El carretón de los perros contentos.

La máquina de peluches.

Pasaron las horas y nunca llegó la llamada de su amigo Víctor con su cartera, su teléfono y su dinero, pero Erly logró convencerlo con sus extrañas maneras que tenía, de que entraran al cine y comieran palomitas, ya en el cine; Billy sintió una extraña vibración en sus brazos cuando estaban en las butacas mirando una secuela de la película del Terminator, porque la chica se le recargó un poco, cariñosamente, y la vibración continuaba, pero ahora en su pecho, ronroneando cual si fuera un gato, y así, se terminó La función y saliendo de la sala, aún en el lobby; Erly miró una maquina tragamonedas, de esas que tienen una garra para sacar muñecos de peluche, ella intercambió unas monedas en la taquilla, primero emocionada y después de varios intentos, frustrada, y después de cambiar varias veces billetes por monedas en la taquilla; Billy le dijo:

  -Si me permites, mi bella y desesperada amiga, yo podré sacar un muñeco de esos para ti.

  - ¿Y porque estás tan seguro de poder hacerlo? Si yo no pude, y eso que mi cerebro y funciones son mucho más evolucionadas que las de los humanos.

  -Porque yo nunca he intentado sacar un monigote de estas máquinas, pero en mi planeta, hay algo que nosotros llamamos: suerte de principiante, y eso es algo que voy a aprovechar para complacerte.

Dice Billy y poniéndole una moneda, acomodó la garra, y en el primer intento, logró pescar un monigote verde, con 3 ojitos, como si fuera un marcianito, que, aunque no era el que ella quería, la hizo saltar de contenta.

  - ¡Nos salvaste! Estamos agradecidos.

Dice Billy recordando la frase de la película donde aparecía ese personaje verde y con 3 ojitos; Erly estaba emocionada, cual si fuera una niña, y de repente se le acercó cuando él se estaba agachando, para tomar el muñeco de la buchaca, y lo que parecía que iba a ser un beso, terminó siendo un tierno roce en la mejilla, pero no roce de sus labios, sino un lengüetazo.

  - ¡Le pondré tu nombre, para que nunca se me olvide éste momento!

Dice Erly dirigiéndose a las taquillas del cine, para pedirle a una de las vendedoras de boletos un lapicero o marcador, y en color azul, en una parte de la espalda del muñeco, escribió el nombre de Billy, pero en su lengua natal, con sus símbolos y maneras de escribir.

  - ¡Saca otro para ti, para que también tengas un recuerdo de éste día!

Dice Erly poniendo otra moneda en la máquina, pero después de varios intentos fallidos, y de varias monedas, se dio por vencido, además de que ya no tenía monedas, y le dijo:

  -Cómo te comenté, fue la suerte de principiante, y esa solo se puede usar una vez en la vida, y en cada situación.

Y le puso la fecha de ese domingo 28 de febrero del 2010 al muñeco de peluche, pero al ver la extraña simbología que Erly había escrito, le preguntó:

  - ¿Así se escribe mi nombre en polaco?

  - ¡Si claro!

Le responde nerviosa, ya que debió haber escrito el nombre de Billy en español.

  -Pero, no entiendo por qué; ¡Si en la primera vez lo agarraste fácilmente! Si existiera esa suerte de la que me hablas, entonces yo hubiera sacado un muñeco también a la primera.

  -Lo que pasa es que como tú no crees en la suerte de principiante, pues no la invocaste, y todo en esta vida tiene un ritual; ¿Sabes? Y si sabes invocar los rituales, pues las cosas te salen mucho más fáciles. –dice Billy.

  - ¡A ver! –dice Erly cambiando más monedas en la taquilla. –Sí creo firmemente en esa suerte que mencionas; ¿Entonces sí sacaré un muñeco?

  - ¡Tal vez! Pero tienes que hacerlo con el corazón.

Dijo Billy y ya Erly le había puesto una moneda a la máquina, y posicionando estratégicamente la garra, pulsó el botón y sin abrir los ojos, con la mano metida en la buchaca de los premios, esperó pacientemente a que el muñeco que había seleccionado, saliera, y al sentir el bulto en su mano, brincó y gritó de la emoción, llamando la atención de un grupo de personas que observaban atentas a aquella singular pareja que se divertía como si fueran unos niños.

  - ¡Otro muñequito verde de 3 ojitos! Éste será para ti.

Dice Erly, entregándoselo cariñosamente, y Billy, tomando el plumón azul, escribió el nombre de Erly/Elizabeth y la misma fecha, también en la espalda del marcianito verde.

  - ¡Nos salvaste! Estamos agradecidos.

Dice, como jugando con los muñecos de peluche, y así, entre tanta diversión; Billy estaba algo preocupado por su mamá, ya que nunca la había dejado sola tantas horas, al menos que estuviera trabajando, y se lo comentó a ella, con la cual ya había agarrado más confianza, después de almorzar, comer, jugar videojuegos, boliche y hasta cenar con ella en el centro comercial, también ella hizo algunas compras, muy emocionada, porque, aunque fuera una hembra perteneciente a una especie súper evolucionada, le fascinó hacer compras como si fuera una hembra primitiva del planeta Tierra.




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