Víctor lo pasó a dejar a su casa y Billy, tan solo le dijo a doña Gloria que había llevado el taxi al taller por una falla mecánica, como buen hijo que no quería mortificar a su madre, decidió no comentarle nada de lo sucedido, apenas eran las 2 de la tarde, y después de hacer cuentas con lo recolectado esa mañana, decidió irse a dormir un rato y como a eso de las 5 de la tarde, decidió dar una vuelta en su vehículo particular, tan particular que nadie podía decir que tenía uno igual, se trataba de un Trique, o sea, una moto de 3 ruedas que a manera de triciclo él había fabricado, uniendo la mitad trasera de un Volkswagen sedán del 75, con la mitad delantera de una moto BSA del 79, entre otras partes de motos, logrando un extraño y llamativo vehículo, él quedaba sentado en medio en un asiento individual del Volkswagen Sedán, con un asiento doble en alto atrás de él, montado entre una estructura tubular, donde podían viajar cómodamente 2 o 3 personas, de color azul con vistas doradas, llantas anchas y rines deportivos en la parte trasera, logrando un vehículo al estilo apocalíptico de las películas de Mad Max (1) y que orgullosamente llamaba: “La vieja calesa del caballero”
Después de tomar café y galletas con su mamá y asegurarse de que seguía tomando su tratamiento y revisar las fechas marcadas del calendario, se puso su casco de motociclista, que también curiosamente no era un casco de motociclista, si no el de un caballero medieval al estilo de los espartanos, que usaba junto con una cota de malla, y enfundándose en una gruesa gabardina de cuero oscuro, con el clásico chaleco de piel entre otras ropas, tomó un par de ballestas de cacería, las empotró en sus fundas adheridas a los lados del tanque de gasolina de la vieja calesa del caballero, y salió a pasear por las calles de aquella violenta ciudad, con la finalidad de ir a algún cine, ver alguna película de estreno de fin de semana, y regresar a tiempo para la cena, pero cuando apenas iba a salir al bowlevard Colosio, sonó su celular y se orilló para contestar la llamada, se trataba de Gina López, una de las chicas que había levantado arriba del puente bronco, aunque no acostumbraba contestar llamadas de números de clientes o de números desconocidos cuando no estaba en servicio de taxista, esa llamada si la contestó porque pensaba que provenía del taller de hojalatería y pintura donde había dejado su taxi.
- ¡Hola! –se escuchó una fresca y juvenil voz femenina.
-Si bueno. –contesta Billy.
- ¿Si, estoy hablando con el taxista alto y de cabello largo?
-Si señorita, pero no estoy en servicio. –contesta, pensando en que le llamaban para solicitarle algún servicio.
- ¡Es que tengo un problema! Se me quedó mi carro tirado y necesito ayuda. –dice la chica.
-Pues le puedo mandar un compañero o también puede hablar a la base, para que le manden otro taxi.
-Pues vieras que tengo más de una hora pidiendo un taxi a tu base y a otras, y ninguna ha podido enviarme uno, ni siquiera la aseguradora me contesta y me topé con tu número entre mis contactos y haciendo memoria me acordé de ti, y por eso te llamo para ver si podías venir a rescatarme como ya me rescataste una vez.
- ¿Exactamente de donde te rescaté? –pregunta Billy.
-Hace unos días me recogiste a mí y a mi amiga Estefany, arriba del puente Bronco y nos llevaste a Valle Alto, anda, no digas que no puedes, porque está haciendo mucho frío, pronto se va a hacer de noche y aquí está muy feo. –dice la chica tratando de convencerlo. –Además, tú eres un caballero; ¿Oh no?
-Ah sí claro, que me acuerdo de ti, y también está clarísimo que soy un caballero, y como un caballero no puede ignorar a una dama en apuros, dime dónde estás y en este momento voy a rescatarte.
Dice Billy acordándose del par de chicas que había recogido arriba del puente Bronco, y sin tratar de averiguar cuál de ellas había sido, ya que le daba igual, porque las dos eran muy bonitas, y además, en realidad no le importaba quien era, más que nada porque se trataba de una dama en apuros, y para un caballero como él, que utilizaba casco de caballero medieval, cota de malla de caballero medieval, un par de ballestas de cacería al estilo medieval, y que tripulaba la vieja calesa del caballero, pues le resultaba imposible dejar a una dama en apuros y después de pedirle la dirección y la ubicación, tomó rumbo hacia donde estaba la chica en apuros, a tratar de dar el paseo que tenía planeado dar, paseo que tal vez se convertiría en una aventura de caballeros.