. Jong Suk carraspeó un poco antes de hablar para intentar recobrar la seriedad por segunda vez, no lo logro.
— Nos dimos cuenta hace más o menos una hora que lo estaban siguiendo, señor. Sin embargo, no creímos que su mejor amigo fuera una amenaza latente — se excusó con voz seria, aunque la sonrisa en su rostro seguía ahí —. No volverá a ocurrir.
El principito empezó a farfullar un par de cosas en japonés que estaba más que segura que eran insultos. Pero, no pudo preguntar, ya que Dae Hyun pasó de estar risueño a lo que parecía, muy escandalizado.
— ¿Se encontraron un sasaeng? — pregunto con evidente sorpresa. Todos asintieron.
— Si, ayer — gruño el príncipe, todavía molesto —. Por eso no deberías acecharnos como un psicópata.
Dae Hyun alzo las manos en señal de rendición.
— Vale, cálmate, tigre — aunque su expresión era seria, aun podía notar un deje de diversión en su voz —. No lo volveré a hacer… ¿Qué ha ocurrido con el sasaeng? ¿Lo agarraron o nos van a empezar a chantajear?
— ¿Chantajear? — inquirió Young Mi, confundida por aquel extraño dato. Dae Hyun asintió.
— Ya hemos tenido problemas con ese tipo de personas antes. Piden dinero a cambio de no revelar información privada, no son cantidades pequeñas.
De forma totalmente inconsciente, intercambio miradas con Ryuhito que parecía igual de asqueado que ella.
— Estoy empezando a pensar que los coreanos son un poco raros — exclamo el príncipe usando un tono de voz que expresaba profundo disgusto. A pesar de eso, Dae Hyun solo se burló.
— Quizás tú no lo sepas porque vives en un encierro, pero los japoneses hacen cosas mucho más raras. Algún día te lo explicare, pero ahora lo que me interesa saber es si se encargaron del sasaeng.
Jong Suk fue el que contesto.
— Nos encargamos de él con creces y dudo que le hayan quedado ganas de volver a acosar a nadie, pueden estar tranquilos en ese aspecto, pero… — Jong Suk miro alrededor, haciendo un par de señas a los demás hombres —. Llevamos demasiado tiempo aquí de pie, deberíamos continuar moviéndonos. Pueden seguir hablando de regreso.
Ryuhito se acercó a Jong Suk con rapidez y a juzgar por la expresión tensa del príncipe, se notaba que no era una conversación agradable. Trato de agudizar el oído para poder escuchar, sin embargo, otros guardaespaldas los instaron a continuar moviéndose, de manera demasiado ansiosa para que fuera normal.
El príncipe los alcanzo al cabo de unos minutos, mantenía los labios apretados y el ceño fruncido, aunque no dijo nada de lo que había hablado con Jong Suk que por cierto, había desaparecido de su vista de manera muy misteriosa.
— ¿Ha pasado algo? — preguntó observando su rostro tenso que se relajó de inmediato cuando escucho su voz. Sacudió la cabeza como si intentara despejarse y le dedico una sonrisa suave.
— Nada por lo que debas preocuparte.
Eso significaba que, en efectivo, debía preocuparse.
Siguieron caminando en silencio por media hora hasta que, al fin, lograron llegar a la casa. Entraron a la misma, descalzándose en la puerta y caminando hacia la sala de estar.
— Sera mejor que te apures a arreglar tu maleta — estaba segura de que Ryuhito no tenía la intención de que aquello sonara como una orden, sin embargo, si lo hizo —. Dae Hyun y tú deben volver a Seúl lo más pronto posible.
— ¿Tú no vienes con nosotros? — su voz se escuchó más chillona de lo que pretendía. ¿Iba a tener que volver con el fastidioso?
Voo a Dae Hyun que le sonrió de forma maliciosa, para seguido mirar al principito, en un ruego silencioso. Por dios, no podía dejarla sola con él, todo menos eso.
Ryuhito sonrió con ternura, acercándose a ella en dos zancadas para tomarla entre sus brazos y darle un significativo beso, sin importarle en lo más mínimo los espectadores presentes. Escucho unas risas ahogadas y un ruido como si alguien estuviera muy asqueado.