Arrullada por el latido de su corazón y atrapada en un nuevo sueño, Bianca escuchó distante a dos niños que reían. Abrió los ojos despacio y pudo ver a los gemelos corriendo en el jardín y conforme retozaban, sus cuerpos crecían hasta que se volvieron demasiado grandes para aquellos juegos. Aunque continuaban de la misma estatura, era evidente que Rayden estaba un poco más crecido y que Rehys, aun con el cabello largo y recogido, había dejado de crecer mucho antes. Abrazados el uno al otro, con sus frentes juntas, conversaban algo que Bianca no comprendía, pues sus voces no eran más que susurros.
De pronto, se dedicaron una última sonrisa, y mientras tras ellos la casa quedaba reducida a cenizas, Rehys se transformó en una nube de polvo dorado, que se fundió con las herramientas en el cinturón de Rayden, quien dormido comenzó a desplomarse. Bianca logró sujetarlo contra su pecho, mientras que, en medio del crepitar de las llamas, escuchaba la voz de Rehys.
“Una brecha se ha abierto para él, hechicera. Ahora es libre de ir a un nuevo bosque, donde su poder se vuelva tan basto como la extensión de su reino. Por favor, Bianca, cuídalo por mí.”
Su voz se apagó entonces y todo quedó nuevamente a oscuras.
Ya casi has llegado al final. Te felicito y te agradezco por acompañarme y leerme. De verdad me llenas de felicidad y orgullo. Nos vemos mañana.
Editado: 19.11.2024