Qué bella es la mañana en que la calma te despierta con una caricia cariñosa. Bianca permaneció tumbada mirando el techo, hasta que Rebeca tocó la puerta y casi como un autómata, se alistó para ir a la cocina. Hizo sus tareas, meditando el sueño y concluyó que Raudel era quien murmuraba y aunque las herramientas eran suyas, Rayden aún las tenía en su poder, pues esa era la caja blanca con cerrojo de oro que le vio en la biblioteca. Continuó inmersa en sus pensamientos hasta que vio a Graciel bajar refunfuñando y entrar a la cocina.
A riesgo de meterse en problemas, subió a la habitación de Rayden, pero él no se encontraba allí. Escuchó un sonido en el balcón del pasillo y lo vio de pie en los linderos del bosque, conversando con alguien que supuso era el hombre de madera. Lo miró hacer un gesto con la cabeza y apenas consiguió arrodillarse para esconderse, mientras pensaba que era sorprendente que hubiese llegado tan lejos con el tobillo lastimado, aunque en realidad no sabía cuánto tiempo estuvo fuera, y quizás ese era el motivo del enojo de Graciel.
Se asomó para constatar que no la observaba y abandonó el balcón. Dejó en la cocina las cosas de limpieza y fue a buscar en la biblioteca un título interesante. Unos minutos después, escuchó la puerta y al asomarse al corredor principal, su mirada se cruzó con la de Rayden. Eso era inaudito, no había tardado más que unos minutos entre la cocina y la biblioteca, ¿cómo era posible que él hubiese recorrido todo el jardín en ese tiempo con el tobillo lastimado y que además hubiese subido al primer piso? No tuvo tiempo de pensar al respecto, pues se distrajo al escucharlo.
—¿Buscas un libro? —interrogó con tranquilidad y ella asintió con la cabeza—. Es agradable saber que alguien los lee —comentó mirando a su alrededor—. Sería una pena que se perdieran sin que eso pasara.
—¿Usted busca un libro? —interrogó nerviosa.
—De ninguna manera. Simplemente daba un paseo.
—Es un lugar extraño para hacer eso —indicó desconcertada—. No hay mucho que admirar aquí.
—Al contrario. Hay varios mundos diferentes solo en esta habitación —dijo con un suspiro—. Pero de momento no estoy interesado en ellos. Aunque no es una idea del todo mala.
—Si no es grosero preguntar, ¿qué hace entonces en la biblioteca?
—Graciel ya me buscó aquí, así que le tomará un rato volver.
—¿Se quedará? —interrogó sin pensar y de inmediato se cubrió la boca.
—En el último piso —explicó señalando hacia arriba—, hay un pequeño descanso donde se puede pasar un rato agradable. Eres libre de subir, si gustas. Es un buen rincón para leer. No le digas a Graciel donde estoy.
—¿Él no conoce ese descanso?
—Sí, pero siempre es el último lugar que recuerda revisar.
Bianca continuó en lo suyo, y supuso que esa podía ser la oportunidad que necesitaba, sin embargo, no tenía un pretexto para iniciar una conversación. Un libro sin nombre captó su interés al descubrir que le faltaban las primeras páginas y que fue escrito en un idioma desconocido. Lo colocó bajo su brazo con una sonrisa, continuó buscando y subió tras escoger uno interesante. Al final del primer corredor vio una cortina blanca que se agitaba con suavidad y encontró las puertas de cristal que daban a un pequeño salón.
La pared al fondo estaba cubierta de ventanas corredizas. Una alfombra verde contrastaba con los muebles de piel clara y en una mesita de centro, algunos libros descansaban olvidados. De espaldas a la puerta, Rayden miraba el bosque y Bianca tomó un profundo respiro antes de acercarse, pero se detuvo al escucharlo hablar.
—No creí que me encontrarías tan rápido.
—El señor Graciel aún no ha regresado —indicó nerviosa.
—¿Viniste a observar el descanso?
—Yo quería… —guardó silencio y respiró profundo—. Quería preguntar por un libro.
—¿Cuál elegiste?
—No es sobre el que elegí —respondió extendiéndoselo.
Rayden la observó desconfiado antes de aceptarlo. Lo examinó, pero conforme avanzaba mayor era su confusión y la expresión en su rostro causó que Bianca se pusiera nerviosa.
—No entiendo ni una palabra —dijo mirándola—. ¿Por qué quieres preguntarme sobre este libro?
La interrogante la tomó por sorpresa.
—No lo sé —respondió con rapidez—. Pensé que tal vez usted lo entendería. Porque es de su casa.
—La verdad —dijo despreocupado, volviendo a cerrarlo—, no tengo la menor idea de que dice. No conozco todos los libros de esta biblioteca. ¿Ese también está escrito en otro idioma? —interrogó señalando el tomo que Bianca sostenía.
—No.
—¿De qué se trata?
—Es la historia de una princesa y un dragón —respondió hojeando las primeras páginas.
—De seguro es magnífica —comentó colocando el otro libro en la mesa—. ¿Te molestaría leerme un fragmento antes de que Graciel aparezca?
—De ninguna manera. Aunque, preferiría que no permanezca de pie más tiempo —declaró señalando un diván—. Por favor.
—Me parece razonable.
Editado: 19.11.2024