El carretón de los perros contentos.

Ataque sicario 2.

El guerrero espartano.

El cascabeleo común del sonido de un motor de Volkswagen, se mezclaba con los sonidos del rechinido de la suspensión, entre otras partes flojas de la vieja calesa, pero no porque estuviera en mal estado, sino porque no es lo mismo viajar en un auto cerrado, que en un vehículo abierto, además, rechinaba un poco, aunque Billy gustaba de hacerle sus propias reparaciones y darle su mantenimiento, no se le podía pedir más a un auto del 75, fusionado con una moto del 77, siendo el año 2010, ya que aquellos viejos metales durante más de 30 años, ya habían recorrido muchos kilómetros.

Gina López esperaba encerrada en su vehículo descompuesto la llegada de su caballero rescatador en su taxi, y primero se asustó al ver que 3 brillantes faros de alógeno pertenecientes a una moto se estacionaban detrás de ella, pero se asombró sinceramente al descubrir que el que se bajaba de aquella extraña motocicleta, era Billy, que aunque no se había quitado aún el casco de espartano, no le fue muy difícil reconocerlo por su estatura y su porte, estaban en la carretera Reynosa Matamoros, a la altura de la Entrada a Valle Hermoso, zona bajo el dominio del cártel de Osiris, al que pertenecían el Gato y el Mataperros, aunque igualmente en disputa, con otros carteles, entre ellos, el de los zetas.

  - ¡Vaya con mi caballero! Pero… ¿Qué demonios es esto?

Dice Gina ya habiendo bajado de su vehículo, que era el mismo Ford Mustang rojo que alguna vez le habían arrebatado el Gato y el Mataperros.

Mientras le daba vueltas para mirar y admirar a la vieja calesa del caballero; Billy le daba vueltas a ella con la mirada para admirarla también; Gina era muy bonita, con toda la belleza que proporciona la juventud a una chica de 20 años, blanca piel, de cabello oscuro y ondulado, delgada, ojos negros y cuerpo bien proporcionado y atlético, vestida de pantalón y blusa oscuros en telas lisas, de estatura normal, aunque al lado de aquel caballero de 193 centímetros de altura, más las botas, ella, con sus 166 centímetros de altura, podría decirse que se veía chaparra.

  - ¡Jamás pensé que pudiera existir algo igual! Es rústicamente espectacular; ¡Te felicito, te quedó muy bonita tu moto! Además, ese casco de caballero medieval, esas ballestas y tú camisa de aros de metal, la verdad que te hacen ver muchísimo mejor de que te veías cuando te conocí en el taxi.

-Se llama: cota de malla y no es una moto, es un triquer.

Le dice Billy que ya se había quitado el casco y la larga gabardina, debajo traía un chaleco de piel y un suéter de manga larga con capucha, por encima de su cota de malla, y después de revisar el Mustang en busca de la posible falla, mientras Gina, no dejaba de hacerle plática, le dijo:

  -Al parecer la falla es electrónica, y ante eso, lo único que puedo hacer es remolcarte para arrimar tu nave por lo menos hasta Rio Bravo, te llevaría hasta Reynosa, pero ya está por caer la noche, y toda esta zona se convierte en zona de guerra, lo mejor es dejarlo en el primer Oxxo o gasolinera que encontremos, y llegar a Reynosa lo más temprano posible.

  -Pues si quieres lo dejamos aquí y le aviso al seguro que mande o venga por él mañana, porque la neta, a mí ya me dio miedo y está haciendo mucho frio. –dice Gina.

  - ¡Pues por eso te dije que lo quiero remolcar! Para que vayas calientita adentro de tu nave, porque si te llevo en la vieja calesa del caballero, te vas a congelar. –dice Billy.

  -No me importa el frío, traigo un abrigo y yo no me pierdo el paseo en tu moto, pero si nos vamos ahorita será menor el frío, nada más déjame sacar la chamarra que te digo, mi bolso y nos vamos, ya como quiera ya le había avisado al seguro y estaba esperando al ajustador, en cuanto llegue o venga en camino, te aseguro que me llamará y le diré donde exactamente está el carro.

Dice Gina, ya buscando las cosas que había dejado en su auto, mientras Billy preparaba el asiento trasero de la vieja calesa del caballero, para asegurar a la bella chica con el cinturón de seguridad, ayudándola a acomodarse lo mejor que pudo, y en medio de algunas protestas de la chica porque consideró que el que iba a sentir frío era él, la envolvió lo mejor que pudo con su gabán para que ella sintiera menos frío, el siempre traía otro casco por si alguien se sentaba atrás, un práctico y moderno casco deportivo de colores oscuros con un triángulo luminoso al frente, que cuando alguien lo usaba con un gorro o una capucha, le daba un toque tétrico y tecnológico que lo hacía verse muy original, cual si fuera un siniestro guerrero intergaláctico o algún tipo de androide, y antes de que al Sol se le agotara el frio de sus resplandores, como un auténtico caballero de la era moderna, en su vehículo con placas de auto antiguo, entre el clásico cascabeleo del motor de un Volkswagen Sedán, tomaron la carretera con rumbo a Reynosa, travesía en la que podían salir ilesos o no, confiando tan solo en la buena suerte, porque en esas tierras, hasta parecía que Dios ya no existía.

Y por suerte, nada les sucedió, la bella chica disfrutó del gélido paseo en el singular vehículo, que después de todo fue más divertido que gélido y después de pasar a cenar algo en algún restaurant de hamburguesas, decidieron ir a al cine a disfrutar de una película y conocerse un poco más, aunque a Billy le gustaba mucho la chica porque en realidad era muy bonita; Gina estaba verdaderamente fascinada por su personalidad, su estatura, su físico, y tantas cosas que la tenían pegada a él en los asientos del restaurant y los del cine, hasta en el asiento del Triquer, donde le quedaba en la nuca, la chica no había dejado de acariciarlo poniendo sus manos por debajo del casco de caballero espartano que portaba su motociclista, hasta que se les acabó la noche de ese día y Billy, aunque hubiera podido llevársela a donde él quisiera, cierta prudencia en la chica que aunque él sabía que la tenía fascinada, lo hicieron no querer ir más allá de ese paseo, además ya había dejado a su mamá sola mucho tiempo, y estaba pendiente de su salud, y así, salieron del Cinemex de Soriana Morelos, para dirigirse a la elegante colonia Valle Alto, territorio controlado por el cártel de Osiris, donde el encuentro con un enemigo desconocido, podría significar la diferencia entre la vida, y la muerte, pasaban de las 11 de la noche, cuando entró a la colonia Valle Alto, y ya en la casa de la chica fue invitado a pasar a la sala, ya una vez había saludado a la mamá de Gina y después de unos minutos de plática y presentaciones, se despidió después de contestar una llamada de su mamá, que ya le exigió, entre consejos y regaños que regresara a casa, y pasaban de la media noche de aquella fría noche de febrero, cuando salió de la colonia Valle Alto, para tomar el bowlevard Hidalgo y dirigirse a su casa, en la popular colonia Unidad Obrera, al otro lado de aquella peligrosa ciudad.




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