El carretón de los perros contentos.

Ataque sicario 3.

 

La masacre canina. 

Una semana más, pasó, y seguía siendo Marzo; Billy salió de aquel hotel de paso, donde Gina y él se habían sumergido durante horas en un océano de besos y caricias, dejando de ir al cine, pero más que nada porque Gina tenía una fiesta con sus amigos, y aunque habían tenido una pequeña discusión, porque ella insistía en que llegaran en la vieja calesa del caballero, porque quería presumírsela a sus amigas y amigos, claro, a él también, pensó que su llegada en aquel vehículo apocalíptico con un conductor al estilo medieval, seria impactante y espectacular, pero no logró convencerlo, y aunque Billy no le explicó claramente el motivo, alegó que la colonia Valle Alto, era territorio prohibido para su triquer, porque cualquier mañoso se lo podría quitar y la chica molesta pero resignada, aceptó ir en su taxi, ya que su Mustang rojo, estaba en servicios de mantenimiento.

  -Pero no te vayas a parar enfrente de la casa de mi amiga, mejor dejamos el taxi en el 7eleven que está a 2 cuadras. –dice Gina.

  -Está bien.

Dice Billy sin fijarse en las verdaderas intenciones de la chica, tal vez por estar más preocupado de no encontrarse a sus enemigos en aquellos lares, apenas estacionándose; Gina se bajó rápidamente y se metió al 7eleven; Billy la siguió para acompañarla a hacer sus compras y comprarse a la vez unos cigarros, ella compró una botella de las más caras que vendían ahí, y salieron para dirigirse a la fiesta, pero a pie, ya en la fiesta todo fue normal, durante un par de horas, hasta que el efecto de las bebidas alcohólicas, empezó a notarse entre los asistentes; Billy tomó algunas copas conviviendo un poco con aquel grupo de jovencitos de preparatoria, pero se dio cuenta que la euforia de los muchachos no era provocada por las bebidas, si no por las drogas y se alarmó cuando miró a un par de chicos, hacer el inconfundible movimiento de estar inhalando cocaína.

  - ¡Diablos! Donde hay drogas hay mañosos, aunque no creo que los de la Tahoe negra sean distribuidores.

Pensó, mientras empezaba a trazar mentalmente un plan de escape; Gina se le había perdido unos minutos, varias veces durante la fiesta para convivir con sus amigas, y él se quedaba recargado en una esquina del patio de la casa adonde ya no se escuchaba tan fuerte la música, y poder fumar sin molestar a nadie.

  - ¿Estas bien, amor? –le pregunta Gina, ya muy eufórica.

  -Si claro, pero creo que tenemos que irnos. –le dice Billy.

  - ¡Ay ahorita! –le contesta la chica. –Pero; ¿Tú estás bien verdad, amor?

  -Si amor, estoy bien, pero ya no tomes mucho y comienza a despedirte, porque tenemos permiso nada más hasta las 2 de la mañana. –dice Billy.

Gina se perdió entre la gente dejándolo solo una vez más, hasta que al rato una discusión llamó su atención y la de algunos de los presentes.

  -¿Así que el grandulón con el que vienes? ¡Es con quien te andas revolcando ahora, maldita perra!

Le dice un muchacho a Gina y Billy se acercó molesto, porque no podía permitir que alguien insultara a su novia.

  - ¡Ha de ser un ex novio celoso! –pensó mientras se acercaba.

  - ¡Con él no te metas porque es todo un caballero y si se da cuenta de que me estás insultando, te va a aplastar de un solo golpe!

Gina ya se veía muy tomada y agresiva le aventó la copa al muchacho en la cara, el muchacho la empujó y antes de que Billy pudiera intervenir, comenzó la verdadera fiesta, porque alguien aventó un botellazo desde otro punto de la casa, que le pasó muy lejos y tuvo que esquivar una patada que el muchacho que discutía con Gina, le había lanzado.

  - ¡Ya valiste madre, ruco!

Le dice el muchacho tratando de golpearlo, que aunque era alto y fornido, no era tan alto, ni tan fornido como él; Billy pudo esquivar el golpe, haciéndose un lado para que su enemigo se fuera en banda y de un empujón, lo hizo medir el suelo estrepitosamente, para esto ya otro par de muchachos se le aventaron, y enfrascándose en un combate a golpes con ellos, en el cual apenas pudieron tocarlo, terminando en el suelo igual que su amigo y al verse superados, tomaron un par de sillas para atacarlo, lo que provocó que se armara la batalla campal ya que Gina se metió a la pelea tratando de ayudarlo, lo que provocó que sus amigas intervinieran y los novios de sus amigas, y así, aquella fiesta que empezó con una euforia artificial provocada por bebidas alcohólicas, se convirtió en una explosión de euforia colectiva, provocada por el alcohol y las drogas que se estaban consumiendo, pero el ulular de las sirenas de varias patrullas provocó la desbandada de los rijosos, algunos hacia el interior de la casa y otros hacia sus autos o la calle, ya Billy había sacado a Gina a la calle en medio de la trifulca, y cuando los miraron los policías, únicamente tomó a la chica de la mano para tratar de caminar tranquilamente en medio de la desbandada, haciendo como que ellos no estaban participando, ni en la fiesta, ni en la trifulca, ella, aunque se miraba tranquila, se reía mucho, hasta tenía hilaridad; Billy la abrazó mientras caminaban como protegiéndola y a la vez impedir que los policías, entretenidos porque ya habían logrado detener a algunos de los que se habían logrado subir a sus autos, los detuvieran, logrando pasar desapercibidos en la discusión, hasta que llegaron al 7eleven a donde había dejado su taxi.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.