El capricho del principe (libro 1)

Capitulo 51

— ¿Qué te dijeron, está en esa clínica?

Young Mi negó con tristeza y Chiasa emitió un gemido desesperado. Era el séptimo centro de salud al que llamaban sin obtener resultado alguno.

Intentando hacer todo en silencio, la embajada japonesa envió hombres de inmediato al lugar para obtener noticias del príncipe ya que ninguno de sus guardias respondía a los mensajes que enviaban. A pesar de ello, la desesperación los estaba matando, por lo que decidieron empezar a buscarlo por su propia cuenta.

— No puede ser nadie tenga noticias de mi hermano — aulló Chiasa—. Sabía que venir aquí era mala idea, en Japón siempre estaba seguro.

«Claro, porque no salía ni a tomar el sol» pensó. Sin embargo, fue incapaz de decir nada para contradecirla. La opresión que sentía en el pecho estaba empezando a ahogarla y su vista estaba empezando a emborronarse; no necesitaba discusiones en ese momento. Lo único que necesitaba era verlo, vivo y a salvo.

No importaba otra cosa.

Dio varias vueltas en círculos; a pesar de que se habían trasladado de la habitación de la universidad al apartamento de Chiasa hace al menos una hora, se sentía igual de encerrada ahí. No lo hacía desde hace bastante, pero tenía muchas ganas de salir a correr un par de kilómetros para intentar calmarse. Iba a explotar en cualquier momento.

— Ey — se sobresaltó un poco al sentir que colocaban una mano en su hombro, pero se tranquilizó de inmediato al ver que se trataba de Dae Hyun —. No llores, lo más seguro es que está bien… venga ya, que cuando vuelva no le va a gustar verte así. Tienes que ser la misma bruja de siempre.

Esbozo una pequeña sonrisa y se secó las lágrimas con el dorso de la mano, a veces olvidaba que cuando se lo proponía Dae Hyun podía dejar de ser insoportable.

Otro suspiro lastimero de Chiasa los hizo volver su atención, ahí donde estaba, sentada en ese pequeño sofá con la ropa desordenada, el cabello revuelto y la mirada perdida la hacía ver mucho más mayor de lo que en realidad debía ser. También, tuvo la impresión de que daba una imagen mucho más humana, más real. Sin intentar disimularla con frívola educación como la última vez que se vieron en esa misma casa.

Ryuhito jamás le había dado una imagen frívola, sin embargo, sí que parecía saber moverse en esos ambientes con facilidad pasmosa. No sabía cómo era capaz de hacerlo, si a diferencia de su hermana, él parecía tan normal…Se lo preguntaría algún día, si tan solo apareciera.

La ansiedad estaba empezando a carcomerle el pecho de nuevo, cuando la puerta del apartamento se abrió de repente, dejando ver a Jong Suk con un aspecto de estar agotado por completo. Chiasa se puso de pie de inmediato, acercándose a él como un tanque, al ver esto, de forma inmediata el hombre se apartó, dejando ver a… Ryuhito.

Las piernas le temblaron al verlo. Tenía un aspecto espantoso, con la ropa rota, el rostro magullado y con algunas heridas pequeñas visibles, pero estaba entero, estaba vivo.

— ¡Ryu-kun!

La mujer se lanzó a sus brazos, sollozando cosas en japonés. Aunque Ryuhito hizo una muy leve mueca de dolor debido a la brusquedad, correspondió al abrazo de su hermana mayor, respondiendo de igual manera a lo que sea que estuviera diciendo. En ese momento Young Mi fue incapaz de contener las lágrimas por más tiempo, sintiendo el alivio llenar cada uno de los poros de su piel.

Se cubrió la boca con una de sus manos para intentar contener sus sollozos. Aunque, de todas formas, de poco sirvió; ya que Ryuhito alzo la mirada como si de repente, se hubiera dado cuenta de que ellos también estaban ahí.

— Hermana, ya está bien… — dijo soltándose con suavidad del abrazo —. Déjame ir a hablar con ellos ¿sí?

En un principio estuvo un poco reacia, pero termino soltándolo de todas formas ya que por supuesto, debía tener una conversación seria con Jong Suk sobre qué había pasado, por eso, no le extraño que le hiciera una seña para que salieran del apartamento y cerraran la puerta en el proceso.

— Joder… — murmuró Dae Hyun en cuanto su amigo se acercó— tengo que ser sincero, hermano. Estas hecho un asco.

Ryuhito puso los ojos en blanco.

— Solo admite que la idea de no volver a verme te asusto y dame un abrazo como el buen gigante sentimentalón que eres — se burló y Dae Hyun no pudo contener la risa.

— Nos diste un susto de muerte, desgraciado.

Luego de un corto abrazo, toda la atención se centró por fin en ella. Por suerte, había logrado calmar un poco sus lloriqueos descontrolados. Maldita sea, que estaba en una pieza, no estaba soñando ¿Por qué no podía parar de llorar? Su periodo debía estar acercándose, ella no era tan sensible.

— ¿Me extrañaste? — pregunto con suavidad, tomándola entre sus brazos con excesiva delicadeza, como si ella fuera la que estuviera lastimada y no él. En ese momento, no pudo evitar ponerse a llorar con desesperación… otra vez.




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