El Carpintero

Ojos oscuros

Rayden despertó y su mirada fue directo al único objeto fuera de lugar. La pluma manchada le recordó a Rehys y llenó su corazón de un sentimiento pesado y doloroso. La última vez que vio esa pluma, se deslizaba de los dedos de su hermano y esa quizás era la razón, por la que no se desvaneció con él. No recordaba que había pasado después de eso y tampoco lo que sucedió justo antes, pero no podía evitar sentir que sus acciones habían provocado esa pesadilla. Extendió la mano para tomarla, pero se distrajo al escuchar la puerta.

—Qué bueno que despertaste —dijo Graciel animado.

—Es bastante tarde me parece —señaló mirando la puerta del balcón.

—Sí —contestó colocando la bandeja en la mesa—. Aquí traigo la cena. ¿Sucede algo?

—Tal vez. ¿Tú encontraste la pluma de Rehys? —interrogó volviendo a mirar la pieza en el velador—. Estaba sobre su diario cuando desperté.

—No, no he sido yo. ¿Acaso es malo que esté allí?

—No, no lo es. Bianca la encontraría sin importar lo que hiciera. Ella quiere ayudarme, pero no deseo ponerla en peligro.

—Creo que ya es un poco tarde —indicó Graciel sentándose a su lado—. En mi opinión, bastará con que la mantengas a salvo. —Rayden permaneció pensativo y ante su falta de respuesta, añadió—. En cualquier caso, no vale la pena preocuparse por eso. Te traje el postre de la merienda.

—Gracias.

—Es uno de tus favoritos —exclamó con entusiasmo—. Pastel de melocotón.

—Siempre sabes qué decir. ¿No es así? 

—Nos conocemos bien —río divertido mientras se acercaba a la mesa—. Me llevaré estos libros y te los devolveré mañana. De esa manera me aseguraré de que no hagas una tontería y te acuestes a dormir.

—Graciel, cuando vayas abajo, pídele a Bianca que suba, por favor.

—Con mucho gusto.

Después de cenar y comerse muy despacio el postre, Rayden permaneció sentado en la mesa mirando hacia el balcón. Acababa de levantarse cuando tocaron la puerta.

—¿Me mandó a llamar? —interrogó Bianca.

—Quería hacerte una pregunta —dijo nervioso—. La pluma, ¿por qué no la conservaste?

—No es mía. Estaba arriba en el ático, debajo de un… 

—Escaparate de Roble —interrumpió Rayden cabizbajo—. Lo sospechaba. ¿Encontraste algo más?

—¿Cómo qué? 

—No estoy seguro, hace mucho que no subo a ese lugar. —Un deje de pesar marcó su voz—. Quisiera pedirte algo, si se puede.

—¿De qué se trata? 

—¿Me contarías de nuevo la historia? —La observó expectante y se sintió aliviado al verla sonreír.

—Será un placer —contestó sentándose a la mesa.

Rayden la escuchaba atento desde la cama y aunque el relato aún no terminaba, se volvía tarde y como Bianca parecía cada vez más emocionada, decidió interrumpirla. Ella se levantó de un salto y después de despedirse, dejó la habitación. Rayden se desplomó tratando de no pensar para lograr dormir, mientras que sumida en sus pensamientos, Bianca no tardó en llegar a su cama, encantada con la idea de que él decidiera escuchar la historia, pues esperaba que recordar, pudiera ayudarlo a escapar de Berier. 

Se durmió tan profundamente, que apenas logró despertar cuando escuchó a Rebeca. Mientras limpiaba las ventanas del tercer piso, se volvió de un salto al escuchar unos pasos y vio a la muñeca que subía las escaleras tirando de algo. Estaba tan ocupada que no notó la presencia de Bianca, hasta que se le acercó. Intentó correr escaleras abajo con su botín y en un movimiento, Bianca se lo arrebató, pero no pudo evitar que escapara. Se trataba de una llave, pero como era tonto ir probándola en todas las puertas, la guardó en su bolsillo. 

Cuando bajó a la cocina supo que Rayden la buscaba para merendar en el descanso. Tomando la bandeja subió a toda prisa y lo vio recostado en la ventana, por lo que colocó todo en la mesa para llamar su atención.

—No te escuché llegar, Bianca —dijo acercándose y cortando el pastel.

—Caminaba con cuidado, para no tirar nada. —Rayden acercó un trozo de pastel y ella lo tomó confundida.

—Te gustará —aseguró eligiendo otro pedazo y sentándose en la alfombra—. Es de arándanos. 

—Gracias —dijo entusiasmada, acomodándose. 

Rayden le recordó donde se interrumpió y Bianca continuó desde allí. Él permanecía atento y le sorprendía mirarla tan emocionada con el relato, pues a pesar de saber que le hablaban de su familia, para él no era más que una historia, igual a las que estaban en la biblioteca. Atento a los detalles, se maravillaba con las cosas que Raudel era capaz de hacer con las herramientas. Le intrigaba el delito que los condenó y el paradero del resto de los Lonieski, pero se distrajo de eso, al escuchar sobre el origen de Berier y la magia a su alrededor.

El hecho de que lo ocuparan solo marionetas en un comienzo y que Nathalia fuese tan poderosa para ocultarlo, hacía crecer aún más su curiosidad, y descubrir que su padre fue resultado de la magia lo desconcertaba. Le parecía perturbador y estaba cautivado, pero antes de que Bianca pudiese continuar, Graciel los llamó a cenar. Levantándose despacio, Rayden le extendió la mano para ayudarla.



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En el texto hay: traicion, romance, famialia

Editado: 28.09.2024

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