El capricho del principe (libro 1)

Capitulo 16

Yoshio Murakami era uno de los agentes de la casa imperial encargados de supervisar al príncipe durante su estancia en Corea del Sur. Llevaba más de diez años trabajando para la familia imperial, todos ellos sirviendo directamente al emperador. Ahora, que le ordenaran trabajar para un niñato inmaduro que hizo un berrinche para que lo dejaran ir a ese mugroso país parecía una blasfemia.

Pero era su trabajo y lamentablemente de algo debía vivir. Caminó por los pasillos de la tonta universidad pública para dirigirse al dormitorio mediocre donde se estaba hospedando el príncipe. La verdad era que por más que lo intentara no lograba entender a ese niño, teniendo la posibilidad de estudiar en las mejores universidades del mundo y hospedarse en los mejores lugares posibles ¿Por qué estaba ahí? ¿Acaso era necesario jugar a ser humilde? Era obvio que él no lo era, todos en ese palacio vivían de manera tan ostentosa que era imposible pensarlo.

Apartó a los hombres de seguridad y toco la derruida puerta de madera casi gruñendo al ver al príncipe, completamente desaliñado, con pantalón de pijama y una enorme mancha de kétchup en la camiseta.

— Con permiso, su alteza— carraspeó el hombre, adentrándose en la minúscula habitación. Miró con molestia al otro muchacho que se incorporó de inmediato al verlo pasar. Negó con cierto asco al ver las envolturas de patatas fritas por todo el cuarto, acompañadas de cajas de hamburguesas vacías —. ¿Ha estado usted alimentándose correctamente? Sabe que debe cuidar su salud, su alteza — inquirió ceñudo señalando todos los paquetes esparcidos por el suelo. El joven asintió con una visible inseguridad.

— Solo ha sido por hoy… siempre me alimento con lo recomendado — Yoshio sabía que él estaba mintiendo descaradamente, pero no quería perder más el tiempo en ese horrible lugar regañando a un niñato inmaduro, tenía cosas más importantes que hacer.

— Solo recuerde cual es la prioridad, su alteza.

— Mantener el símbolo de la unidad del pueblo japonés, lo sé. ¿Ya ha terminado la revisión, Yoshio? Estoy bien — el hombre quiso decir algo ante el tono altanero del muchacho, pero se dio cuenta que él solo quería que se fuera rápidamente y si era sincero, no tenía ganas de contradecirlo.

— En realidad no, solo venía a avisarle que esta noche usted debe asistir al cumpleaños de la primera dama como parte de su agenda aquí.

Ryuhito rodó los ojos, otro asunto de diplomacia aburrido, asintió resignado. Sabía que negarse no era una opción, pero… quizás si podía hacerlo un poco menos tedioso. Vio a su amigo que seguía sentado en su cama, mirándolo con cara de confusión porque no entendía nada de japonés. Seguido, miro el poster de Skyfall que tenía en la cabecera de su cama.

Tenía una idea.

— ¿Puedo llevar invitados? — Preguntó con una pizca de malicia que desconcertó por completo al agente, que asintió un poco aturdido.

— Puede llevar hasta tres personas con usted.

Sonrió ladino, perfecto — ¡Esta bien! ¿A qué hora tengo que estar listo? — el hombre frunció el ceño ¿Qué demonios planeaba el niñato?

— A las siete empieza la reunión, pero a las ocho de la noche vendrán a recogerlo… ya sabe, la elegancia de llegar tarde — el príncipe heredero asintió y abrió la puerta del cuarto, claramente invitándolo a salir de sus mediocres aposentos. —. Su alteza… — siseó saliendo del lugar, sin pararse a pensar en que planeaba más tiempo.

Ryuhito cerró la puerta, dándose la vuelta y observando a Dae Hyun que se relajó de inmediato al ver que se había ido — Si las miradas mataran créeme que ya estuvieras en mi funeral. — exclamó el muchacho, respirando profundo.

— Ni siquiera lo dudes, pero no te lo tomes personal, Yoshio odia a todo el mundo—sintió una extraña sensación al pronunciar esa frase, aunque en ese momento exacto no recordaba donde la había escuchado. Sacudió la cabeza intentando aclararse —. Bueno, en resumidas cuentas, hoy es el cumpleaños de la primera dama ¿quieres ir conmigo?

Los ojos castaños de su amigo brillaron y asintió con emoción, como si de un niño pequeño que le acaban de dar un regalo se tratase — ¡Siempre he querido ir a la casa azul! ¿Pero cómo se supone que debo vestirme? No sé nada de eso — se quedó pensativo un momento, Yoshio no había mencionado nada sobre la ropa. Con esfuerzo intento recordar la vestimenta genérica que se solía usar en ese tipo de eventos.

— Un traje cualquiera estará bien.

Dae Hyun hizo una mueca — En ese caso… deberé ir a casa de mi padre, no uso un traje desde que me gradué de la carrera — a pesar de que aquella idea le iba perfecto para cumplir su plan, no pudo evitar escandalizarse al imaginar a su amigo en uno de los trajes de Young Woon que seguramente era tres o cuatro tallas más ancho que él.

— ¿Vas a pedirle un traje prestado a tu padre? — cuestionó horrorizado a lo que él aludido lo miro como si hubiera enloquecido.




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