Caminó por los pulcros pasillos a paso firme, intentando ignorar la voz de Yoshio que le taladraba la cabeza repitiéndole lo mismo una y otra vez sin parar. Estuvo a punto de gritarle para indicarle que se callara, pero se contuvo. Él siempre debe contenerse, pase lo que pase el príncipe nunca debe perder la compostura. Se dio la vuelta mirando a sus acompañantes, sonriendo levemente al ver a Dae Hyun mirando todo completamente embobado. Al menos alguien si la estaba pasando bien.
Pero no mentía al decir que era el único.
La mirada ardiente de Young Mi estaba pegada en el cómo dos puñales en su nuca, trago en seco. Probablemente debía seguir enfadada por su comportamiento anterior y seguramente iba a insultarlo en cuanto tuviera oportunidad, esta vez no iba a negar que lo mereciera por boca suelta. Trato de suspirar, ya habría tiempo para la violenta chica que tenía detrás, las puertas del salón se habían abierto finalmente.
La primera noche que paso en Corea del Sur lo había hecho en este lugar, pero no se parecía nada a lo que había visto ese día. Las cortinas azules habían sido remplazadas por suntuosas cortinas color vino, una pista de baile colocada estratégicamente en una esquina y el centro vacío adornado por una enorme escultura de hielo con forma de una flor, a la que le rodeaban todas las mesas donde pululaban los invitados, sonriendo con la fingida elegancia y alegría que solía caracterizar a la gente que asistía a ese tipo de eventos. La diplomacia era terreno duro. Podrías odiar a muerte a alguien, pero siempre debías hacerlo con una sonrisa.
— Tengo el placer de anunciar la llegada de su Alteza Imperial Ryuhito, príncipe heredero de Japón y de sus acompañantes, el señor y la señora Lee — Young Mi tuvo ganas de patearle los testículos al hombre de la entrada ¡¿Cómo que señor y señora?! ¡Media Corea tiene ese apellido! ¿No pudieron deducir otra cosa? Tuvo ganas de salir corriendo de ese lugar gritando improperios, pero ya habían cerrado las puertas además si le agregaban el hecho de que el principito estaba delante de ellos, esforzándose para no echarse a reír. ¡Será cabrón!
— ¿Acaso me vieron cara de que me gustan las brujas? — susurró Dae Hyun enfurruñado, lo miro ofendida.
— ¡Ya te gustaría a ti estar casado con una bruja como yo! ¡Cesta de frutas! — espetó haciendo que el muchacho frunciera el ceño y repitiera con voz excesivamente chillona lo que acababa de decir, mofándose y sacándole la lengua. —. ¡Oye que yo no hablo así! — dijo con voz chillona, cerrando la boca al darse cuenta de que efectivamente lo había hecho.
Dae Hyun se burló — Bruja — repitió sonriendo con sorna, abrió la boca pero la cerró de inmediato ante el carraspeo que la hizo girar la cabeza hacia Ryuhito que los miraba alzando una ceja. En ese momento, se percató de la mujer de cabello corto que los miraba con una expresión extraña, no tardo en reconocer el rostro que había visto tantísimas veces por televisión ¡La primera dama!
— Da Rae - ah, te presento a mis amigos… Dae Hyun y Young Mi — la mirada reprobatoria del principito la hizo dar una gran inclinación que sorprendentemente, Dae Hyun no tardo en seguir su ejemplo.
— Un gusto conocerlos… es bueno que estés relacionándote, Ryuhito. — su tono amable la hizo sentirse mal por ser tan grosera, aunque por suerte la mujer no parecía tener demasiado interés en ellos, ya que continuo su camino tan rápidamente que ni siquiera pudo felicitarle por su cumpleaños. Dae hyun bufó antes de hablar.
— ¿De verdad esto es una fiesta? — Inquirió mirando a su alrededor los andares forzados acompañados de las conversaciones cortas.
Ryuhito asintió mirándolos compasivo — Así es la alta sociedad — Young Mi lo miro alzando una ceja, si así era ser de clase alta, entonces le encantaba ser clase media.
— Es una mierda — espetó sin contenerse, pensando que Ryuhito iba a reprenderla. Sorprendentemente, no lo hizo. Al contrario, su comentario pareció causarle gracia.
Él sonrió suavemente, eso le encantaba de Young Mi. siempre manifestaba cuando algo no le parecía sin reparo alguno en los que pensaran los demás —- Efectivamente, lo es — aseguro mirándola fijamente. Ella se estremeció ante su gesto, no sabía que tenían sus ojos que siempre la hacían sentirse de manera extraña. Desvió la mirada a la escultura de hielo, maldiciéndose a sí misma cuando sintió el calor acumularse en sus mejillas.
— Dae Hyun ¿te parece si vamos a buscar algo de beber? ¿Te apetece algo en específico, Young Mi? — Volvió la vista hacia ellos, descubriendo a Ryuhito igual o más sonrojado que ella y a Dae Hyun con una sonrisa maliciosa en su cara.
— Champan está bien, por favor — murmuró, sintiendo la boca seca. Ryuhito asintió dándose la vuelta para ir a buscar las bebidas, seguido de Dae Hyun que le dedico una sonrisa burlona. Gruño para sí misma, debía dejar de sonrojarse por el estúpido principito.