— ¿Cómo paso la noche nuestra enamorada favorita?
Young Mi rodó los ojos al bajar al comedor donde Sun Hee se encontraba sirviendo el desayuno. En la mesa, sus compañeras rieron a mandíbula batiente y estaba segura de que, si no fueran sus amigas, ya las habría pateado en el trasero. ¿Hasta cuando iban a seguir molestándola? Que había pasado ya una semana ¡Era hora de superarlo!
Se sentó en la mesa, tomando la taza de café de mala gana. Era bastante hipócrita su manera de pensar, ella jamás iba a superar ese viaje, ni siquiera porque lo intentara… y bueno, tampoco es que quisiera hacerlo en realidad. Podía decir con seguridad que después del día de su debut, esos tres días habían sido uno de los mejores momentos de su vida. Había visto a sus padres, dio maravillosos paseos, pudo hablar de su pasado sin sentirse ansiosa y esos besos…
— ¡Eh líder! — La voz de Ji Soo retumbo en sus tímpanos —. ¡Deja de fantasear con tu príncipe! Será mejor que desayunes más que un café, hoy tendremos un día apretado.
— Lo sé de sobra, Ji Soo —gruño malhumorada, tomando una tostada del plato y rodando los ojos otra vez cuando sus compañeras se rieron en voz baja, de nuevo. Ya está, estaba segura que la molestarían hasta en su funeral.
— ¿Pero qué ocurre aquí? ¿Tan temprano y ya están discutiendo?
Dae Hyun entro dando tumbos al dormitorio. Cuando llegaron a Seúl luego de media hora de burlas infernales, Young Woon dio el aviso oficial de que su hijo se convertiría en el nuevo CEO de la agencia y, por lo tanto, dueño del grupo. Por eso ahora se encontraba casi todo su tiempo libre dentro, familiarizándose con todo lo que tenía que ver con ellas. Eso también incluía entrar al dormitorio como si fuera su casa.
— Esta fantaseando con su príncipe, estamos tratando de que vuelva en si — dijo Sun Hee burlona y Dae Hyun puso los ojos en blanco.
— Eso que ustedes no estuvieron con ellos en vivo y en directo, no paraban de besu… ¡Ay! ¡Mi ojo! ¡Ten cuidado, bruja!
Dae Hyun aparto las migas de pan que le habían quedado en su cara de un manotazo, luego de que ella le lanzara un trozo de su desayuno para hacerlo callar. Sonrió con malicia, mordiendo el resto de la tostada en un gesto burlón. Él volvió a rodar los ojos y sus compañeras volvieron a reírse como por enésima vez.
— Ignorare que hiciste eso por el bien común — hizo un gesto de desinterés al mismo tiempo que sacaba su celular del bolsillo —. Venía a repasar la agenda con ustedes, a las diez de la mañana grabaran el programa de variedades, Haneul, a la una de la tarde debes ir a la sesión de fotos para la promoción de los labiales, Sun Hee y Ji Soo tienen la sesión de fotos para la marca de ropa y Young Mi el programa de radio. El festival de esta noche se ha cancelado, así que esas horas son libres.
Todas emitieron una exclamación.
— ¿Por qué se canceló? — pregunto Sun Hee y Dae Hyun hizo una mueca.
— Una agencia grande que iba a llevar varias agrupaciones al festival presento un problema — carraspeó, como si le incomodara decirlo —. Uno de los grupos los ha denunciado por maltrato y abuso. La agencia ha cancelado la asistencia de sus grupos. Es imposible llenar los vacíos en tan poco tiempo, por eso fue suspendido.
Young Mi un sorbo de café, sintiendo la incomodidad repentina que se había apoderado del entorno. A muchas agencias les gustaba aprovecharse de los sueños de los chicos, llegando a tratarlos como simples objetos para ganar dinero, sin pensar para nada en su salud física y emocional, maltratándolos, abusando de la confianza que depositaron en ellos.
Ese tipo de casos solían ocurrir con frecuencia, sin embargo, pocos salían a la luz pública. Era normal que, si conseguían el éxito, los artistas simplemente no renovaban el contrato cuando el mismo se vencía, cosa que hacían muchos idols por cualquier otra situación. Así que era extraño y escandaloso que problemas de ese estilo se dieran a conocer.
Apesadumbradas, terminaron su desayuno y se dirigieron a arreglarse mientras Dae Hyun hacia un par de llamadas y Kang Dae hacia acto de presencia. Por ahora, Young Woon seguía siendo su jefe, pero tenía el buen presentimiento de que su hijo haría un gran trabajo cuando tomara el puesto algún día.
El día transcurrió con aparente normalidad, siguió su agenda al pie de la letra e incluso pudo apoyar a sus compañeras en sus propios trabajos, sin embargo, todo empezó a volverse raro a la hora de volver a casa, ya que cuando la camioneta donde siempre viajaban dio la vuelta, notaron un montón de vehículos de la casa imperial estaban estacionados por toda la calle. Por un momento pensó que podría tratarse de Ryuhito, pero recordó que el solo viajaba con dos autos… no con quince.
Cuando el auto estacionó y Dae Hyun abrió la puerta, vio como Chiasa se dirigía a ellos como un tanque, su apariencia elegante siendo opacada por un estado de clara perturbación.
— ¿Mi hermano está con ustedes? — inquirió a toda velocidad, sin detenerse con formalidades. Dae Hyun y ella intercambiaron miradas de confusión.