¿Era esa la razón por la que Rayden no iba a negarle nada? ¿Le tenía tanto miedo como ella a él? ¿Acaso podía alguien tan poderoso como él sentir miedo? Ella era la causa de todo. No solo había quedado atrapada en aquella ridícula historia, era de hecho parte de ella y ya no había una manera de escapar de sus páginas. Sin embargo, consciente de ello, no estaba dispuesta a permitir que la utilizaran como a un títere. Ella no era una de las marionetas del gran señor. Si Rayden tenía razón y llegó para hacerle daño, ella iba a dar vuelta a los planes de aquellos por encima de ellos.
Se descubrió entonces en medio del salón del recibidor, rodeada de soldados de madera agrietados y deshechos, que, bajo las órdenes de la silueta de un hombre con las herramientas doradas en sus manos, arremetían contra ella. ¿De verdad estaba pasando o acaso soñaba? Ya no era capaz de distinguirlo y no tenía tiempo, necesitaba escapar. Aunque la puerta principal estaba bloqueada, existían muchas maneras de huir de la mansión e intentó llegar a la cocina, pero escuchó una voz tranquilizadora que le pidió que dejara de correr.
Al permanecer inmóvil, el suelo ascendió a su alrededor en espiral y se cerró en un capullo, resguardándola de aquellas criaturas. Podía ver a través de la madera como se quemaban al tratar de tocarla y sintió una mano en su hombro, acompañada de una voz que con cariño le pedía despertar.
Si has llegado hasta aquí, tomaré este descanso para agradecerte y felicitarte. Eres un verdadero lector. Espero que estés disfrutando de esta historia, ya casi llegas a la mitad. No vemos mañana.
Editado: 22.11.2024